domingo, 22 de julio de 2012

Todo Es Posible


Expectativa: Es 2007. Estoy en el colegio, disfrutando de mis amigos, bebiendo ron y vodka, having fun, bailando reggaetón, riéndome por cualquier cosa, quiero olvidarme del amor, quiero ser invencible, todos son lindos, amo a todo el mundo, soy poderosa. Estoy loca por entrar a la U. quiero ser abogada, lo que mi padre siempre quiso. Estoy viviendo la vida. Qué hermosa es la adolescencia.

Realidad: tengo 16 y estoy en último año, en el colegio los maestros se dieron cuenta que mis amigos son unos borrachos, me expulsan del  colegio por “perturbar el orden”, mis amigos no son tan lindos, no los quiero ver, no siempre están cuando los necesito, me quedé en una clase, quizás no me gradúe, ya no soy tan poderosa, tengo miedo de irme, dejar mi casa, soy más débil de lo que creo.

Expectativa: es mi primer año de la Universidad en una ciudad algo grande. Me matriculé para estudiar Psicología. Conozco gente muy excéntrica e interesante. Me gusta lo que estudio. La vida lejos de casa no parece ser tan mala. Salgo a fiestas. Que rico es ser independiente.

Realidad: extraño mucho mi casa. Ahora tengo que ahorrar más. Esta carrera es bonita pero siento que no es para mí. Hay gente muy loca, los maestros están todos locos. Creo que Freud es un tanto obsceno. La psicología es para gente muy capaz. Es un atrevimiento el mío estudiar esto sabiendo que estoy loca.

Expectativa: hay unos vecinos que están muy interesantes. A mis primas y a mí nos coquetean. Son futbolistas, tienen un cuerpazo, son altos, visten bien, esos bíceps, esos abdominales. Uno de ellos me pidió mi número, somos amigos en Facebook y me invitó a salir… ¡qué emoción!

Realidad: salimos varias veces con los futbolistas son unos completos idiotas. Al principio nos divertíamos, después sacaron las garras. No hubo nada que lamentar, pero ahora sé que una cara bonita no es sinónimo de buen prospecto. Mejor sigo con mi eterno amor. Amándolo de vez en cuando. Mejor viejo conocido que peor por conocer.

Expectativa: me matriculé en Periodismo. Fue una decisión repentina. Estoy entusiasmada. Quiero hacer nuevos amigos.  Quiero aprender técnicas de redacción. Quiero ser una escritora. Quiero enamorarme del hombre ideal.

Realidad: En el país hay un Golpe de Estado y todo parece un caos. No he recibido clases. Estoy algo decepcionada. No sé si deba estudiar eso. Mi madre no está muy contenta. Ella quiere que sea abogada así como mi padre quería. No sé qué hacer. Solo quiero escribir. Quiero escribirle una novela a Mel.

Expectativa: por fin las cosas se calmaron un poco. Por fin entré otra vez a clases. Me emociona mucho las clases de español y las de Derecho  porque solo de política hablan. Estoy entusiasmada. Mis ganas de estudiar jamás estuvieron tan sublevadas. Por primera vez en mi vida disfruto la vida de estudiante.

Realidad: ya todos me tienen harta, solo hablando de Mel y Micheletti. Qué novela ni qué mierda. Ninguno se merece que yo gaste mis neuronas, mi retina y mi energía hablando de lo mucho que han jodido al país. Políticos estúpidos. No sirven para nada. Mis maestros también. Solo hay dos de calidad, los demás son basura. Solo se van a sentar a hablar de su vida y sobre la novela del golpe.

Expectativa: he hecho amigos en mi nueva carrera. Estoy segura que tomé la mejor decisión. Hay un maestro que se ha hecho muy amigo mío. Le gusta como escribo y me emociona la idea de saber que hay gente como yo. Enterarme de que también se puede comer escribiendo, haciendo lo que más amo. Estoy en el lugar indicado con las personas indicadas, estudiando lo que debo estudiar.

Realidad: no me gusta redactar noticias y peor si son malas noticias. Creo que mi amigo el profesor me sobrevalora. Lo estoy decepcionando. No sé si escribo bien. Creo que ya no quiero ser escritora. Debí elegir estudiar para abogada.

Expectativa: la seguridad y la autoestima han regresado a mí. La vida trascurre tranquila hasta que conozco un abogado. Él es atento conmigo. Nos hacemos amigos. Me pide mi número. Hablamos por Facebook. Poco a poco me voy enamorando. Él tiene todo lo que siempre busqué. Es el hombre ideal. No puedo estar más feliz e ilusionada.

Realidad: el abogado de ensueño resultó siendo “The devil’s advocate”. Que bruta soy. Se acabaron las sonrisas, las noches de insomnio felices. Que pendeja, creer que un hombre es mejor sólo porque tiene más años. Estoy llorando, no quiero fiestas, no quiero saber nada de nada. No quiero saber nada del amor.

Expectativa: mi mejor amigo me presentó a alguien. En realidad ya lo conocía pero no me llama la atención. El abogado del diablo ha vuelto como si nada hubiese pasado. Ya no siento lo mismo pero no puedo ignorarlo. Creo que lo voy a querer toda mi vida. No me interesa nadie más. Creo que todos merecen una nueva oportunidad. La luz regresó a mi vida. El otro... es un “x” para mí.

Realidad: el nuevo amiguito es muy insistente. Besa muy bien. Me llama todos los días a cada momento. Casi no me acuerdo del abogado. Ya no me importa si me habla o no. Es mucho mejor así. Este nuevo chico se cree muy macho y según él me está conquistando. Yo le hago creer que hace un buen trabajo. Con él me divierto mucho pero no es intelectualmente atractivo. No me importa. Pero no quiero nada serio con él.

Expectativa: estoy empezando una relación. Creo que es un buen hombre. Tenemos mucha química. Es un pervertido y me encanta. Estoy segura que las cosas pueden funcionar. Hemos prometido hacer las cosas bien. Dice que me desea en todo momento no creo que me vaya a ser infiel. No lo amo pero lo quiero muchísimo. Ya no me acuerdo de nadie más.

Realidad: extraño mi libertad. Solo pasamos peleando. Él piensa que las cosas se resuelven con besos y caricias. Siento que me equivoqué otra vez. Hay toda una telenovela alrededor. Pero siento que lo amo. Bueno… No sé si lo amo pero igual le digo que lo amo. Descubro que me engaña. Lo engaño también. Definitivamente esto no puede ser amor. Debemos terminar. Decido dejarlo. No puedo dejarlo. Volví a cagarla otra vez. ¿En qué me he metido?

Expectativa: necesito ocuparme de mi vida otra vez. Ponerle mente a mis clases, a mis sueños más inmediatos y lejanos. Olvidarme otra vez del amor, borrarlo de mi sistema. Reordenar mis pensamientos. Estar más junto a mi familia. Redescubrir mi vena literaria. Calmar mis deseos carnales. Ser fuerte y seguir ignorándolo.

Realidad: la juventud se hizo para cometer errores. Voy a regresar con él. No soy tan fuerte como a veces parezco. Ya no me importa el primero ni el segundo ni el tercero. Estoy sumergida en una especie de pasión en su estado más puro y quiero estar allí. En realidad no me importa lo que piensen mis amigos. ¿Será que el amor en exceso es malo?

Expectativa: las cosas se han calmado. Todo se solucionó para bien. Estas vacaciones decembrinas me han sentado bien. Voy a comer como loca para que no me sigan diciendo que estoy muy flaca. Estoy con mi familia completa. Estoy feliz…. ¿y él? Pues… la verdad si lo quiero aunque esté loco.

Realidad: es un año nuevo. Y mi último en la universidad. Él es un completo idiota. Y por alguna razón ya no me siento la misma. Es alguien que no vale la pena. Las cosas han cambiado en mi vida. Me siento muy decepcionada. Siento que tomé muy malas decisiones y estoy pagando las consecuencias. A veces lo extraño. A veces me extraño a mi misma. A veces ya no sé quién soy.

EXPECTATIVA: tengo que ser fuerte para mantener mis decisiones. Abrir los brazos a todas las oportunidades que se me presenten. Olvidarme de cada tonto que me hizo llorar. Ser responsable y más puntual. No debo insultarlo cuando ande borracha. Debo tratar de bailar más y beber menos. Debo dedicar más tiempo a mi familia. Quiero volver a hacer ejercicio. Ahorrar más y comprar menos. Tengo que tener fe, paciencia y humildad. Tengo que ser agradecida con la vida. ¿Y el amor? Pues él sabrá cuando llegar. Debo hacer todo lo que esté en mis manos para hacer que lo escribo se haga realidad.

miércoles, 11 de julio de 2012

Lo haría otra vez…



Volvería a jugar al papá y a la mamá con aquel vecinito que más tarde se convertiría en un total desconocido.

Volvería a emborracharme otra vez un día antes de ir a un retiro espiritual y portarme muy mal mientras las monjas duermen. Volvería a caminar bajo una gran tormenta con mis dos mejores amigos, lo haría mil veces.

Volvería a enamorarme otra vez a los diez años del hombre más lindo e inteligente que jamás conoceré en la vida.

Volvería e elegir a los hombres como mi único delirio, las mujeres son muy cabronas para intentar amarlas. 

Le volvería a dar una y mil veces el primer beso, el segundo, el tercero y el penúltimo.
Sin pensarlo dos veces, volvería a escogerlo a él como el primero si tuviese que elegir otra vez.

Sin dudarlo ni un segundo, volvería a elegir a mi mejor amigo aunque a veces no lo soporte.
Volvería a enamorarme perdidamente de mi profesor de la universidad. Volvería a sentirme así, tan feliz, tan infeliz, tan afortunada, tan idiota.

Volvería a escribirle todos esos cursis poemas que ahora no puedo ni leer porque me da vergüenza.

Volvería a besar al ex de una amiga, volvería a enamorarme de él, volvería a hacerle el amor, una y otra vez…

Volvería a mandar a la mierda a cualquiera que me diga que debo de tener unas tetas más grandes para ser más bonita.

Volvería a colgarle el teléfono una y otra vez y cagarme de la risa y del llanto después.

Sin dudarlo por un momento, volvería a hacer todas las locuras que hice por amor, como escaparme los fines de semana, mentir, gritar, besar hasta el hastío, desvelarme con el BlackBerry, sentir que el día tiene pocas horas.

Volvería a besarme con otro delante de él, volvería a agarrar a otro de la mano, con tal de ver esa cara otra vez, esa sensación de placer al ver que al menos una vez sufrió lo que yo sufrí al enterarme de sus amoríos.

Volvería a llorar otra vez, a tragarme todas mis palabras, a tirar mi orgullo en las corrientes del río
Patuca, a cometer las mismas pendejadas por las que sufrí tanto.

Volvería a gastarme toda mi mesada en libros y en vestidos. Volvería a probar la mota y sentirme en el aire otra vez.

Por Dios que volvería a besar esos labios que me demostraron tanto amor y cariño. Aunque sea prohibido y para algunos: abominable, aunque sea pecado, lo volvería a hacer.

Volvería a elegir la misma carrera aunque a veces me arrepienta. Elegiría una y otra vez ser una loca que le gusta escribir lo primero que se le viene a la mente.

Volvería a grabar esos videos, volvería a hacer realidad todas esas fantasías que existen en los rincones de mi perversión.

Volvería a rechazar a cualquiera que no llenase mis expectativas, a cualquiera que no me llenara como mujer, a cualquiera que no estuviera a mi mismo nivel de pensamiento. Les diría adiós sin el menor de los remordimientos.

Volvería a leer los mismos libros, a escribir las mismas pendejadas. A cometer los mismos errores que en su momento me dolieron pero que me dejaron grandes lecciones.

Los mismos raspones, las mismas cicatrices, los mismos granos, los tendría otra vez…

¿Y de qué valdría arrepentirse? Querer cambiar lo que hice y lo que fui, sería no estar de acuerdo con lo que soy ahora. Y como siempre hago honor a la sinceridad, me siento cómoda y tranquila con lo que soy, con todo y las cagadas y los trofeos, tengo veintiún años y siento que no he vivido lo suficiente, pero si he vivido intensamente…

De lo único que me arrepentiría es no haber hecho algo que en ese momento deseé hacer y por miedosa no hice, por pendeja o cobarde, eso ya no importa, lo que he hecho hoy lo volvería a hacer una y otra vez con tal de ser la misma charraluda y loca que está escribiendo estas majaderías.