lunes, 11 de junio de 2012

Por ser más que un amigo


  Por pedirme que moviera la silla aquel primer día de clases hace siete años. Por quedarme viendo de esa manera tan simpática y caerme bien. Por hacerme saber que sos un tarado completo. Por reírnos de los maestros y los compañeros del colegio. Por creernos más bellos que los demás (negros y gordos, pero siempre bellos).
   Por hacerme escuchar música de Avril Lavigne y cantar “Girlfriend” y “My happy ending” a todo volumen en tu carro. Por robarme mi celular y cambiarle todas las piezas por otras más feas. Por soportar mis insultos y mis golpes. Por todas las tardes que pasamos tirados en el corredor de mi casa, hablando siempre de lo mismo.
   Por confesarme que te gustaba esa persona. Por hacerme confesar mis secretos más íntimos. Por hacerte confesar tus secretos también. Por considerarte mucha cosa para muchas mujeres (la mayoría sluts). Por llevarme a la casa las rosas y los regalos que me mandaba otro y hacerle creer a la gente que eran de tu parte para que dijeran: que caballeroso ese muchacho, (tarado completo).
Por caerle bien a mis hermanos, a mi madre y a toda mi familia. Por tener amigos en común. Por salir de parranda hasta tarde. Por bailar más o menos bien, por manosearme en la calle para que crean que soy tu mujer (ya supéralo, please).
   Por llevarme ese día a tu Universidad. Por ser cómplice en mis mentiras, por pedirme consejos para armar las historias que le inventabas a tu papá para poder salir. Por advertirme lo que yo siempre te advertía: “El que se enamora pierde”.  Por no me juzgarme cuando te cuento mis pecados. Por sentirme que puedo decirte lo que no me atrevo a decirme a mí misma.
    Por ser la número uno para vos. Por ser el número uno para mí.
   Por dormir en mi cama y después dejar un hoyo en el medio por ese peso de elefante. Por comerme toda la comida. Por llevarme a restaurantes y salir corriendo para no pagar (debería darte vergüenza), por tirarme de aquella moto y dejarme la mejor cicatriz en mi pierna izquierda, (mi venganza sigue en pie), por dejarme una herida o un morado cada vez que nos peleamos.
Por enseñarme que los panqueques también saben rico con “yerbabuena”. Por creerte bello y artista y que las verdades cuando te digo cerdo triquinoso no te duela, (siempre admiraré esa autoestima).

Por mentir, inventar viajes y retiros para pasar fines de semana juntos. Por sentir tristeza por aquellos que no conocen ni saben apreciar una amistad sincera.
    Por las veces que nos peleamos por nuestras relaciones. Por ese enojo inexplicable que me dio cuando ella te hizo sufrir. Por todos los consejos que te di y que nunca tomaste en cuenta... hasta después comprendiste. Por demostrarme que yo cometí los mismos (o peores) errores con él.
Por aquel día en el que me llamaste llorando como un niño, contándome tus problemas existenciales. Por escuchar mis lamentos y porque nunca te cansas de consolarme. Por entenderme como nadie lo ha hecho…

Por hacerme ir a una iglesia que no es la mía y aun así pasarla bien, todo se trata de vivir aventuras.
Por molestarte mientras estás manejando, pellizcarte la panza y decirte: ¿no te da asco ser vos mismo?
   Por tirarme completito el pastel de cumpleaños en la cara y revolcármelo por todo el pelo. Por romper tu palabra de no volverme a hablar cuando te enojaste conmigo aquella vez. Por inventar un pretexto para llamarme (jajaja). Por hacerme saber que sin mí no podrías vivir, ¡ridículo!  
Por hacer creer a la gente que somos novios y después reírnos de ellos. Por irme a comprar a la farmacia lo que a mí me daba pena. Por no tener ese gusto por el alcohol y decir NO cuando te ofrecen (ojalá fuese como vos), por las personas que dicen que sos drogadicto, pero no saben que sos un tonto natural.
    Por estar siempre ahí, a mi lado. Por ser el mismo conmigo aun cuando conoces todos mis defectos. Por ser tan feo y gordolfo. Por ser mi perruncho irremplazable. Por llorar conmigo. Por ser tan cursi y tan sínico al mismo tiempo. Por no tirarte pedos delante de mí.
   Por tener mil fotos de los dos. Por tener la misma edad que yo aunque aparentas ser un viejo de 40. Por hablarme todos los días aunque sea solo para insultarme. Porque sé que no podés vivir sin mí, andrajoso.      Por ser parte del mejor capítulo de mi vida. Por ser esa sonrisa, ese regaño, esa mirada, esa palabra que necesito para recordar lo que soy y lo que quiero. Por enseñarme el valor de la amistad. Por extrañar a nuestros padres que se fueron de este mundo...
   Por saber que jamás dejaremos de querernos pase lo que pase. Porque te amo mucho, porque me siento agradecida con Dios porque existís, porque ya sos parte de mi familia... por que más que un amigo sos mi gran hermano....