miércoles, 1 de agosto de 2012

El Príncipe Azul





Si, es cierto. Todas en algún momento hemos soñado con ese hombre perfecto. Ese príncipe soñado que llegará en un Ferrari en vez de un corcel, que nos llene de flamantes besos y regalos, que sea esa pasión desbordada, que huela rico, que tenga ese porte de caballero y sonrisa pícara, que sea culto, que tenga  todo grande, que te complazca en TODO y que la familia lo adore y tus enemigas te lo envidien a morir.

Es cierto. Todas somos algo pendejas. Todas somos ilusas al creer que un hombre ideal y perfecto nos espera en algún lado. Pues no. Te tengo noticias, la perfección es algo que no se nos concedió a los humanos y mucho menos se les dio a los varones. Esos seres especiales que causan el amor y el odio en nosotras con esa misma intensidad.

La buena noticia es que si bien no existen los príncipes azules, si tenemos el poder de saber elegir a alguien que al menos tenga esas características que deseamos y después moldear sus defectos para hacerlos más perfectos a nuestros ojos, como quien dice, hay que saber besar al sapo para convertirlo en príncipe.

Pero no te alegrés. Que no en todos los hombres funcionan los hechizos. Siempre hay algún idiota que nos tratará de arruinar la existencia al hacernos creer que es el tipo ideal, la cosa más bella, el mejor amante, el único amigo, el más chistoso, el todo. Y después de un tiempo, así por arte de magia saca su verdadero yo y entonces conoces a la bestia que resultó ser todo lo contrario de quien te enamoraste. Como cree que te tiene en sus manos (y quizás así sea), te hará ver que él es quien de verdad te mereces y tenés que aceptarlo así. Si, eso me paso a mi, ríanse pero no mucho porque a todas nos pasa.

Entonces después los poetas andan escribiendo frases absurdas como la que dice que el amor va de la mano del sufrimiento, nos tragamos ese cuento y asumimos que así debe ser. Pendejada completa…

Sé que todas las mujeres somos diferentes. Hay unas muy bellas, otras no tan bellas, algunas un tanto feas y otras que no sabemos lo que somos pero nos sentimos bien frente al espejo. El caso es que todas pensamos, sentimos y actuamos un tanto diferentes… todas buscamos quizás hombres diferentes que se apeguen a nuestros intereses, pero cuando se trata del amor, cuando es sobre AMOR creo que todas tenemos un mismo patrón de estupidez a seguir. La buena noticia es que no es para toda la vida. De alguna u otra manera tenemos que aprender. Para mi desgracia a mí me queda mucho camino que recorrer.

No soy ninguna gurú en relaciones ni quiero serlo, sería la menos apropiada para hacerlo,  soy joven, soy inexperta, aún me queda mucho por vivir y conocer, pero si me tomo el derecho de decir y expresarme en base a lo que he vivido en mi piel y en la de otras personas.

Tenemos la misma naturaleza, esa magia de sentirnos mujeres y dejarnos conquistar. He conocido caraduras que dicen que no creen en esas pendejadas del amor, y que todos los hombres son iguales bla, bla, bla… yo fui una de ellas, de hecho todas en algún momento nos volvemos de roca debido a los golpes y a los “fracasos”. Pero en algún rinconcito de nuestra alma disecada queda algo de ilusión y esperanza de encontrar el amor verdadero. 

Y la pregunta del millón ¿cómo encontrar al hombre de mi vida? Pues hasta ahora creo que no podré contestar esa pregunta porque no tengo idea y si lo supiera allí estuviera con él aprovechando el tiempo y disfrutando mis mejores años de juventud. Siento que hablé como una solterona que la está dejando el tren. Pero solo soy alguien que cree que merece algo mejor.

Pero algo de lo que SI estoy completamente segura es saber identificar a quienes NO podrían ser mi príncipe azul. Y eso solo se podrá saber conociendo bien a la persona de quien te quisieras enamorar. Mi experiencia me ha dicho con golpes y trancazos que no se debe entregar el corazón a nadie así por así, solo porque te subleva y te revienta las hormonas. La ignorancia es el opio del amor.

Entonces, muchos hombres se preguntarán: ¿qué es lo que quieren las mujeres? Si la trato bien y soy el príncipe que quiere, me creerá un tarado y se aprovechará de mí, y si la trato mal ahí andará  como bruta enamorada, “¿quién las entiende?” dicen los freaking hombres, y es verdad. El 80% de nuestras lágrimas son debido a que no sabemos lo que queremos.

Todas tenemos pretendientes, quien diga que no es una mentirosa. De alguna u otra manera atraemos a más de uno. Ojo que no siempre vienen con buenas intenciones. He mencionado más de alguna vez a mis queridos buitres. Esos son aquellos seres que le hacen honor a su naturaleza de animales irrazonables que solo quieren aparearse, dicho más vulgar y más claro, son esos que solo quieren coger. Meterla, sacarla, acabar y adiós. Nice to meet you.

De esos he conocido varios. Tampoco digo que me he metido con ellos. Con verlos, tratarlos un poco y pasar a la fase “b” es suficiente. Y digo en plural porque son más de uno pero no son un montón; digo tampoco soy aquella bomba sexy para que todos se derritan por mi. Pero algunos hombres son así. Ven una escoba con falda y se les enciende el motor. Ni modo así son, ¿qué le hacemos?

Después de los buitres están los pretendientes. Esos que llegan de manera diferente. Esos que no los conociste borracha en un bar, ni lo besaste por despecho. Son esos que quieren llegar bien y te dan la mejor impresión de sí mismos. Quizá te conoció por Facebook o te lo presentó tu mejor amiga o es amigo de tus primos. El caso que te invita a salir, te pide tu número, te escribe, te llama, pasa pendiente, te hace creer la más bonita, la más inteligente. Etc. Y esto suena perfecto si ese baby nos gustara también. Eh ahí el meollo del asunto.

¿Qué pasa si él no te gusta? No tiene aquella gran vozarrón, no es alto, no tiene las manos grandes; esas y otras más tonterías que al fin y al cabo son puros pretextos. Tu ego es más grande. Solo querés andar con el mejor, el más guapo, el del mejor carro, el que conoce a todo el mundo. Aunque sea un patán completo, te vale un comino, al final te enamoras, el Brad Pitt te hizo porra y el chico que te consentía tanto se buscó a otra, y ahora piensa que sos una narcisista y encima cree que te mereces lo que el pendejito te hizo.

Siempre dibujando panoramas trágicos. Pero que pasa si de verdad el pretendiente no es lo que queremos. Sin ser superficiales y sin esperar que el turco millonario que anda en un Mercedes Benz del año te vaya a proponer matrimonio. Hay que ser realistas sin dejar de soñar. Hay personas que solo los queremos como amigos y eso está bien. No somos las malas por pensar así. Cuando alguien no te gusta no te gusta y punto.
Si una mujer rechaza a un hombre quizás no sea porque se cree demasiada cosa para él. Y por lo contrario, si una muestra algo de interés en alguien que nos guste no necesariamente será porque somos zorras o fáciles. Simplemente andamos buscando al indicado (bueno eso depende cómo y a quién busquemos), no se puede juzgar a nadie solo porque no siente lo mismo que nosotros. Debemos aprender a querer y a amar utilizando la razón.

¿De quién quiero enamorarme? Sería la pregunta correcta. Será de un buitre. Será de un turco. Será del vecino del barrio. Del chico que me dedica versos. De aquel que me regala rosas. De aquel que está casado. Del que me ignora. Del que tiene dinero. Del que me conoce bien. Del que la tiene grande o simplemente de aquel que me ha demostrado que me quiere.

Si pensaste que la última opción es la más coherente te felicito, ya estás en otro nivel de tu vida, estás más cerca de tu príncipe azul, más cerca de lo que crees. Serás muy feliz. Pero si sos como yo y te seguís enamorando de puros pendejos, bienvenida al club, quizá en una de tantas le pegamos y encontramos al príncipe, aunque no sea tan azul… Pero que sea príncipe ante todo. 

4 comentarios:

  1. excelente blog! me encanta leerlo

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  2. Me gusta como pensas, asi somos las mujeres seguimos esperando ese principe azul, aveces soportamos que nos traten disque por amor, pero la verdad quien te ama no te trata mal.

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  3. Si es cierto, dejamos de ser quien somos solo por sentirnos queridas. Muchas gracias por el comentario

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