sábado, 24 de marzo de 2012

Alegría De Cartón

Es un día de esos que te estorba todo, hasta el aire. Un día de esos en los que estúpidamente te instalas en tu pasado, odiándolo y añorándolo al mismo tiempo. Uno de esos tantos días que tu cama parece tu mejor amiga y te querés aferrar a su confort, antes que tener que salir a la calle, a la universidad, al trabajo y verle la cara a las mismas personas de siempre, haciendo la misma rutina de siempre… ¿a quién se le ocurrió la vida?
Es uno de esos malditos días en que nada te sale bien. Te incomoda que te hablen y que te miren. Querés ser invisible. Querés tener la varita de Harry Potter para desaparecer cuando se te dé la gana. Tu mente se desprende a su totalidad de la realidad. Tu cuerpo es solo un manojo de huesos y músculos.
Esos días en los que prefieres no haber sido el espermatozoide más rápido. Te preguntas el origen de la vida, de tu vida, la de tu enemigo, la del vecino. ¿A qué venimos al mundo si no es pa jodernos la vida y jodérsela a los demás? Sin duda, es un mal día.
Es uno de esos días en los que ves las noticias  en el noticiario de la mañana, te dicen que ha subido la tarifa del transporte, el precio de los frijoles y hasta el oxígeno que respiras. Pasas el canal porque no querés afrontar la realidad y lo primero que te sale es un candidato a la presidencia, con el mismo discurso que aburre y ofende, el típico político de pacotilla, te suprimes en la cólera pensando que él no tiene que preocuparse por el aumento de nada, pues la experiencia le ha enseñado que dinero es lo que abunda en un país de riqueza y un pueblo tan ingenuo y conformista.
Uno de esos días en los que no querés que te llame ni tu madre, prefieres  estar solo, pero te gana la amargura porque no tenés pareja, pues siempre es bueno tener a alguien con quien pelearte y reconciliarte, alguien con quien desahogarte. Algo anda mal con mi signo zodiacal, pensás en silencio, después te avergüenza el hecho de que crees en horóscopos y en voz alta decís: ¡qué pendeja! La gente te mira con lástima susurrando “pobre loca”. Te da más rabia. Pero a la vez no te importa.
Así es querida nostalgia patuleca, es de esos días en los que te pones a ver fotos donde sales con tu ex. Donde se ven felices y enamorados. Te sonríes porque vienen miles de recuerdos como flashbacks de momentos  en los que conociste la felicidad. Pero el gusanito venenoso en tu cerebro te recuerda por qué terminaron, el daño que se hicieron, las infidelidades, los insultos… y como arte de magia se borra tu sonrisa y por impulsiva te atreves a borrar las fotos como si así borrases también los recuerdos… 
 Te detienes por un instante, respiras hondo y te das cuenta que es inútil. Vas a la papelera de reciclaje, recuperas lo que borraste y decides que los recuerdos felices merecen ser recordados. Que no tienen la culpa de tu amargura. Que solo es mal día… (y además sales bonita en las fotos, en todo caso sería mejor recortarlas).
No se puede evitar esa nube negra en uno de esos días donde lo agradable lo encuentras despreciable. Y salen a brote tus más viles instintos, toda tu miseria de ser humano. Por eso te da algo de alivio ver que hay gente más fea que vos, pero también te morís de la envidia cuando ves a una mujer caminado por el mall, ondeando el culo y presumiendo sus grandes tetas, junto de su pelo bien cuidado y su cara preciosa, todos la miran, hombres y mujeres y vos simplemente sos un cero a la izquierda para el mundo.
Es uno de esos días donde no hay dinero ni amor y la salud de nada te sirve si ya no le encontras sentido a tu existencia. Y tu alegría de cartón consiste en llegar lo más pronto posible a casa, comer pollo frito, tirarte a la cama a ver tele, ver Friends con la única y perfecta compañía de un tarro de ice cream, poner el celular en modo silencioso aunque nadie te llame ni te escriba. Reírte un poco y olvidarte de los problemas por un rato hasta que te acabas todo, te tocas la panza, te percatas que tus intestinos están inquietos, ahora estás angustiada y volvió doña amargura, la panza se te brota y tus tripas no dejan de molestar. El pollo y el helado no fueron buena idea.
La casa se convierte en tu propia cárcel, pero sin duda es mejor que allá afuera. Está tu laptop ahí cerca. Te metes a Facebook. Hay un nuevo mensaje y otras notificaciones nuevas. Las ves pero no les das tanta importancia. Adiós Facebook. Solo acentúa el descontento por la vida. Aumenta el tedio. También te burlas de los hombres que te piropean y ni te conocen, bobos que se dejan impresionar por algo de maquillaje y photoshop. Ves como todos festejan, se desnudan, beben, comen y lo publican mientras una se lamenta por su miserable vida, el único entretenimiento por ahora es quejarse de todo.
Pones música y en la lista de reproducción puras canciones corta venas, que viva el masoquismo.  Pero como todas esas cosas raras de la vida llega lo inexplicable y así sucede; de la nada llega como una especie de luz a tu cerebro. Son ánimos de salir, de hacer locuras, de probar la mota por primera vez y de perder la conciencia.
 La música siempre tiene ese extraño poder de cambiar tu estado de ánimo en segundos. Entras en onda en vez de ponerte más deprimida. Agarras el cel, le mandas mensajes a la única amiga que te aguanta el mal humor, pues el de ella es igual o peor y te entiende bien. Arman la salida. Te peinas, te pones un vestido corto y te maquillas con ese absurdo entusiasmo de creer que vas a conocer al príncipe de tus sueños en ese bar al que irás. Pero como andas tatuada la mala suerte en la frente, solo terminas saliendo a tomar unos drinks, a llorar borracha como estúpida con la amiga, "malditos hombres, no sirven" dicen en coro. Empiezan a mandar mensajes a quien no deberían y las consecuencias son fatales al día siguiente.
Antes de irte, un amigo de tu amiga, prieto, feo y chaparro te ofrece un cigarrillo con una envoltura extraña, huele feo, te dice como lo tenés que fumar. Al principio no le das, pero al son de los minutos le agarras el hilo, y empiezas a fumar tus problemas al estilo Bob Marley.
Se acabó la fiesta. Llegas casa, tambaleándote y hablando más estupideces de lo habitual. La amiga se lleva el dedo índice a la boca para suplicarte que te calles la bocota y no despertéss a la prima mayor. Te vas a dormir con la intención de borrar de tu casete ese día, aunque al final no haya sido tan malo. Con alcohol y marihuana en la cabeza, te conviertes en una cristiana hipócrita por dos minutos. Con los ojos cerrados agradeces al Cielo por el día con todo y sus marañas.
Al despertar no aguantas el dolor de cabeza, aprietas los dientes. No te sientes diferente que ayer, al contrario, son los mismos demonios en la mente más la resaca ganada. Te sientes horrible pues sabes que fuiste a gastar tus pocos centavos y neuronas para simular una alegría de cartón. Sabes bien que mañana será el mismo día que odias, la misma gente, las mismas calles, la misma mujer bonita del mall, el mismo político de la tele, el mismo fantasma del ex en la mente, los buitres del Facebook, la misma rutina de todos los días…  Es la misma mierda de siempre, solo que diferente día.

domingo, 18 de marzo de 2012

"No Abras Las Piernas"

"Mantén esas piernas cerradas” es la frase favorita de las abuelas y las madres cuando una señorita cumple 15 años o le baja por primera vez la regla. “Cuida bien tu tesoro” “espera hasta el matrimonio” entre otras frases que me dan algo de ternura… pues casi siempre las dicen en vano.


Mi pueblo es pequeño y ya saben lo que dicen sobre eso, el infierno es grande, pero haciendo referencia al mio ¡diría que es enorme! El machismo de los hombres que es muy bien promovido por nosotras las mujeres, es el nutriente más eficaz que hace florecer los tabús a cerca del sexo.

Me acuerdo cuando mi madre quiso hablarme de sexo por primera vez, creo que yo tenía como 17 años, empezó por las orillas, sigilosa, contándome sus experiencias y privacidades a lo que yo reaccioné: mami, esas cosas del sexo ya las sé, no quiero escuchar tus cosas, son privadas, le dije un tanto avergonzada.
-          
        -Bueno mija, el día que llegues a hacer eso solo te pido que te cuides, y si ya lo haces pues igual cuídate, no quiero que arruines tu futuro. – me dijo con un aire de preocupación.

-        -  No te preocupes ma, no soy tonta, tranquila. – le dije para calmarla.

Y a pesar de mi incomodidad por esa conversación agradecí que hiciera eso aunque estaba segurísima que no le habría hablado nunca de mi vida sexual. Pero creo que salió de mi cuarto un poco aliviada o al menos eso creo yo.
Las mujeres jóvenes de estos tiempos no nos enfrentamos a tantos señalamientos ni tabúes como los sufrieron en el siglo pasado. El hecho de que una mujer no llegara virgen al matrimonio era una deshonra, vivir con un hombre sin el permiso de Dios era un terrible pecado (y según mucha gente lo sigue siendo), salir embarazada tan joven era una vergüenza para la familia, entre muchas otras cosas.

Y tampoco es que las situaciones y las mentalidades han cambiado mucho. Las mujeres seguimos siendo iguales, mi abuela también fue adolescente y si un día tengo una hija ella también pasará por lo mismo. Tenemos la fortuna y la dicha de ser mujer, también tenemos el derecho al igual que el hombre de sentir placer siempre y cuando no dañamos nuestra dignidad que de por sí es un poco frágil después de cargar con el pecado de Eva y porque por muchos años nos hicieron sentir inferiores por no tener un pene.

Venimos del sexo. Y me parece algo fascinante el simple hecho de venir de algo bello entre dos personas, aunque no siempre es así. Siempre se ha visto a la mujer como objeto sexual, un instrumento de placer, y cuando empezó a revelarse y a defender su femineidad apareció el contrataque, asegurando que una mujer se convierte en puta por hacer el amor con distintos hombres a lo largo de su vida o una degenerada sexual por masturbarse. Me parece ridículo que todavía hay quienes repiten esas tonterías.

Pero con esto no quiero decir que las mujeres que piensan que la virginidad es algo importante y creen fielmente en el matrimonio y el pecado mortal de la lujuria, son tontas o ilusas, al contrario siento cierta admiración y a la vez cierta compasión. Pero cada quien manda su cuerpo, cada quien decide que carajos hacer con el suyo. Siempre es importante no dejar que alguien más lo decida por una.

Ser virgen para algunas mujeres es como una bandera de orgullo y me parece bien si eso las hace felices, otras mujeres son un poco más abiertas de mente, llevan una vida sexual activa y mandan al carajo los decálogos de como debe ser una mujer digna. Siempre me ha dado la impresión que las mujeres sexualmente activas son más sonrientes que algunas vírgenes que parecen un poco peleadas con la vida. (Ahora es cuando aparecen los moralistas a criticarme). Tener sexo no te hará puta, ser virgen no te hace una santa.

Con esto no quiero burlarme de la virginidad, es decisión de cada quien, tampoco digo que tener relaciones sexuales te hace mejor persona, pero dicen los expertos que te hace más feliz… (Siempre y cuando sepas cuidarte, pues primero que nada está la salud).

La mujer funciona distinto que el hombre a la hora de entregarse. No ocupa ver escotes ni piernas para excitarse (por lo general) el mejor afrodisíaco como dice Arjona siempre es el amor. El bendito amor que causa grandes tragedias y crea también cosas maravillosas.

La intimidad de una mujer es privada y exclusiva de ella. Su sexualidad es igual o más intensa que la de un hombre y está en sus manos cómo, cuando y con quién utilizarla. No veo pecado alguno. Cuando las cosas se hacen con amor todo es válido, y cuando una mujer decide tener sexo por placer también es válido siempre y cuando no le haga daño a nadie.

Es tu decisión si prefieres caminar sosteniendo un veinte entre tus rodillas o si quieres caminar como si te hubiese pasado un toro, hablando de casos extremos jeje...

 Vive tu sexualidad como mejor te parezca, usando tu inteligencia, haciéndolo (preferiblemente) con el corazón y con el amor para que no sufras mucho las consecuencias si ocurre algún incidente al que le tengas que comprar leche y pañales.

Nuestra dignidad de mujer no se mide por la existencia de un himen sino por un cerebro avispado y un corazón limpio. Ama, vive, ten sexo si eso te hace feliz y hace feliz a otra persona. Pero si prefieres esperar también es digno y aceptable, no debe haber cosa más hermosa que pegar a la primera y ser feliz con el primer hombre que te enseñe el mundo fascinante del placer, es como ganarse la lotería.

La felicidad de unos puede ser la desgracia de otros, en este mundo tan disparejo, ya no se sabe que es lo correcto, lo único que queda es hacer lo que nos hace felices sin tener que dañar a otros o peor a nosotros mismos. 

domingo, 11 de marzo de 2012

Nos Amamos y Nos Jod....



Al principio él y yo siempre nos llevamos bien, pero la tragedia griega empezó cuando me dijo ‘te amo’ por primera vez y yo me quedé muda. Quizás él lo dijo para atraparme más o quizás porque esa palabra esta un tanto prostituida en su vocabulario. Yo solo le había dicho esa insolente frase a una persona en toda mi vida y hasta el día de hoy se lo sigo diciendo aunque esté enamorada de otro. Pero no le dije ni siquiera ‘yo también’ porque simplemente no lo sentía.

Al día siguiente fue a mi casa temprano por la mañana. Yo estaba en mis peores fachas, el pelo agarrado con un moño, con mis lentes puestos, en unos shorts rotos y una camiseta escotada. Estaba en frente de mi computadora, justamente escribiendo el cuento que me dijo la noche anterior, que me ama y yo no dije nada pero recuerdo que le dije, te lo voy a decir cuando realmente lo sienta. Recuerdo que en mi drama y frustración estaba escuchando ‘no puedo enamorarme de ti’ del flaco Sabina, tan trágica siempre…

El caso es que llegó. Solo me levanté para abrir la puerta y regresé a sentarme en el comedor para seguir escribiendo. El entró, me quedó viendo extrañado pero yo solo le sonreí y volví a meter mis ojos en la compu, se sentó conmigo y después me pidió un que le diera un vaso con agua, ‘ya que ni eso me ofreces’ me dijo con sarcasmo. Me levanté sin voltear a verlo, el me agarró por la cintura me sentó en sus piernas y empezó a besarme en los labios. No me resistí pero no correspondí con entusiasmo al beso. Cuando se percató de mi indiferencia me soltó. Y le traje su vaso con agua.

-¿Qué tanto escribís?
-De lo mucho que te quiero y de las cosas que hacemos juntos.- le dije.
-Cuidado y te lo lee tu mamá.-  me dijo
-Jamás.- le dije sonriendo y sin mirarlo.

Me acariciaba una rodilla y me besaba un hombro con delicadeza. Yo sabía bien que significaba eso, pero a medida se ponía más romántico más lo ignoraba yo. Hasta que se dio por vencido.
Criticó mis gustos musicales, que nada que ver con sus rancheras. De mi afán por escribirlo todo. De lo rara que soy a veces. Yo solo me reía de él en mi mente. 

Al rato me cayó en mensaje de texto a mi celular. Era de un hombre, pero no era cualquier hombre. Él vio quien era y notó que me puse nerviosa pero no contesté el mensaje y puse el celular fuera de su vista. Le cambió totalmente el semblante de su cara. Ya no estaba concentrada para seguir escribiendo, rogando al cielo que no me dijera nada por el mensaje pues no estaba de humor para pelear.

-Así que seguís en contacto con ese ‘maje’. –reclamó.
-Siempre lo he tenido, desde que tengo 10 años.-contesté con mi sarcasmo más mordaz.
-Ya veo, está bueno, me gusta que tengas ese descaro, pues me demostrás quien sos.- atacó.
-Es muy temprano para pelear, relájate amor.- le dije mientras entraba a mi Facebook.
-Vas a seguir con eso o me vas a seguir ignorando.-me dijo ya exaltado.

Lo quedé viendo seria, pero comprendí que estaba actuando cruel. Y para evitar más problemas le dije que olvidara el mensaje, que aquel solo me saluda de vez en cuando, que ya no es importante y que mejor me diera un beso. Incliné mi rostro hacia el suyo e intenté besarlo pero ahora él se rehusaba. Me reí de él y de sus celos. Intenté seducirlo pero se hacía el difícil.

Ok! Le dije y seguí con lo mío, viendo los chismes del Facebook.
Se enfureció. Me pidió que borrara al tipo de la lista de mis contactos, insinuó que yo tenía algo con él todavía. Yo me rascaba la cabeza y seguía viendo mi compu.

-No sé cómo podés seguir hablando con él.-me dijo indignado.
-Y yo no sé cómo es que te dije que si ese día.-ataqué muy bajo.
-Ah! ¿Entonces te arrepentís?.-me dijo sorprendido.
-Sí, me arrepiento de haberte conocido.-le dije algo fastidiada y sin voltear a verlo.
-Pues a la mierda todo.-me dijo, se levantó y se fue.

Pero el drama le duró poco. Bastaron unas horas para que volviera a ser el mismo y yo con los días iba cambiando mi actitud. Dejándome adiestrar, aprendiendo a estar en compañía y dejando a un lado la soledad, la cual cuidaba como tesoro, me iba acostumbrando a él y poco a poco dejaba de escribir, para crear recuerdos, para vivir aventuras. Para aprender a amar a alguien diferente.

Hasta que conocí la otra cara de la moneda.

Era una mañana de junio, creo que era viernes. El vendría a casa como es de costumbre. Me bañé, me puse crema, me solté el pelo y quise prepararle un rico desayuno.
Él llegó, lo recibí en la puerta con un gran beso. Estaba feliz de verlo. En cambio él estaba agitado y algo serio. No le tomé tanta importancia. Cuando se percató que estaba cocinando para él se sonrió pero no dijo más. Le serví en la mesa, lo atendí como yo pensé que merecía ser atendido, como un rey. Le gustó el desayuno, me agradeció, tomó el último sorbo de jugo y se fue para mi cuarto, encendió el tele y se acostó en mi sofá.

Terminé de limpiar la cocina y me fui a acompañarlo. Me senté en la cama y vi que estaba afanado escribiendo en su BlackBerry. Y tampoco le di tanta importancia, al contrario. Me senté en la cama y empecé a acomodarme el pelo enfrente de él mientras lo miraba con esa mirada que él conoce bien. Él se paró del sofá y se tiró a la cama. Platicamos un rato, pues ante todo siempre nos tratábamos como amigos, después llegaron los amantes, surgieron los besos, las caricias, los te amos, la pasión...

El televisor seguía encendido, y cuando la testosterona y lo progesterona se calmaron, él volvió a enamorarse del tele. Noté que su celular estaba en mi mesita de noche, estaba vibrando el dichoso aparato. No le dije nada. Agarré el BlackBerry, lo miré a él y estaba cautivado viendo una película. Me fui a otro cuarto, me encerré con llave y me dije a mi misma: es ahora o nunca.

Empecé revisando sus llamadas. Nada anormal. Su mamá, un tio, una prima, yo y uno que otro número sin registrar. Sus mensajes de texto. Tampoco nada de gravedad, era uno que otro saludando o preguntando cosas de la universidad. En el bbm encontré la evidencia que jamás desearía haber encontrado. Eran conversaciones con mujeres. De esas que ponen su foto de display enseñando todas las carnes. Diciéndole y mintiéndole ‘hola guapo, como estás’ y él contestándoles ‘bien, linda, hace días no sé nada de vos’ y la conversación siguió fluyendo así, entre coqueteos e invitaciones a salir. No lo podía creer…

Me quedé helada. Sentí como una piedra en el estómago. Regresé a mi cuarto, él seguía viendo tele y no se dio cuenta que le agarré el celular. Lo volví a poner en el mismo lugar sin que se diera cuenta. Me senté a verlo y él seguía con sus benditos ojos en la maldita televisión. Por fin se dio cuenta que yo existía, o quizás sintió mis ojos que querían ser balas.

-¿Qué te pasa charraluda?.- me dijo extrañado.
-Nada.- contesté sin expresión.

Él no dijo más y aunque notó mi incomodidad no quiso averiguar más. Como siempre se hizo el pendejo para evitar una pelea. Me sentía idiota. Quería ahorcarlo. Correrlo de mi casa, de mi cama, DE MI VIDA.... Pero respiré hondo y ya más tranquila me acerqué, le agarré la cara y le dije: te amo viéndolo fijamente a los ojos. Yo también te amo, me dijo. Pero en mi mente solo habían imágenes sangrientas al estilo Spartacus, lo estaba besando pero en ese momento quería convertirme en Crixus y degollarlo, estaba herida, pero también pensaba para qué hacer dramas y escenas de celos, si de la misma manera en que me pagas así lo haré yo, como en la ley del monte. Es así como funciona el amor, me dije a mi misma. Desde ese día se empezó a desbaratar todo. Le perdí la confianza. Nuestro amor consistía en reproches, peleas, celos, todos los achaques de ese cáncer maligno de la desconfianza. Desde ese día entró en mi cabeza ese gusanito venenoso que no salió jamás, desde ese día ya nada fue igual para mí.

domingo, 4 de marzo de 2012

HOMOSEXUAL


De niña crecí creyendo que la homosexualidad era una enfermedad mental, algo atípico o quizás un castigo de Dios para los padres despóticos y machistas.

Quizás era tan boba o tan ingenua que creía en todo lo que me decían en la escuela, en la Iglesia, en mi propia casa y en el barrio. Estaba segura de lo “abominable” de la palabra homosexual, sin embargo no sabía distinguir muy bien quienes eran homosexuales.

Mi compañero de la escuela en tercer grado, tenemos la misma edad, unos ocho años, apenas, es frágil, quejumbroso, llora todo el tiempo sobre todo cuando los patanes de la clase le dicen mariquita, mujercita, culerito. (La crueldad de los niños es tan insolente) pero no lo considero homosexual, quizás porque lo conozco, le tengo aprecio pero dentro de mi inocencia de ochos años tengo la certeza que no es gay, aunque sea más sofisticado y vanidoso que yo no me lo imagino en el infierno ni en un hospital psiquiátrico.

Tampoco creí en los rumores que decían que el Sacerdote de mi Iglesia era gay, cuando tenía unos 10 años, escuché los comentarios de las amigas de mi abuela, “dicen que los encontraron juntos en la cama, al padre y a su cursillista, que barbaridad” comentaban las dos señoras con una biblia en la mano. Aquello que escuché me pareció realmente deleznable, aun así luego de pensarlo bien, no creí que fuese cierto, desde pequeña ya iba entendiendo el implacable veneno de los chismes y las intrigas. Tiempo después el supuesto padre homosexual se fue del pueblo, dejo el sacerdocio sabe Dios que es de su vida.

 Era una niña y siempre por creerme más lista de lo que realmente soy, creía que lo entendía todo, cuando en realidad me embarraba del fango de mi propia ignorancia…
No fue hasta en secundaria, quizás en mi último año, mi pensamiento había cambiado un poco, ya sabía distinguir quien era homosexual, por sus maneras y actitudes, pero mis cadenas mentales me impedían ver todavía la realidad.

A principios del 2006 había una película que causaba revuelo en todo el mundo. Se trataba de Brokeback Mountain o Secreto en la Montaña, una apasionada historia de amor entre dos vaqueros hombres, vi la película y me pareció muy buena, a veces creo que el cine influye tanto en mí como los libros.

En dos horas me di cuenta que todos tenemos esas cadenas que atan muy bien nuestra razón y nuestra capacidad de analizar nuestra realidad y las cosas incompresibles sin que estén las garras feroces de la religión, de los esquemas sociales y la más terrible: la propia ignorancia.

En tan poquito tiempo entendía más que lo que entendí toda mi vida a cerca de la homosexualidad.
La película no sería nada espectacular si se tratara de un hombre y una mujer, pero eran dos hombres aparentemente muy machos que se amaban con locura. ¿Y si es verdadero amor lo que sienten? ¿Por qué habría de llamarse eso un pecado? ¿Acaso Dios no es amor? Pensé y reflexione, tratando de aflojar un poco esas cadenas en mi mente.

Por cosas de la vida, cuando entré a la Universidad tenía deseos de estudiar Psicología pues siempre he sentido una fascinación por el cerebro humano y sus misterios, tiempo después descubrí que lo único que me hace sentir útil y plena es escribir, por eso cambié de carrera, pero en ningún momento lamento haber sacado varias clases de Psicología, pues aprendí mucho o eso espero.

Leí en un libro que en 1970 la Organización Mundial de la Salud había descartado la homosexualidad como una enfermedad mental. Pensé en mi compañerito de tercer grado al que le llamaban maricón. Pensé en el sacerdote picarito del pueblo, pensé en el travesti que se contonea al son de sus tacones por la peatonal, pensé en mis amigos y conocidos que son gays y no salen del closet aún.

Según varios teóricos, la homosexualidad puede derivarse de factores estrictamente sociales, como violación en la infancia, o la crianza demasiado mimada por parte de la madre, o por lo contrario la crianza demasiado estricta de un padre, con todo respeto a los teóricos sus propuestas me parecen absurdas y ridículas. Pueda que tengan algún sentido y en algunos casos se aplique muy bien a la realidad, pero mi percepción me dice otra cosa.

Todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos preguntado si somos homosexuales, bisexuales, en algunos casos extremos asexuales, o algo parecido a lo que no está dentro de lo común, ojo que con esto no quiero decir que considero que sea anormal como lo tachan varias personas.

En fin no quiero adentrarme en el mundo de la genética o la biología o la psicología que a decir verdad sé muy poco, mucho menos de lo que quisiera. No tengo que ser científica para hacer mis propios análisis aunque sean rústicos y poco convencionales, pero creo que no hay nada mejor como estudiar nuestra propia mente.

Busqué dentro de mí para ver si había alguna pulsión sexual o amoroso hacia otra mujer, aun estando consiente que me gustan los hombres. Y encontré dos cosas: primero, estoy segura que la mujer es mucho más atractiva y decorativa que el hombre, no me he puesto la camisa de feminista para decir esto pero creo que la mujer es más inteligente que los hombres y segundo, estoy cien porciento segura que no he sentido ningún apego romántico hacia ninguna mujer.

Soy heterosexual, y aunque una teoría algo loca y coherente a la vez diga que todos nacemos bisexuales, solo que algunos desarrollan más un lado que el otro, aun no he encontrado mi lado lésbico y sin sonar cruel o cínica he de admitir que me siento aliviada, no porque siga creyendo que es un castigo eterno del infierno o una patología mental, es porque sé lo mucho que sufren los homosexuales.

Son tantas historias, las vivo a diario, me las cuentan, las escucho y otras simplemente las observo.
Un día un buen amigo mío de la universidad me dijo llorando: yo no pedí ser así, yo no elegí ser gay. Y es verdad, nadie nos pregunta si queremos ser hombre o mujer, bonito o feo, poeta o matemático, pendejo o sabio, simplemente ya estamos predispuestos a ser lo que Dios quiere que seamos sino jamás hubiere permitido la existencia de los homosexuales;  a ver díganme cristianos católicos y evangélicos, ustedes dicen que Dios es perfecto y estamos hechos a su imagen y semejanza, entonces por qué será que permite tanta “imperfección”. Tan difícil es comprender para las personas que si la homosexualidad existe es porque Dios la creó.

El que mata es pecador, el que roba, el que miente también. Porque ellos fueron libres de elegirlo, nadie los obligó a pecar. Entonces, como puede caber tanta idiotez en la cabeza de un moralista para decir que un niño afeminado tiene que corregirse con mano dura para que en el futuro no sea un verdadero marica. Es repulsivo el pensamiento de algunas personas.

Entonces si me considero afortunada en el sentido de que sigo un esquema social, que me dice que tengo que casarme con un hombre y reproducirme, si soy honesta he de confesar que si, en efecto deseo lo que me dicta la vana tradición de la sociedad, y no es tanto que me sienta ‘dentro de lo establecido’ es que el miedo y la cobardía son jodidos, y no me imagino cuánto habría sufrido si hubiese nacido lesbiana.

Recuerdo que una vez una maestra de la escuela me llamó “marimacha” porque mis amigos todos en su mayoría eran varones, (y lo siguen siendo) me decía que yo debía de buscarme amigas mujeres, de usar maquillaje y peinarme más seguido, creo que nunca le tomé el consejo a esa vieja loca. Pero a lo que voy es como nos dicen desde pequeños qué tenemos que hacer y cómo debemos pensar, qué diferente sería si nos dijeran desde que somos bebés que hagamos lo que queramos, que somos libres de actuar siempre y cuando se tenga respeto por la gente sin importar su sexo, raza o religión.

La gente que sale del closet es muy valiente y admirable pero también entiendo a los que les da miedo hacerlo. Me conmueve mucho de ternura ver a padres de homosexuales cuando apoyan a sus hijos y me da tristeza ver cuando otros los rechazan, los desheredan… a veces imagino que tengo hijos y que uno me diga un día: mami soy gay o lesbiana. Sin duda no creo que sea fácil pero creo que me dolería más que un día me digan: mami maté a una persona.

Creo que como todo en la vida siempre hay un propósito para cada cosa. Siento mucho que algunas personas todavía sientan esas cadenas en el cerebro y no los juzgo de ignorantes pues yo algún día estuve ahí. Lo que se pide, se suplica es comprensión y prudencia ante las cosas que no podemos explicar.

Los homosexuales no son seres de otro planeta, han existido desde el origen de la humanidad y a lo largo de la historia les ha tocado sufrir mucho. Debemos celebrar el amor en todas sus formas. El negro se ama con la blanca. El japonés con la hindú, Carlos con Pedro y María con Estafania, tan simple y sencillo es comprender algo, nacemos para ser felices o al menos intentar serlo, no estamos pagando el karma de una vida pasada, la vida solo es una y sale muy caro vivirla sufriendo.

Si eres homosexual y saliste de tu closet interno te admiro mucho y te respeto, estoy segura que no fue fácil pues dentro de nosotros siempre está ese pequeño pendejito de la escuela que juzga y señala, nosotros somos nuestros jueces más crueles. No hay cosa más linda que aceptarse y amarse así mismo.

Pero si eres heterosexual y todavía estás atado y tu mente sigue cerrada te invito a que intentes ver a las personas con más respeto, pues es lo que somos ante todo: seres humanos. Ya verás como respetando y aceptando lo que no comprendes te hará ver y sentir bien. Serás un poco más feliz y ten por seguro que los demás también te respetarán.