jueves, 12 de diciembre de 2013

La Primera Noche

Me despierta su respiración pronunciada.  No puedo ver la hora pero el sol ya está saliendo. No he dormido mucho pero me siento relajada. Tengo adormecido mi brazo izquierdo porque su cuerpo está volcado al mío. Una de sus piernas divide las mías. Su mano derecha encima de mis pechos y su brazo izquierdo sosteniendo mi cabeza. Raras veces amanecemos así, pues casi siempre me despiertan pesadillas, sueño que me estoy asfixiando. Su temperatura corporal es muy elevada.

No puedo dormirme otra vez. Escucho los ruidos de la mañana y del pequeño queco que se instaló en techo. Es un buen momento para pensar. Para planificar las tareas atrasadas del día anterior, es el momento ideal pero él empezó a roncar. Lo muevo un poco y se estremece. “Estás roncando”, le digo. “Lo siento”, responde y se vuelve a quedar dormido. Lo volteo a ver y me río sola.  Empiezo a recordar la noche anterior y las noches anteriores.

La primera noche fue un accidente. Un accidente probablemente provocado por mí. Lo invité a casa sin malas intenciones. Pasé por alto el hecho de que no debía de hacerlo, no por intuiciones moralinas, sino más bien por prudencia. Pero no, ahí va la necia, la todo lo puedo buscando el peligro, aunque haciendo honor a la honestidad, jamás creí que él representara algún peligro para mí. Y es justamente cuando la vida te sorprende.

Llevó una botella de vodka de arándanos y soda, preparó los tragos, que a decir verdad no sabían muy bien. Lo importante era disfrutar su compañía, desde el principio me pareció un buen tipo. Relajado, tranquilo y sobre todo muy astuto en su trabajo. Recuerdo haber bebido poco pero me sentí mareada, aún recuerdo el sabor, para nada agradable. También recuerdo que él ya tenía sus drinks encima, a juzgar por su cara enrojecida y su aliento. No recuerdo para nada de lo que hablamos, quizás eran trivialidades. Recuerdo todo desde el instante en el que le dije: tengo sueño, vení a recostarte un rato.

Algo en su rostro cambió, seguro pensó: bueno me ahorré el cortejo y la palabrería. Pero en realidad lo que yo quería era dormir y sabía que aquel tipo de cuerpo menudo y de sonrisa descarada era totalmente inofensivo…

Se lanzó a besarme y fue cuando comprendí la magnitud de mi error. Los hombres no leen entre líneas, solo ven los espejismos. Si hubiese querido tener algo con él, seguramente me hubiese depilado las piernas, me hubiese vestido de una manera más seductora, hubiese peinado y alisado mi pelo, hasta hubiese intentado salir unas cuántas veces con él para saber si existía ese tipo de química que solo los amantes conocen y así evitar perder el tiempo. En realidad no. No quería nada esa noche ni cualquier otra ni con él ni con nadie. Pero el borrachín perfumado se abalanzó sobre mí, casi, casi como un asalto.

-NO.- le dije- Esto solo va a complicar las cosas.

-¿Por qué no?.- me decía sin tener la mínima intención de detenerse.

-Porque no.- insistí.

Y ante la falta de señales de querer rendirse…

-Imbécil. Sos un imbécil.- le dije molesta.

Pero él sin ánimos de querer rendirse, se aferró a mí, cual si fuere un animal aferrado a su víctima, tomando su punto más débil.

Realmente me sentía molesta, pensé que me estaba perdiendo del inicio de una probable saludable y duradera  amistad. “Tan idiota”. – pensaba-. “Es simplemente igual de idiota que todos los pendejos que he conocido. Que toman medidas absurdas cuando quieren conseguir un polvo.”

Y como todo violador que se rinde cuando su víctima deja de defenderse, se convenció que nada conseguiría esa noche. Antes de querer parecer un necrófilo, se puso la máscara de seductor pero para la mala fortuna, no tuvo éxito.

Me sorprendió el hecho de que lo dejé dormir conmigo. Aunque nada pasó esa noche, lo más prudente era ponerle dos alitas y mandarlo a volar pero no pude, quizás era el cansancio. De hecho lo corrí y le dediqué otros insultos más, pero simplemente no se fue y yo lo dejé quedarse.

Fue la primera noche de muchas más. Estaba segura que no sería la única noche, lo sabía y no me dio la gana evitarlo.

En la segunda noche el criminal consiguió su cometido pero también utilizando más de la fuerza que de la astucia. Supongo que me di por vencida pero esta vez opté por dejar de ser la víctima y unirme a la batalla.

Y así llegaron muchas más, fueron besos interminables, moretones, risas, lugares prohibidos, la humedad, el sudor, los ruidos, esos ruidos… cada noche era algo nuevo, cada vez era aún mejor.

Hacer el amor se volvió como un delicioso deporte, en el cual por fortuna  –casi- siempre yo resultaba ganadora. Pero nunca era suficiente. Adicción de ver las estrellas con los ojitos cerrados. Cada noche y cada madrugada fueron como esos postres que no podés dejar de comer aunque sepas que te harán daño de alguna manera.

Pero también hubo esas noches donde el sexo no fue el gran anfitrión.  Noches de infortunio y decisiones difíciles. Porque llega un punto donde se traslapan la pasión con el amor y viceversa. Es justo ahí cuando se empieza a joder todo.

Es mi amigo y es mi amante y mañana puede ser todo o puede ser nada. Es tan perverso que puede tomarme fotos mientras le hago el amor o puede ser tan tierno que pude consolarme el llanto en esas noches terroríficas. El único que ha logrado que no lo rechace por venir cayendo de borracho y oliendo a cigarro. Es lo que jamás en la vida imaginé pero no me arrepentiría ni de un segundo a su lado, de ningún beso, de ningún orgasmo, de ninguna noche.

Abro los ojos y terminan los recuerdos y pensamientos. Lo volteo a ver y el Cindirello sigue plácido, dormido, sin percatarse que ya es hora de irse. Me revoco a lo que pensaba minutos antes, se me hace una locura y que todo es surreal. Todo pasó tan rápido. Me doy la vuelta y lo abrazo. Me inmiscuyo en su cuello y lo beso en varias ocasiones. Me desligo del pasado o del futuro y no pienso en nada más. Por suerte ya no siguió roncando.





3 comentarios:

  1. ¡Excelente escrito!, éste, al igual que la mayoría de tus escritos está espectacular.
    FELICIDADES.

    ResponderEliminar
  2. Jejeje. Esta ya no fue acciental. Excelente lectura

    ResponderEliminar