miércoles, 17 de abril de 2013

Los Amigos y Los Amantes (Parte 3)


Casi nos alcanzaba el amanecer sentados en la acera de su casa. Estábamos hablando como los viejos amigos que fuimos siempre y que olvidamos ser en los últimos meses. Le expuse mis razones para no seguir en este embrollo de relación a escondidas. Le hice saber qué pensarían sus padres, sus hermanas y amigos si llegasen a saber que se acostaba con dos hombres y uno de ellos era el idiota de su amigo, quien fungía como el “otro”. Le hice saber que esta situación me estaba matando y que no podía soportar los celos al verla o escucharla hablar con su novio.

A ella no le importaban mucho mis forzadas palabras de rompimiento. Me dio la razón en unas cosas y en otras simplemente se reía. –Te amo.- me dijo callándome con un beso pequeño.- vas a estar conmigo hasta que seas un vejete amargado y fin de la conversación. Se levantó y me agarró del brazo, dijo que estaba cansada y que quería que la llevara de compras en la tarde. Y justo así se metió a su casa, siendo ella la reina y yo… el pendejo de siempre.

Volvimos a lo que teníamos antes. Perdiéndonos en el deseo y en la complicidad. Todas mis palabras se esfumaron como el humo del porro que se estaba fumando cuando terminamos de hacer el amor aquella mañana. Era a mediados de octubre. Ella se veía espectacularmente bella desnuda. Conmigo no tenía complejos y parece no tenerlos. La rutina de siempre era desayunar y después follar; esa vez no fue la excepción pero ese día las cosas cambiaron para bien o para mal.

Siempre nos veíamos en su casa pero por casualidad tocó hacerlo en su casa. Inesperadamente llamaron a la puerta. Ella se levantó de la cama en un salto. Jamás la vi tan asustada. Me quedó viendo como diciendo “ándate ya”. Y yo simplemente me quedé en blanco. Sabía que era él. La adrenalina entró por mis venas, sería el momento perfecto para enfrentarme a él y decirle la verdad… pero ¿qué verdad?

Alcancé a ponerme los bóxers, agarrar mis jeans y camiseta. Me metí al baño cual si fuere la puta de un político a punto de ser descubierto por su esposa celosa. Me encerré con llave. Me acordé que no me traje los zapatos y probablemente ella no los había visto. Mi ritmo cardíaco estaba a mil. Ella estaba corriendo como loca tratando de arreglar el desorden, escuché como se echaba perfume y se peinaba en un santiamén. Siempre admiraré la habilidad de las mujeres en hacer mil cosas a la vez.

La escuché bajar las gradas y abrir la puerta. En efecto era él. Escuchaba su voz fingida de macho dominante y la voz de ella más aguda, hablando como niña chiquita. Siendo cualquier otra cosa menos ella. Los escuché besarse y pensé en agarrar mi celular para distraerme… ¡qué mierda! Mi celular quedó en la mesita de noche. Era el momento, mi corazón me iba a estallar, pero en ese momento me sentí con el valor de salir de ese baño y enfrentar a la pareja de mi mujer amante.

Pero por alguna razón el cornudo no estuvo mucho tiempo y así como vino se marchó. El Superman que llevo dentro no tuvo la oportunidad de salir esta vez. Ella subió de nueva cuenta a su cuarto, tocó la puerta del baño y abrí. Con un suspiro y encogiendo sus hombros me explicó que estaba fuera de peligro, pero me pidió que me fuera, cosa que me sorprendió y me molestó mucho. Parece que la confundida era otra esta vez.

No quise discutir más aunque me sentía herido, simplemente agarré mis cosas y me fui. Algo cambió en mí desde ese día. Pensé que las cosas habían vuelto a la misma incertidumbre, a esos celos enfermizos de saber que esta con otro, al menos si él supiera, todo fuese diferente, no creo que él la llegase a perdonar, en cambio yo… he aguantado tanto solo por el hecho de tenerla cerca. Pero las cosas debían cambiar.

No le hablé durante varios días y tampoco le contestaba sus llamadas. Necesitaba pensar y con ella junto a mí era imposible actuar razonablemente. Entonces activé en mi cerebro ese chip invisible del mujeriego descarado que todos llevamos. Empecé a salir con una y coger con otra. Enamorar a aquella y a dejarla a ella.

De alguna manera eso me distrajo y también volví a las carreras, a las parrandas, a las cervezas y a los desvelos. Solo estaba siendo más imbécil de lo usual pero fue la única salida que encontré para olvidarme de ella.

Un buen (mal) día me la encontré en un bar. Tenía tres meses sin saber de ella y cuando la vi a lo lejos bailando como energúmena con sus amigas, no pude evitar ponerme nervioso y como buen marica empecé a beber más de la cuenta. Andaba un vestido negro ceñido al cuerpo pero sin mostrar más de la cuenta. Su pelo completamente lacio, lo tenía más largo. Creo que nunca voy a dejar de admirarla.

De repente ella volteó y me vio. Nos quedamos viendo un minuto que pareció una hora. Ella, quien es la de los pantalones, se acercó y se sentó a mi lado, no le importó que estuviera acompañado con otra mujer.

-¿Cómo estás?- me dijo con la voz temblorosa.

-Muy tranquilo.-le mentí mientras bebía otro sorbo de mi trago.

-No te veo tranquilo…- susurró pero esta vez le cambié la mirada.- te he extrañado tanto.- me dijo lloriqueando.

-¿Qué tal tu novio?- le pregunté con sarcasmo.

-Ya no tengo novio. Hay muchas cosas que no sabés.

-Claro, deseguro ya tenés a otro con quién coger.-ataqué, arrepentido al instante. Y ella me miró duramente.

-Voy a creer que estás borracho y que jamás dijiste eso. Ahora levántate, despedite de tu dama de compañía y vámonos de aquí.- dijo mientras se levantaba y me agarraba de la mano.

-NO me voy a ningún lado y no estoy borracho.- le dije mientras soltaba mi mano.

Ella expandió sus ojos como si no creyera lo que acaba de escuchar y luego su mirada se tornó llena de vergüenza. Nunca en la vida le había dado un No por respuesta y tal parece que no lo tomó muy bien. Dentro de mi ebriedad disfrutaba el hacerla sentir mal, sin pensar en lo que podría suceder después.

-¿Estás seguro?.-me preguntó notablemente dolida.

-Muy seguro. ¿Ya qué? Ya pasó. Ya se acabó. Ya fue. Hagámonos un favor: Quédate con él.- le dije mientras ella repetía la última frase

-Si… eso es precisamente lo que voy hacer.- me sonrió, me halo suavemente el copete de pelo y se dio la vuelta. Les dijo algo a sus amigas y se marchó del bar.

Al día siguiente milagrosamente no me levanté con resaca pero no quería pensar en ella. Seguí en el mismo tranvía del hombre relajado que no le importa ninguna fémina y tampoco se desvive por una sola vagina. Mi vida siguió igual… hasta que un día mi realidad se asomaba como un cipote curioso. Ella ya no estaba. Ni mi amiga, ni mi amante. Simplemente no estaba y yo la había alejado. Pasé tanto tiempo preguntándome qué hubiese pasado esa noche que me pidió irme con ella. Si quizás me hubiese elegido a mí. Si en todas esas llamadas que no contesté por orgullo estaba la respuesta que tanto añoré. Si en este momento estaba tirada en la cama con él…

Creo que pasó un año hasta que pude conocer a alguien que realmente me gustara sin tener que compararla con ella. A veces no puedo asimilar que las cosas pasaran así. Por qué tenía que acabar todo. A veces simplemente extraño hablar con ella. Extraño a mi mejor amiga. El sexo lo podría encontrar en cualquier lado pero la confianza total solo se entrega una vez en la vida.

Me pregunto si ella pensará en mí de vez en cuando. Pensando en el idiota de su amigo que se enamoró de ella y que la cortó borracho y de la manera más cobarde en bar o simplemente pensará en mí como un error que la hizo mejor mujer y mejor amante o simplemente no pensará en nada excepto cuando me ve por accidente y me sonríe con nostalgia. Eso nunca lo sabré.

No sé si algún día podría estar con ella. Tampoco estamos en el final de nuestros días. Ella sigue siendo una preciosa mujer, ahora exitosa, autodependiente, lo que siempre soñó. A veces me la encuentro casualmente en alguna fiesta o centro comercial. Nos saludamos cordialmente y es un tanto incómodo pero supongo es normal sentirse así. Nos besamos en la mejilla y adiós. La observo mientras se aleja, viendo al amor de mi vida alejarse… Pero la vida es así… mejor dicho los pendejos somos así… FIN

5 comentarios:

  1. Muy bueno ........fin de una saga felicitaciones y gracias escribes muy bien

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  2. excelente historia desgarradora. No con el típico 'final felíz'. Algo más real, la vida de nosotros los jóvenes. Escribes muy bien, que digo bien; excelente. Felicitaciones. Vale la pena el internet con textos como estos.

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    1. Muchas gracias, espero te sigan gustando los siguientes escritos

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  3. Soy de esos que andan con una y con otra pero encohtrar a una con tanto intelecto creo quecsera imposible por mi modo vivir pero de aqui en adelante te declaro mi amor platonico sos un genio muchas gracias y felicidades por escribir liz

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