Casi nos alcanzaba el amanecer sentados en la acera de su
casa. Estábamos hablando como los viejos amigos que fuimos siempre y que
olvidamos ser en los últimos meses. Le expuse mis razones para no seguir en
este embrollo de relación a escondidas. Le hice saber qué pensarían sus padres,
sus hermanas y amigos si llegasen a saber que se acostaba con dos hombres y uno
de ellos era el idiota de su amigo, quien fungía como el “otro”. Le hice saber
que esta situación me estaba matando y que no podía soportar los celos al verla
o escucharla hablar con su novio.
A ella no le importaban mucho mis forzadas palabras de
rompimiento. Me dio la razón en unas cosas y en otras simplemente se reía. –Te
amo.- me dijo callándome con un beso pequeño.- vas a estar conmigo hasta que
seas un vejete amargado y fin de la conversación. Se levantó y me agarró del
brazo, dijo que estaba cansada y que quería que la llevara de compras en la
tarde. Y justo así se metió a su casa, siendo ella la reina y yo… el pendejo de
siempre.
Volvimos a lo que teníamos antes. Perdiéndonos en el deseo y
en la complicidad. Todas mis palabras se esfumaron como el humo del porro que
se estaba fumando cuando terminamos de hacer el amor aquella mañana. Era a
mediados de octubre. Ella se veía espectacularmente bella desnuda. Conmigo no
tenía complejos y parece no tenerlos. La rutina de siempre era desayunar y
después follar; esa vez no fue la excepción pero ese día las cosas cambiaron
para bien o para mal.
Siempre nos veíamos en su casa pero por casualidad tocó
hacerlo en su casa. Inesperadamente llamaron a la puerta. Ella se levantó de la
cama en un salto. Jamás la vi tan asustada. Me quedó viendo como diciendo
“ándate ya”. Y yo simplemente me quedé en blanco. Sabía que era él. La
adrenalina entró por mis venas, sería el momento perfecto para enfrentarme a él
y decirle la verdad… pero ¿qué verdad?
Alcancé a ponerme los bóxers, agarrar mis jeans y camiseta.
Me metí al baño cual si fuere la puta de un político a punto de ser descubierto
por su esposa celosa. Me encerré con llave. Me acordé que no me traje los zapatos
y probablemente ella no los había visto. Mi ritmo cardíaco estaba a mil. Ella
estaba corriendo como loca tratando de arreglar el desorden, escuché como se
echaba perfume y se peinaba en un santiamén. Siempre admiraré la habilidad de
las mujeres en hacer mil cosas a la vez.
La escuché bajar las gradas y abrir la puerta. En efecto era
él. Escuchaba su voz fingida de macho dominante y la voz de ella más aguda,
hablando como niña chiquita. Siendo cualquier otra cosa menos ella. Los escuché
besarse y pensé en agarrar mi celular para distraerme… ¡qué mierda! Mi celular
quedó en la mesita de noche. Era el momento, mi corazón me iba a estallar, pero
en ese momento me sentí con el valor de salir de ese baño y enfrentar a la
pareja de mi mujer amante.
Pero por alguna razón el cornudo no estuvo mucho tiempo y
así como vino se marchó. El Superman que llevo dentro no tuvo la oportunidad de
salir esta vez. Ella subió de nueva cuenta a su cuarto, tocó la puerta del baño
y abrí. Con un suspiro y encogiendo sus hombros me explicó que estaba fuera de
peligro, pero me pidió que me fuera, cosa que me sorprendió y me molestó mucho.
Parece que la confundida era otra esta vez.
No quise discutir más aunque me sentía herido, simplemente
agarré mis cosas y me fui. Algo cambió en mí desde ese día. Pensé que las cosas
habían vuelto a la misma incertidumbre, a esos celos enfermizos de saber que
esta con otro, al menos si él supiera, todo fuese diferente, no creo que él la
llegase a perdonar, en cambio yo… he aguantado tanto solo por el hecho de tenerla
cerca. Pero las cosas debían cambiar.
No le hablé durante varios días y tampoco le contestaba sus
llamadas. Necesitaba pensar y con ella junto a mí era imposible actuar
razonablemente. Entonces activé en mi cerebro ese chip invisible del mujeriego descarado
que todos llevamos. Empecé a salir con una y coger con otra. Enamorar a aquella
y a dejarla a ella.
De alguna manera eso me distrajo y también volví a las
carreras, a las parrandas, a las cervezas y a los desvelos. Solo estaba siendo
más imbécil de lo usual pero fue la única salida que encontré para olvidarme de
ella.
Un buen (mal) día me la encontré en un bar. Tenía tres meses
sin saber de ella y cuando la vi a lo lejos bailando como energúmena con sus
amigas, no pude evitar ponerme nervioso y como buen marica empecé a beber más
de la cuenta. Andaba un vestido negro ceñido al cuerpo pero sin mostrar más de
la cuenta. Su pelo completamente lacio, lo tenía más largo. Creo que nunca voy
a dejar de admirarla.
De repente ella volteó y me vio. Nos quedamos viendo un
minuto que pareció una hora. Ella, quien es la de los pantalones, se acercó y
se sentó a mi lado, no le importó que estuviera acompañado con otra mujer.
-¿Cómo estás?- me dijo con la voz temblorosa.
-Muy tranquilo.-le mentí mientras bebía otro sorbo de mi trago.
-No te veo tranquilo…- susurró pero esta vez le cambié la
mirada.- te he extrañado tanto.- me dijo lloriqueando.
-¿Qué tal tu novio?- le pregunté con sarcasmo.
-Ya no tengo novio. Hay muchas cosas que no sabés.
-Claro, deseguro ya tenés a otro con quién coger.-ataqué,
arrepentido al instante. Y ella me miró duramente.
-Voy a creer que estás borracho y que jamás dijiste eso.
Ahora levántate, despedite de tu dama de compañía y vámonos de aquí.- dijo
mientras se levantaba y me agarraba de la mano.
-NO me voy a ningún lado y no estoy borracho.- le dije mientras
soltaba mi mano.
Ella expandió sus ojos como si no creyera lo que acaba de
escuchar y luego su mirada se tornó llena de vergüenza. Nunca en la vida le
había dado un No por respuesta y tal parece que no lo tomó muy bien. Dentro de
mi ebriedad disfrutaba el hacerla sentir mal, sin pensar en lo que podría
suceder después.
-¿Estás seguro?.-me preguntó notablemente dolida.
-Muy seguro. ¿Ya qué? Ya pasó. Ya se acabó. Ya fue. Hagámonos
un favor: Quédate con él.- le dije mientras ella repetía la última frase
-Si… eso es precisamente lo que voy hacer.- me sonrió, me
halo suavemente el copete de pelo y se dio la vuelta. Les dijo algo a sus
amigas y se marchó del bar.
Al día siguiente milagrosamente no me levanté con resaca
pero no quería pensar en ella. Seguí en el mismo tranvía del hombre relajado
que no le importa ninguna fémina y tampoco se desvive por una sola vagina. Mi vida
siguió igual… hasta que un día mi realidad se asomaba como un cipote curioso. Ella
ya no estaba. Ni mi amiga, ni mi amante. Simplemente no estaba y yo la había
alejado. Pasé tanto tiempo preguntándome qué hubiese pasado esa noche que me
pidió irme con ella. Si quizás me hubiese elegido a mí. Si en todas esas
llamadas que no contesté por orgullo estaba la respuesta que tanto añoré. Si en
este momento estaba tirada en la cama con él…
Creo que pasó un año hasta que pude conocer a alguien que
realmente me gustara sin tener que compararla con ella. A veces no puedo
asimilar que las cosas pasaran así. Por qué tenía que acabar todo. A veces
simplemente extraño hablar con ella. Extraño a mi mejor amiga. El sexo lo
podría encontrar en cualquier lado pero la confianza total solo se entrega una
vez en la vida.
Me pregunto si ella pensará en mí de vez en cuando. Pensando
en el idiota de su amigo que se enamoró de ella y que la cortó borracho y de la
manera más cobarde en bar o simplemente pensará en mí como un error que la hizo
mejor mujer y mejor amante o simplemente no pensará en nada excepto cuando me
ve por accidente y me sonríe con nostalgia. Eso nunca lo sabré.
No sé si algún día podría estar con ella. Tampoco estamos en
el final de nuestros días. Ella sigue siendo una preciosa mujer, ahora exitosa,
autodependiente, lo que siempre soñó. A veces me la encuentro casualmente en
alguna fiesta o centro comercial. Nos saludamos cordialmente y es un tanto
incómodo pero supongo es normal sentirse así. Nos besamos en la mejilla y
adiós. La observo mientras se aleja, viendo al amor de mi vida alejarse… Pero la
vida es así… mejor dicho los pendejos somos así… FIN
Muy bueno ........fin de una saga felicitaciones y gracias escribes muy bien
ResponderEliminarfuiste parte importante de mi inspiración :)
Eliminarexcelente historia desgarradora. No con el típico 'final felíz'. Algo más real, la vida de nosotros los jóvenes. Escribes muy bien, que digo bien; excelente. Felicitaciones. Vale la pena el internet con textos como estos.
ResponderEliminarMuchas gracias, espero te sigan gustando los siguientes escritos
EliminarSoy de esos que andan con una y con otra pero encohtrar a una con tanto intelecto creo quecsera imposible por mi modo vivir pero de aqui en adelante te declaro mi amor platonico sos un genio muchas gracias y felicidades por escribir liz
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