domingo, 20 de octubre de 2013

"El peor error de tu vida"

Esa noche él fue por mí. Él notó mi incomodidad desde el principio pero no me importó. Le dije que quería tomar algo. Debía tomar algo, no para agarrar más valor, sino porque sé que el alcohol nos hace más fluidos al momento de querer expresar algo, ya se declararle el amor a alguien o mandar a volar a alguien.
Fuimos al bar de un hotel. No recuerdo si fue una cerveza o un coctel lo que la mesera me trajo. Él no quiso tomar nada. Después del preludio y de tanto merodear, me dijo: “Yo sé que me vas a mandar a la mierda. Te estás vengando ¿verdad?” Lo negué y fui honesta. La vida es así. Él es un buen tipo. Lo quise mucho. Lo soñé por tanto tiempo, pero la vida tenía otros planes para mí.

“Estás cometiendo el peor error de tu vida”, me dijo serio y viéndome a los ojos. “Si es así pues lo afrontaré”, le dije con orgullo sincero a sabiendas de que probablemente tenía razón. Ni siquiera nos despedimos de beso. Solo fue un adiós simple. Esa fue la última vez que lo vi.

Tengo pocos años, pero los suficientes para aceptar que he cometido los errores más descomunales de toda mi vida. Eso sin contar que si algún día me llego a casar será otra cagada inmensa, pero nada comparable a las de antes. ¿Qué por qué estoy tan segura? Pues creo que hay ciertos límites para la pendejez, o al menos esa pequeña luz muy escondida y muy tímida que algún día sin precedentes  te pica ahí donde más te duele y eso se llama conciencia. Haberla conocido ha sido el acontecimiento más funesto y doloroso. Por suerte me ha tocado temprano.

Eso no significa que de ahora en adelante, a mis 23, a mis 26, a mis 40 y tantos no cometeré otros errores. Quizás los cometeré pero estoy segura que no cometeré los mismos de ayer. De eso me encargaré fielmente. No se puede ser pendeja/o dos veces. Con una basta y sobra.

La gente siempre tiende a encasillarte. Que si sos muy bueno sos muy tonto que si sos muy coqueta sos bien puta. Siempre estarán pendientes de lo que haces y de las decisiones que tomarás en toda la vida. ¿A quién le importa en realidad? De la familia nadie se puede salvar, pero los demás… fuck them. Es chistoso que el que te critica no ha terminado de señalarte cuando él o ella está haciendo exactamente lo mismo o quizás peor.  

Es difícil encontrar el verdadero sendero que te dirige a las sabias decisiones. Lo único que tengo claro es que el miedo es el peor consejero, que es más conveniente volverse un poco hipócrita con él y volverse su aliado. Él es quien puede destruirte o volverte fuerte en cualquier situación por muy peluda que sea.

Decidir estar con alguien o alejarse de él. Creer que ese error se puede suprimir con otro error. Estoy aprendiendo a no culparme por todas las estupideces que he hecho. No es fácil pedirle perdón a quien duerme al otro lado de la cama pero es casi imposible pedirte perdón a vos mismo que es con quién naciste y con quien vas a morir algún día.

Desde que comencé a publicar algo de lo que escribo, muchas personas me han criticado, unos cuantos me han halagado y unos pocos solo me leen por morbo, porque se imaginan a una mujer que se cree bonita escribiendo líneas que rayan en lo pornográfico. En realidad no me interesa mucho la razón por la que me lean, lo que me agrada y me asusta de alguna manera es que lo hacen. Trato de poner mente a lo que me dicen, ya sea bueno o sea malo. Mi ego ahora solo trabaja en saber conocerme. El ejercicio de cada escritor es saber identificar sus debilidades y disfrazarlas, conocer sus virtudes y explotarlas.

Me han llamado “coqueta” “pretensiosa” entre otras cosas por mis fotos... En fin, si regresan al párrafo anterior, específicamente en la última línea, entenderán un poco de lo que trato de decir.

No me imaginaría pensar que en unos treinta años podría recordar este blog y morirme del arrepentimiento por confesar que me encanta la mota pero no la consumo como quisiera, (está difícil conseguirla), por decir que conozco muy poco acerca del amor y del sexo y lo poco que sé, lo digo y lo narro en cosas propias y ajenas. Realmente no creo que llegase a avergonzarme de lo que ahora soy. De hecho espero ser cincuentona y seguir dándole con moderación a la Cannabis, que con la ayuda de Dios, algún día se va a legalizar y la podré comprar libremente.

Hay algo que puede frustrar a cualquiera y es el hecho de querer cambiar la mente de las personas, para ser más específica, cambiar su pensamiento tan cavernícola y retrógrado, enmarcado por la religión o por las idioteces de dizque moralidad que uno aprende desde niño.

No es lindo pero es lo que nos toca y no me interesa inmiscuirme en la imposible tarea de hacer entender a esa prima chismosa, a ese ex novio machista, a ese pervertido que no conozco y a esa vecina metiche que me vale un pito si no les gustan las fotos de mi espalda desnuda, de mis fotos en traje de baño, de vestido muy corto, de mis piernas cruzadas o de mi panza pelada. Hay mil formas de expresarse en esta vida, y hay quienes buscamos las formas más simples aunque no siempre signifiquen algo.

Me gusta quien soy. Me gusta como soy. Me gusta verme al espejo desnuda y me gusta mucho más que me vea desnuda el hombre que yo quiero. Dichosa que puedo hacerlo y el atrevimiento de considerarme un alma libre en un país de mentes tan cerradas, es lo que me hace sentir orgullosa de ello. ¿Será que eso me convierte en puta? No creo. Solo soy una persona con agallas. Aunque cuando las he necesitado casi nunca las he encontrado, como para saber cómo mandar a la mierda a alguien, por ejemplo...

No creo en los santos ni en los demonios. Nadie es totalmente bueno o totalmente malo. Aunque he visto la maldad frente a mis ojos, la he sentido en mi propia piel, no pretendo juzgar a nadie sin antes juzgarme a mí, que soy el ser que más me ha hecho daño y cada día trato de remediarlo aunque cueste un culo aceptarlo. Ni el yoga ni el budismo te dará tanta paz en esta vida como el perdón propio.

A todos los que he dañado o perjudicado de alguna manera y los que de igual manera me han hecho lo mismo, algún día me tomaré el tiempo de perdonarlos y de pedirles perdón. Ahora estoy en la difícil tarea de hacerlo con mi persona. Estoy tratando de ser consciente. Estoy en el aburrido proceso de ser “madura” y dejar de culpar al mundo por haberla cagado una y otra vez. De eso se trata la vida. De vivir, de cagarla y después aprender de ello. Y si no aprendiste, repites los pasos y al final lo terminas escribiendo en un blog, just like me.

No me interesa que algún mortal me señale por mis errores. Nadie mejor que yo los ha sufrido. Solo yo puedo saber lo que se siente. Como dice la muy acertada y cruel frase cristiana: “Cada quién carga con su cruz”. Cada quien vive su propio infierno en su propia cabeza. Y cada mañana trato de asimilarlo y espero algún día perdonarme completamente, por los errores del pasado y por los del futuro.

NOTA: Y voy a votar por ella. El candidato mujer. Aunque me desherede mi familia. No es por un partido político, es por la idea. Si es un error, la historia y la vida me juzgarán.