domingo, 3 de julio de 2011

El poeta Félix...

A Félix.

Pues bien haciendo honor a mi ilustre locura, a mi fastuosa intuición y mi necia pasión, intentaré dedicarle una vanidosa prosa al hombre de las barbas arcaicas, de las añoranzas, y de los ojos marchitos, aquel que nació en una tierra vanidosa y rebelde, aquella que le regaló una inspiración para admirar su indeleble belleza.

En la sombra de un caoba quedó tu infancia mutada, allá en la frondosidad de tus tierras preciosas quedaron tus primeros amores, dolores y argumentos. ¿En qué momento decidiste ser trovador, qué cosa extraña te llevó a la abnegación de concebir palabras con dolor… quién te maldijo con esta bendición?


Imagino tus rodillas plantadas en la tierra roja mojada por tus lágrimas, además de la copiosa lluvia, solo te acompañan la rabia disuelta con la melancolía. Enterraste pedacitos de tu alma y con suficiente inocencia, imploraste como un siervo pidiendo al cielo una absurda venganza.


Con el pasar de los años y rencores más agudos las hojas de tu árbol se llenaron de frutas podridas, tantos cuerpos en tu cama y aún seguía vacía. Tantos labios figuraste en tu mente que has olvidado las miradas. El veneno que sació tu sed por minutos te sumergió en un dilema profundo.


La poesía, el desenfreno y el miedo te llevaron a lugares insospechados…, y por esas pequeñas cosas de la vida, algún ángel misterioso te regresó a la vida con aquella flor que apreció de la nada. Te regaló una nueva musa, te mostró el valor de lo abstracto, te enseñó el sacramento de la ternura, a lidiar con tu locura… te hizo el hombre que ahora sos.


Y con la nueva doctrina profesaste, alabaste y suplicaste a un solo Dios: el amor! cayendo en el sueño profundo de la vida, esperando con sigilosa paciencia el regreso de tu amada y aún llorando en sordo silencio en tu almohada.



Por: Lizbeth Guerrero

3 comentarios:

  1. Otro poeta le escribía así a una hada:
    Una vez sentí el ansia
    de una sed infinita.
    Dije al hada amorosa:
    --Quiero en el alma mía
    tener la aspiración honda, profunda,
    inmensa: luz, calor, aroma, vida.
    Ella me dijo: --¡Ven!-- con el acento
    con que hablaría un arpa. En él había
    un divino aroma de esperanza.
    (Félix Rubén García Sarmiento)
    Me agradó tu manera de terminar el post “…llorando en sordo silencio en tu almohada”

    ResponderEliminar
  2. No hay mejor construccion, que la que puede hacer el artista a travez de su obra... no hay mejor reconstruccion que la que puede hacer el poeta en su poesia... se trasciende el retrato y se busca la esencia de aquel que ha sido seleccionado... felicidades!!!

    ResponderEliminar
  3. Gracias mi amigo del alma, felicidades a vos por comprender mis letras pero sobre todo por comprender mi vida y aun asi vivir sin juzgarme, te amo

    ResponderEliminar