jueves, 30 de mayo de 2013

Verdades que duelen

Más que mentiras, existen verdades que nos amargan la existencia. Verdades que solo ellas saben por qué hacen tanto daño.

Una verdad austera es saber que tarde o temprano dejaremos de existir y nuestros huesos, arterias y músculos serán un simple abono para esta tierra que cada vez se pudre más.
 
Una verdad mordaz es tener que vivir creyendo que tu vida tiene algún sentido y que todo estará mejor, solo para tener la fuerza de levantarte en las mañanas y ser un robot más del sistema.

La Coca-Cola, las cervezas, la mota y el sexo, son la verdad que muchos adoptan los fines de semana, la verdad mordaz puede ser muy difícil de sobrellevar de lunes a viernes.

Hay verdades que desearía fuesen mentiras y hay mentiras que me conforta el hecho de que siguen siendo mentira.

Hay verdades a medias, hay verdades que son más certeras que el mismo aire. Hay verdades que se ven mejor vestidas de mentiras.

Una verdad incómoda es cuando un amigo te dice que tenés un frijol en un diente. Una verdad incómoda y catastrófica es cuando le decís a tu amiga que viste a su novio con otra mujer.

Una verdad escandalosa es poder decirles a tus padres que no sos el hijo perfecto, el orgullo de la familia, el niño modelo que ellos mismos elaboraron y que en su mente idealizaron. El joven que se graduó con honores, que tan pronto ha logrado mucho. Cómo decirles que en realidad sos ese mismo, a quien le gustan los hombres, por ratos le gustan las mujeres, pero preferís un miembro erecto a una vagina mojada. Cómo decirles que has tenido más aventuras de las que pudo tener Elizabeth Taylor en toda su promiscua vida.

Y también existen las verdades solazadas y con sabor a revancha. Como hacerle una llamada a tu ex un buen día de parranda y borrachera para confesarle que no fue el único corneador que durante varios meses también fungió un excelente papel como el cornudo. Que tuviste dos hombres, que le hiciste el amor a los dos en la misma semana. Que llegaste a confundirte con el tiempo, porque no sabías quien era el novio y quien era el amante y que por alguna razón extraña y monstruosa, jamás has sentido una gotita de remordimiento, es más, hasta sentís que tu dignidad de mujer es más sólida porque hiciste lo que creíste justo. ¡Vaya! Animate y contale la verdad.

Una verdad punzante es la que te dicen tus amigos la noche del jueves en el bar cuando te recuerdan que el hombre que amas jamás dejará a la mujer con la que vive. Que sus palabras son solo eso: palabras. Que si seguís aferrada a esa historia de melodrama de medio pelo vas a andar por la vida con los ojos perdidos y el corazón arrugado. Que no vale la pena. Que te va a hacer mierda. Sabes que te lo dicen en parte para joderte y en parte para salvarte de las lágrimas. Pero te dicen lo que no querés escuchar y terminas haciéndole caso a los necios de tu entrepierna y tu alma.

Una verdad que te causa vergüenza con tu propia persona, es darte cuenta que ni un pastor, ni todos los apóstoles y los ángeles, y todos los santos podrán cambiarte, ni hacerte “mejor”, ni borrar el amor que sentís por alguien, que ni siquiera el hecho de ser del mismo sexo es un impedimento para amar en libertad, que aquí tu verdad duele solo porque sos demasiado cobarde para asumirla.

Una verdad irónica es estar consciente de que el cigarro te mata pero te echas un paquetillo diario y aunque seas aspirante a médico y conozcas de memoria los efectos mortales del tabaco, te vale el mundo y también te vale el pendejo de enfrente que está recibiendo el humo.

Una verdad que duele es saber que el deseo que pedís cada vez que apagas la velita del pastel, jamás se hará realidad. Que las promesas de mantequilla que te hizo esa persona se resbalan fácilmente por tus dedos. Que con los años te vas volviendo más básico y tus ideales de juventud se olvidan al igual que el pudor que olvida una virgen cuando se entrega por vez primera.

Para mucha gente hay verdades que sobrepasan los niveles de crueldad, cuando se dan cuenta de que el amor duradero y perfecto ya no existe ni en los melodramas, que la vida eterna es el cuento que te venden las religiones para que te aferres con pasión a su voluntad, que los políticos mediocres y corruptos de tu país no desaparecerían ni con un ataque zombi pues ellos también son selectivos y hasta ahora no ha sabido de ningún monstruo, vampiro o mal viviente que se coma a alguien de su misma especie.

Al final todos terminamos siendo un manojo de verdades. Espejos viscerales que no escatiman para recordarte con crudeza de lo que estas hecho, para decirte quien sos en realidad aunque no te guste. Cada mañana te despertás inventando una nueva verdad, tratando de eclipsar esa verdad que te lastima y que solo vos conocés.

Que la vida no es tan bella como te la pintan las películas de Disney que tanto te gustaban de pequeño, ni es tan miserable como la reflejan todos los días en el noticiario de la tarde. Que mañana te morís y al día siguiente nadie te va a recordar. Que te pasas la vida ahorrando y trabajando para que otros disfruten tu esfuerzo. Que invertís todo tu empeño para tratar de mantener contentos a los demás. Que nunca nadie te va a amar con la misma intensidad, que la felicidad es efímera y que el tiempo solo ayuda a quien lo sabe aprovechar.

domingo, 19 de mayo de 2013

Marihuana


-¿Y si nos detiene la policía?- Le dijo él a ella, asustadizo y bajando el volumen del radio del carro para hacer del contexto una cosa más seria. –Sólo son 40 pesos de mota. ¡Relax señor abuelo! – sonrió ella volviendo a subir el volumen y siguieron escuchando aquella canción de REM, “Losing my Religion”, en camino a su destino.

Fue un sábado de cualquier mes. Estaban aburridos y decidieron probar la marihuana por primera vez. En realidad fue más fácil que conseguir pan. Un lavacarros del río los llevó al lugar donde vendían la mejor de la ciudad. Él mismo compró la orden. 40 del producto y 20 de propina. Estaban realmente emocionados. Era la travesura de niños que les faltó por hacer.

Él era un loco consumado. Ella una aventurera por naturaleza. Eran los cómplices de cada segundo de sus vidas. Era esa amistad. Esa que las personas creen imposible su veracidad. Habían hecho todo juntos, menos fumarse un porro de Cannabis.

Ella había visto antes a otros amigos preparar un cigarrillo casero. Consiguieron papel que sale en la caja de los zapatos. Era bastante Marihuana y por razón lógica decidieron quitarle las ramas. Hicieron unos cuatro porros y todavía sobró. A ella se le ocurrió que podían hacer hot cakes con el resto.

Estaban solos en una casa de campo, alejados del pueblo, de la gente. Lo único que se escuchaba eran los grillos y los perros ladrando y aullando.

Ella encendió el primero. El porrito quedó rústico y para ser el primero no le quedó tan mal. Él no sabía fumar. Ella trató de enseñarle, pero él era demasiado bruto. No podía exhalar adecuadamente y se ahogaba fácilmente con el humo. Ella se burlaba. Hasta que el ángel encargado de las hiervas le dio la habilidad para fumar como un empedernido motero. Terminó fumando mejor que ella al final de la noche.

Cuando terminaron el segundo cigarro hicieron los panqueques pero los efectos ya empezaban a surgir. Ella sentía la cabeza revestida de frescura. Tenía mentolado el cerebro decía. Él por su parte estaba tranquilo, impaciente por sentirse especial.

Era la medianoche y cenaron hotcakes sabor marihuana con miel y mantequilla. Él estaba al punto de la decepción por no sentir efecto alguno. – Creo que esto no es para mí, no siento nada.- decía. – Vos tranquilo, ya verás. Concentrate.- Y así lo hizo. Después de comer se fumaron los porros restantes que ya eran de mejor calidad.  Ella tenía la mirada roja. Se sentía hiperactiva. Feliz. Comenzó a bailar un baile extraño con movimientos nunca antes vistos por nadie.

Finalmente él estaba más relajado. Concentrado como le dijo su amiga. La acompañó en el baile y se dio cuenta que su cuerpo estaba liviano, casi flotando. Nunca antes sintió lo mismo. Así se sentía estar en onda…

De pronto ella se detuvo en un salto. Aterrada y agarrando por el cuello a su amigo. – Acabo de ver a una niña corriendo por allá, lo juro.- le dijo señalando la casa vieja que tenía la propiedad. – Seguro es Scoth (el perro) que anda con vestido.- le dijo él conteniendo la carcajada. Ambos estallaron en risa pero ella estaba segura que vio una niña saltando de un lado a otro. Él tenía la mirada malévola de Freezer de Dragon Ball. Como dirían en las profanidades de algún callejón margina de Tegucigalpa: estaban completamente “mamados”.

La estaban pasando de lo mejor pero ella no quería ver más alucinaciones. Se metieron al cuarto. Se encerraron. Se tiraron a la cama. Ella encontró su celular. – Deberíamos llamar a alguien.- le dijo a ella con un poco de dificultad para coordinar las palabras. –Llamemos a tu ex.- dijo él entre risitas. A ella le pareció una buena idea. En su grado de elevación, recordó que su nuevo número no lo tenía él todavía y no la podría reconocer. Le marcó.

-Aló.- contestó su ex medio dormido.

Ella no respondió. (Risas al fondo)

-¡ALÓ! – Repitió-

-Que el Culo se te peló.- contestó ella y le colgó.

Se rieron hasta el dolor. Era algo incontrolable. Llegaron a las lágrimas, les dolía la quijada y la panza. De repente se quedaron en silencio, con pequeñas secuelas de la risa, pero uno de los dos no se contenía y estallaba otra vez.

Por un buen rato él se quedó en silencio total. –Creo que alguien viene para acá.- le dijo con toda la seriedad del mundo. –Agarrame la mano que ahorita vienen por mí.- le dijo a ella aferrándose de su brazo. - ¿Quién? – Preguntó ella con susto verdadero. – Los chafas y la policía vienen en camino. Agarrame, que no me lleven, ¡agarrame! – entró en pánico.

Ella se rio con las pocas fuerzas que le quedaban. Le aseguró que no venía nadie pero de todos modos lo agarraba fuerte de la mano. –Nadie te va a llevar, y si te llevan me llevan con vos.- le dijo ella sin reírse y eso lo tranquilizó lo suficiente para estabilizar el latido de su corazón.

A los pocos minutos ambos sintieron el cuerpo pesado. Ella tenía la cabeza con la adrenalina de una montaña rusa pero no quería moverse más. Él empezó a roncar y ella al rato lo acompañó. Siguieron agarrados de la mano. Ese ha sido el último capítulo de la historia de su complicidad y hermandad.

Él no ha vuelto a probar la marihuana. Ella lo hace de vez en cuando. Quizá producto de cuánto han cambiado sus vidas. El simple resultado de dos personas que toman caminos diferentes.

Un pedazo de felicidad surreal metido en un porro de Cannabis, para mí es totalmente legal, lo que la misma tiene de ilegal para otras personas. Tres vasos de vodka o de ron son más dañinos que un porrito, según leí por ahí. La gente de doble moral siempre tratará de criticar las locuras de los demás y que ellos antes hicieron en igual o peor magnitud.

Se trata de vivir. Nunca es malo hacer lo que te hace feliz si no dañás a nadie más ni a vos mismo. En paréntesis debo aclarar que no creo que deba ser en exceso. Y es que nada en exceso es bueno. Ni siquiera el amor, al final termina siendo contraproducente. 

domingo, 12 de mayo de 2013

A Quien Corresponda.


Está la caja vacía de un vino que se llama ‘Clos’ en la mesita de la sala. Es del barato. Lo compré en el súper y a pesar de que es pirujo no sabe mal. Me lo tomé porque quiero dormirme temprano, posiblemente escuchando a Silvio y a Sabina. Llevo unos seis días sin dormir bien. Un primo me ha recomendado rezar para dormir tranquila y un amigo me recetó una copa de vino tinto antes de ir a la cama (aun no entiendo en qué contexto lo quiso decir). Opté por el vino porque soy una pagana y porque además siento que Dios está dormido cuando yo tengo insomnio.

Me pongo a hablar todos los días con dos de mis mejores amigos. Seres imperfectos, distorsionados y mundanos igual que yo. Sucumbiendo ante la vida con problemas que son mucho más pequeños de los que ellos creen. Atrapados en las sensaciones que solo el amor, la tertulia que solo el putísimo amor te puede obsequiar. Benditos y muy jodidos ellos.

No necesito beber para poder escribir, ni escribir para poder beber. Solo bebo porque me gusta y escribo porque lo necesito, porque hay cosas que debo y quiero decir. Dedicado a mis amigos y a quien corresponda…

Hace tanto calor como en los adentros de la falda de una monja. Hace mucho tiempo que no me acordaba de vos. No desde la última vez que estuvimos hace poco más de un mes, finalizando de una vez por todas este remedo de amor, disfrazado de mucho sex, muchos celos y poca conciencia. Todo terminó como empezó. Justo así como te lo seguís imaginando. El hombre que se llama ardiente y se apellida insaciable y de apodo le puse El Pendejo. Todo fue de cariño amor. No es nada personal. Solo te vi de lejos y me dio pereza saludar. Algún día seremos amigos, tengamos la fe de que así será.

Pasando de tema: Estaba él. El de los mensajes bonitos. El abogado que escribe muy bien. El Apolo imperfecto. El que hace promesas de mantequilla. El que por alguna razón vio el encanto en mí y por esa misma razón mi encanto ante sus ojos se esfumó. Todo ha sido un sueño y una canción como dice (valga la redundancia) la canción. Quizás es mejor que sea así. El ahorro de lágrimas y desvelos nunca está de más, por el contrario se agradece. Algún día voy a acordarme de él como una buena película de esas que casi no hay. Algún día voy a entender por qué las circunstancias impidieron que le plantaran todos esos besos que tenía guardados para él… ni modo la vida es así.

He entrado en la onda “saludable”, procuro hacer ejercicio todos los días, comer sano aunque sea casi imposible, leer más y tratar de no pensar tanto. Los brincos y las zancadas que me hace hacer un negro sexy en videos me mantienen más fuerte y enérgica, pero la comida baja en grasa me da un tanto de depresión, la trilogía erótica que me sampé en menos de dos semanas me hace querer tener un novio. Y el tratar de pensar menos me hace pensar de más. No se puede tener todo.

Aunque me tome todas las botellas de vino de Chile, jamás tendré el valor para escribirle a él. A este otro tipo que me deslumbró al primer instante que le escuché hablar con un ramalazo de acento argentino o qué se yo. Me gustó tanto. Quiero creer que yo también le gusté. Pero enseguida lo archivé dentro de mis amores platónicos, justo al lado de Robbie Williamas y a su derecha Johnny Depp. Tiene todo lo que NO me gusta en hombre y sin embargo me encantó. Hasta que un día pasó lo que era imposible, pasó lo inevitable, lo que tenía que pasar y lo que pudimos evitar. Ahora de amor platónico pasó a amor frustrado. Ahí no tendrá grata compañía. Quizás nunca voy a olvidar cuando me dijo que tenía el complejo de Electra, pero tampoco voy a olvidar cómo me sentí porque no me llamó al día siguiente.

Y la vida sigue su curso cual si fuere el Río Amazonas. Descubrí que el chiste es no tomarse nada personal. No tomarse las cosas a pecho. Todos vinimos a joder y a ser jodidos. A ser pasivos y a ser activos. Es lo que toca. “La vida es una caja de bombones, Forrest.” Hay que comerlos todos.

 El vino está dando su efecto y ya siento mis ojos pesados. Ha sido un largo y hermoso día. Largo y hermoso justo como quiero mi próximo amor. Ok, aquí es cuando entran los puritanos de pacotilla a lincharme. Solo vivo mi vida y trato de llevármela tranquila. Igual que ayer pero con más responsabilidades. Igual de loca pero más consciente. Ya no creo en reencarnaciones ni vidas futuras, se vive el aquí y el ahora. Los que creen en eso deben ser gente muy aburrida. Esto es lo que te tocó y ni modo.

La valentía es un don que se nos da a muy pocas personas. Y me jacto de ser valiente porque si no, no sería como soy, no escribiría lo que escribo y pediría perdón cuando digo lo que siento. No me interesa la gente pendeja que pide perdón por ser quien son… insisto que no es el vino.

Soy todo aquello que te deslumbraría y te desencantaría al instante y con la misma intensidad. Hay quienes se acercan a mí porque piensan que soy bonita y soy pendeja, después me conocen, se dan cuenta que no soy tan bonita y no soy tan pendeja, entonces se van y yo me sonrío: “un pendejo menos” me digo a mi misma. Es simple. Si alguien se siente aludido ante mi comentario, no voy a pedir disculpas. Hay gente básica. Hay hombres muy básicos que quieren amar a mujeres básicas que sean buenas en la cama y brutas en la mesa, yo no puedo ser básica aunque resulte más fácil la vida y más perecedero el sufrimiento, pero para mí la complejidad es pariente muy cercana de la belleza, esa que muy pocos sabemos distinguir…

Y por último a mis amigos, a todos los desdichados y acomplejados, a los bajos de autoestima y amargados por algún mal amor o por un no-amor. Vivan su vida sin dejarse morir por nadie, hay tanto por vivir y tanto que llorar que sufrir por una sola cosa es la cosa más patética que hay. Más que escuchar una Cadena Nacional un domingo en hora estelar. No soy la mejor dando consejos, no quiero que me hagan caso, ni yo misma me hago caso. Solo deseo que vivan su juventud, que según mi abuela pasa rápido. Que ajusten la docena de amores pero que sepan elegir… sobre todo eso, que sepan con quien se van a la cama. Yo por los momentos me iré a dormir sola y CON SUEÑO. Bendito vino. A la otra me tocará rezar.