martes, 4 de octubre de 2011

La resaca de aquel amor...

Es casi igual o peor la cara de ‘qué sucedió aquí’ después de una noche loca de parranda, fiesta, alcohol, besos, sordera y risas por montón… así cuando se termina con un romance tan apasionado que comienza tal cual como el emborrachamiento, con la seducción de lo prohibido, con la certeza de un goce seguro, de un entretenimiento sin fronteras, de una felicidad momentánea, quién piensa en resacas, quién carajos piensa que le van a romper el corazón, sin embargo seguimos en la fiesta y nos seguimos enamorando sin pensar en las consecuencias.
No me refiero a que tomar bebidas alcohólicas sea tan malo como enamorarse, claro que no, si bebiste mucho el viernes en la noche, la ‘goma’ moral solo te durará el sábado en el día y en la noche ya estás listo para volver a las andadas, en el amor nunca se sabe cuánto tiempo pasarán las culpas, las lagunas mentales, los golpes en el pecho y las lágrimas amargas, no es lo mismo expirar por los poros el aroma embriagante de otra persona, que expirar por los mismo el sabor embriagante del vodka, el primero quizás te dure para toda la vida, el segundo dura lo que dura una ducha bien fría.

 Nunca será lo mismo torturar a tu pobre hígado con esas quince malditas cervezas que masacrar a tu pobre corazón con ese par de cabrones, es relativo pero no es lo mismo.
Por eso entiendo a los borrachos pero no celebro lo que hacen. Dicen por ahí que el alcohol sana las heridas del cuerpo y ayuda a disimular un poco las del alma. Paradójico peo puede ser verdad.

Lo cierto es que cuando despiertas del sueño y te das de getas contra el piso, mareado totalmente con la cabeza del tamaño de un meteorito y con amnesia temporal te arrepientes de todo hasta de haber sido el esperma más rápido, lo mismo es cuando bebes, lo mismo es cuando te enamoras… otra vez, aún sabiendo bien lo que pasará cuando a Cupido se le da la gana de irse a orinar las gardenias de su abuela y te deja volando sin alas y lo mismo cuando el cantinero se niega a servirte otro shot de tequila, ‘se acabaron las coronas, no más vodka, váyase a dormir’ pero ahí seguimos a pesar de las advertencias, a pesar que nos dejaron solos… queremos seguir y seguir hasta el final…

Maldito amor, maldito alcohol, ¿qué hicieron los bohemios para merecer doble castigo y doble fortuna?
Hace unos 8 meses, más o menos, me creí por un instante Clementina Suárez, un poco Pablo Neruda, José Alfredo Jiménez y Donal Trump, me fui al super más cercano, fui al departamento de vinos y me compré uno bien caro, cosecha del ochenta y tanto… la pasión de Clemen la entiendo, el romanticismo de Neruda pues también, y las ganas de escribir bien hight de José Alfredo pues también entiendo, pero ya creerme Trump y gastarme mis pocos ahorros en un vino simplemente nunca lograré entender dónde tenía mis buenas ideas esa noche, mi razonamiento simplemente me traicionó.

Ya en casa, busqué una copa dizque pa tomarme el vino. Empieza la primera: delicioso, exquisito, un verdadero placer… y me siento frente al computador. No logro escribir nada. Y me concentro en saborear el vino.
Segunda copa: ummm… por qué es tan rico el vino, es como un buen beso, te deja con ganas de más… quiero otra copa.
A la tercera copa empiezo con la primera línea: “El amor es una mierda.” Bueno… no me convence la primera oración, aunque era una afirmación vulgar no dejaba de ser honesta.

Borré lo que escribí y entre esperar a que se me encendiera otra vez el foco, me decidí por la cuarta deliciosa copa de vino. Ya mis ideas cambiaban un poco: “El amor es la mejor mierda que su pudo inventar.” La verdad no me siento orgullosa de esa frase, ni creo que trascienda por los años, o que vaya algún día grabada en una tarjeta de amor para el día de San Valentín, yo solo quería sentirme un poco bohemia, escribir con alcohol en mis venas, con mi garganta tibia y mi mis manos humeantes y mi cabeza a mil por hora.

Es la quinta, la sexta copa, la botella va por la mitad. No hay nadie en casa y es sábado por la tarde, me dan ganas de llamar a alguien, pero no pienso en ningún hombre, llamo a mi mejor amiga ‘Pamela’ le digo: estoy borracha y sola, vení acompañe. ‘Estas loca’ me dice y se echa a reír. La muy perra prefirió sus estudios que mi agonía y mi fastuosa soledad… amistades….pensé en llamar a alguien más, esta vez si era un caballero del zodiaco. El que me traía por la calle de la amargura y el que me había inspirado una novela completa, el Apolo perfecto.

-Hola, ¿cómo está? Le dije con mi sonrisita más coqueta.
-Hola, princesa, ¿cómo te va?- respondió con su bella y sínica voz.
Le hice ver entre indirectas y señas que lo quería ver, que estaba tomando y estaba full inspirada gracias a él, que de igual manera estaba más jodida que un mendigo en enero… noté su distancia y sus elogios ya no eran los mismos, pero me tranquilizó cuando me dijo: “me encantaría leer lo que has escrito, seguro está muy bello, pero no creo que más bello que tú..” me alegré tanto por el piropo y me avergoncé tanto por mi obra literaria en toda esa hora.. –El amor es la mejor mierda que se pudo inventar- Bravísimo. Novel de literatura para vos, Lizbeth.

Soy un fraude como escritora, me dije, mejor me dedico a ser borracha. Y me pase toda la tarde bebiendo de poco en poco la botella de vino y mis ahorros del mes. Logrando que me bajara todo el sueño de mis noches de insomnio… un sábado dormida a las 8, con el computador en el escritorio, mi celular sin llamadas perdidas ni encontradas, me dormí con la vil certeza que no servía de bohemia, sirvo de aprendiz de escritora y de amante del amor, admiradora de lo complicado y lo extraño, ese día aprendí mucho y la lección me la guardo aunque está de más decirla.

Al día siguiente no tuve resaca, creo que el vino no produce resaca, a Dios gracias… pero si me quedé incómoda por la llamada que hice y por la frase que escribí, sin embargo no me he arrepentido nunca de lo que hice enamorada o lo que hice borracha, si te llamé diciéndote algún día que te amo y que fuiste y serás el amor de mi vida, créeme aunque sepas que sea mentira, pues fue lo que sentía en ese preciso momento, no le pares bola a los vodkas que tomé o los cocteles de nostalgia y recuerdos que me receté, mis impulsos realmente son muy sinceros.

Y esto no fue un debate sobre, alcohol, letras y amor, pues de los tres elijo al último, que si bien es el más cabrón también puede ser el más generoso y el mejor estimulante de felicidad que puedas encontrar… ojalá hubiesen traficantes de amor, en vez de armas hubiesen besos… pero bueno… ya voy para otro lado y eso que no estoy tomando.

Hoy ya desperté de mi borrachera de ese amor, y aún tengo secuelas. Me estoy hidratando, saboreando mis propias lágrimas, dejando que pase el dolor que por momentos se acentúa, dejando el orgullo a un lado y llamando un poco a mi razón que anda más jodida que nunca, y a pesar de todo solo espero que llegue otro verano o llegue la navidad y aprovechar cualquier momento para volverme a embriagar, ¡qué más da! Para ganarse la lotería hay que comprar el billete, nunca sabes cuál será el premiado, entonces me limito a decir, tengan cuidado con le bebida, no tengan frenos para amar.

martes, 19 de julio de 2011

Estoy saliendo con un Cavernícola:..



Han pasado muchísimas cosas, de unas me acuerdo, las otras me las he inventado, y la mayoría –estoy segura- las he olvidado.

Mi propósito nunca fue utilizar este blog para publicar el drama y la comedia  en que consiste mi vida, lo privado está donde debe de estar, aunque se cuelan verdades de vez en cuando en lo que escribo, me da un profundo alivio que no todos comprenderán lo que mis palabras quisieron gritar…

Tampoco estoy en esa mala racha que todo amante de la pluma sufre cuando le llega la terrible escasez de palabras, justo cuando ha consumido demasiados pensamientos y ha malgastado los sentimientos.
No tengo mis dedos ásperos, tengo intactos mis deseos, es solo que a veces mi egoísmo me hace levitar sobre el suelo…

¡Regresa a mí, bulimia literaria!
Ok. Estoy saliendo con un cavernícola, tiene una cabeza, dos grandes manos, pequeños ojos, camina medio erecto, tiene un ego un poco torcido, unos labios bastante comestibles, a veces se le asoma su buen corazón y otras tantas su mal humor.

Si le digo “cavernícola” no es para insultarlo para eso servirían otros términos más apropiados, solo quiero entender un poco la forma en que encaja en mi vida y si me atrevo a llamarlo así es porque sé que jamás leerá este post y si lo hace pues… -¡hola amor! :D

Subestimé tanto al hombre de las cavernas…
Horas atrás estaba estancada en el mundo de la profundidad y la fantasía, buscaba la complejidad casi por obsesión, llamalo vanidad o estupidez, pero la idea de buscar superioridad y perfección se volvió un estilo de vida…demencia absoluta.

Mi hombre perfecto se convirtió en una bestia, aquel ser culto que más que admirar lo idolatré hasta que me idioticé… ahora lo llevo por siempre dentro de mí como una lección de vida, como la camiseta de mensaje positivo con esencia de sermón.

Apareció este nuevo ser, tan sencillo, tan erróneo y terrenal que de ser celestial solo lo tiene su irónico nombre.
Fue tan fácil atraerlo, cual si fuese una presa, tan pronto pasó todo y ni cuenta me dí cuando se convirtió él en el cazador.
Conocí la otra forma del amor, al principio no lo reconocí pero lo asumí, comprendí que no es a la persona a quien amamos sino la idea del amor que esa persona nos hace crear, no es que surgió un sentimiento, si siempre estuvo ahí, solo despertó lo que ni yo sabía que estaba dormido.

Me encanta la complejidad, me encantan los retos, los hombres bohemios, los borrachos los panzones y los mentirosos, por estas tres últimas cosas es que me gusta mi adorado cavernícola.

No es un alma atormentada y es de esos que entre menos saben menos sufren, pero cuanto me ha enseñado de mi misma, no me habla de historia política, no me da lecciones de  trova o poesía, son simplemente las cosas sencillas de la vida.

Espero que no leas esto jamás mi Pedro Picapiedra

domingo, 3 de julio de 2011

El poeta Félix...

A Félix.

Pues bien haciendo honor a mi ilustre locura, a mi fastuosa intuición y mi necia pasión, intentaré dedicarle una vanidosa prosa al hombre de las barbas arcaicas, de las añoranzas, y de los ojos marchitos, aquel que nació en una tierra vanidosa y rebelde, aquella que le regaló una inspiración para admirar su indeleble belleza.

En la sombra de un caoba quedó tu infancia mutada, allá en la frondosidad de tus tierras preciosas quedaron tus primeros amores, dolores y argumentos. ¿En qué momento decidiste ser trovador, qué cosa extraña te llevó a la abnegación de concebir palabras con dolor… quién te maldijo con esta bendición?


Imagino tus rodillas plantadas en la tierra roja mojada por tus lágrimas, además de la copiosa lluvia, solo te acompañan la rabia disuelta con la melancolía. Enterraste pedacitos de tu alma y con suficiente inocencia, imploraste como un siervo pidiendo al cielo una absurda venganza.


Con el pasar de los años y rencores más agudos las hojas de tu árbol se llenaron de frutas podridas, tantos cuerpos en tu cama y aún seguía vacía. Tantos labios figuraste en tu mente que has olvidado las miradas. El veneno que sació tu sed por minutos te sumergió en un dilema profundo.


La poesía, el desenfreno y el miedo te llevaron a lugares insospechados…, y por esas pequeñas cosas de la vida, algún ángel misterioso te regresó a la vida con aquella flor que apreció de la nada. Te regaló una nueva musa, te mostró el valor de lo abstracto, te enseñó el sacramento de la ternura, a lidiar con tu locura… te hizo el hombre que ahora sos.


Y con la nueva doctrina profesaste, alabaste y suplicaste a un solo Dios: el amor! cayendo en el sueño profundo de la vida, esperando con sigilosa paciencia el regreso de tu amada y aún llorando en sordo silencio en tu almohada.



Por: Lizbeth Guerrero

miércoles, 22 de junio de 2011

El primero fue un príncipe...


Estoy en frente de mi ordenador, con el cuerpo adolorido por el gimnasio, con una manzana roja en mi barriga, a mi lado derecho: una taza de ‘corn flakes’ con leche descremada, aquí en mi intento desesperado de ponerme a dieta luego de unas ‘grasientas’ e intensas vacaciones; levantándome tarde con mi amiga la televisión, comiendo baleadas deliciosas en las noches, ‘dobleteando’ la comida exquisita de mi madre, tantos cumpleaños en la familia, tantos queques… es justo y necesario darle un poco de purificación a mi cuerpo; ojalá lo pudiese hacer más seguido con la mente y no hay dieta que valga, vomitar palabras y emociones es el ‘fitness’ ideal para mi atolondrado cerebro.

Me gusta recordar a mis poetas, porque en mi vida son como los pobres de Roberto Sosa, que son muchos y por eso es imposible poder olvidarlos…
Del primero que me acuerdo, como un huracán apaciguado de emociones se llama ‘Mi príncipe’, lo conocí siendo yo apenas una niña y él un adolescente con toda la lujuria y la malicia natural de esa edad, aunque en realidad estoy casi segura que esos dos “pecados” le acompañarán hasta la muerte a mi buen preciado y entrañable amigo.

Él fue el inaugural de mi vida en muchas cosas. Pero las que puedo garabatear con libertad y sin tapujos diría yo que son las que más aprecio. Él me despertó en interés por la música con sentido, me encantaba su gusto por la poesía, su locura desmedida, su dócil inteligencia, por su culpa miré toda mi vida a los muchachos de mi edad como completos idiotas (y no estuve del todo equivocada).
Pues mi primer poeta desde joven mostró su fascinación desmedida por el sexo femenino, no dudo que por ello desarrolló tal habilidad para optimizar su retórica, para conmover con sus versos que en realidad no tienen nada impactante o diferente, es su persona misma quien hace de sus palabras tan convincentes y especiales. Estoy segura que muchas lo amamos, estoy doblemente segura que él a muy pocas amó.

Recuerdo una vez que me escribió un poema muy raro en una agenda donde yo anotaba pensamientos de toda clase. La prosa queriendo ser verso era mitad romántica, mitad filosófica, mitad erótica, una sopa medio rara pero me encantaba, a decir verdad, creo que tenía más amor y ‘pendejéz’ que criterio y objetividad...

Dicen que el tiempo es como esa arena copiosa del desierto que borra con mesura las huellas que hay en las dunas de recuerdos que acumula la vida, pero yo sigo esperando a ese desdichado viento a que se apiade de mi y borre unos cuantos que andan por ahí vagando a la deriva y que de vez en cuando me visitan pa’ joderme.
 El primero nunca se olvida, nunca se detesta por completo, nunca se supera a totalidad. Mi primer poeta fue siempre mío, sin carta de dominio, sin declaración formal, permanece ahí en el cofre de las cosas perdidas, o en la bodega de las reservas, cuando quiero un buen beso, cuando quiero un verso, cuando quiero un sueño, recurro a él sin temor ni precaución.

Es mi príncipe defectuoso: no es ni azul ni verde, es multicolor, se convierte en lo que me da la gana, hoy un simple recuerdo, mañana, un prospecto latente, ayer el hombre que amé desde siempre.
No sé donde estará ahorita, no sé dónde queda su cabildo de emociones, que tan flexible será su ambición, no sé si en realidad aprendió alguna vez del amor… sé que lo quiero de ‘la buena’ que me agradan sus versos, que sigo sin tener criterio literario, que lo amo de una forma diferente, que entre él y el último habrá la misma intensidad, aquello que nadie nunca jamás pudo entender, lo que es querer con violencia y con amor limpio.
‘La margarita dijo no’ se acabó en mi ordenador, no es una canción de mis preferidas pero combina bien cuando intento hablar de mi primer poeta… mi poeta que es tan raro, que tiene esa sonrisita de pícaro sincero, de seductor empedernido, que no lo quiero ver marchito ni perdido en la quimera de lo imposible...

Mis piernas siguen doliendo, suena mi celular, quien llama es un ser extraño a los poetas que he conocido, me sonrío conmigo, él es exacto, un animal prehistórico, simple, a la misma hora como un perro fiel, no le contesto y vuelvo a poner el aparato en la mesa, empiezo a leer lo que he escrito y me detengo, si leo todo quizás me burle, quizás lo borro, para qué correr el riesgo, lo escrito no es ningún desecho, es un fertilizante ideal para sembrar nuevas palabras y emociones, para no sucumbir en las nostalgias por decirlo sin tanta metáfora cursi.

Nos vemos luego, todavía siguen otros poetas que tengo por ahí guardados y quieren salir a tomar aire fresco… ;)

miércoles, 8 de junio de 2011

¿Era un hombre o era una bestia?

En el baúl de las cosas auténticas y especiales, un mago sacó un puñado de talentos, por un rato los contempló con ternura mientras les susurraba en un lenguaje extraño, luego extendió su mano y dejó caer un polvo reluciente con colores hermosos, que formaron una nube y se dirigieron hacia la tierra…

Es un hombre de mil laberintos. Complejo y sencillo a la vez, que trata de persuadir al emisor con su bien dotada retórica, sabe qué palabras usar y qué verbos omitir. Por fuera refleja la triste pintura de un adulto, abnegado a su trabajo y amante de su profesión, esclavo de lo superfluo. Un superhombre con complejos de un niño.
Es único y él lo sabe. Le gusta saber que tiene el control, o al menos así lo cree… En sus palabras mudas se trasmuta una lejana visión… la capté al instante y me relataba algo muy simple y textual: su corazón grita por algo de comprensión, esa misma que ha buscado siempre y aunque creyó encontrarla en algún rincón de aquella cueva que llama “su mundo”, la confundió con compañía y algo de confort.
El paisaje más perfecto, el vino más selecto o la mujer más virtuosa no pudieron darle la felicidad que le provee su libertad, tanto así que se volvió un triste prisionero de la rutina y lo que un día deseó y añoró lo perdió precisamente por buscarlo.
El ambiente salvaje y exótico de su caverna lo obligaron a usar las quimeras y los enredos locuaces como su recurso más urgente -y el más efectivo- para obtener lo que quiere y persuadir a la presa.
Sin reparar mucho en sacrificios y con la extraña capacidad de convertirse en sordo cuando percibe un reproche, recibe con vanidad la corona de embustero, en sus adentros se ríe pues sabe muy bien que los trofeos y las mieles del éxito -que por momentos disfruta-, son la mísera suma de todos los errores y los desdenes malogrados en el camino.
En su osado espíritu, el remordimiento está escondido pero infestado de culpas y “hubieras”…, la vanidad, tan simpática como insolente, se refleja en su sonrisa y en sus pupilas, pero la presunción no lo condena, al contrario juega a su favor.
Es la puesta en escena de su vida, el concesionario no cobra muy caro pero los impuestos y las otras facturas han truncado un poco los ideales de aquel joven rebelde y curioso que un día fue y que al “hombre maduro” hoy le gusta recordarlo con honda nostalgia, aquellos sueños de pulpería que son tan valiosos, que cuestan dos centavos y los que tratar de alcanzarlos cuesta una fortuna, son un verdadero lujo.
 El escenario accidentado de un suspicaz y apuesto mozo que precisa en la mirada de una doncella un gesto comprensivo y unas manos de andamio donde pueda depositar sus pesares y todas esas locas ideas que el parlamento vetusto no aprueba y que califica de idiotas las intentonas de querer cambiar el destino de ese paraíso maldito donde las personas, comen, respiran y viven de la injusticia.
Un idealista un tanto realista que cree en el amor pero duda de su inmortalidad.

Uno de esos talentos que soltó el misterioso mago, cayó por fortuna en un recóndito lugar donde precisan de sus ideas, donde urgen de sus laboriosas manos y donde requieren la fuerza de su corazón sincero.
El mago estuvo consciente que los talentos no son perfectos, pero si saben descifrar las huellas que le dirigen hacia su camino, pueden hacer grandes cosas más de las que se imaginan.

martes, 31 de mayo de 2011

Mi primer amor...

Ya se fue otro mes y yo en mis intentos de querer atreverme de una vez y sin tapujos poder publicar las locuras que escribo… por eso he decidido no releer más de una vez lo que publique en este blog o en cualquier otro lado, sin arrepentimientos ni regresos salvo por alguna que otra incorrección imperdonable.

Nunca fui el bicho raro en mi familia ni en la escuela, o al menos eso creo. No lo fui o quizás lo disimulé muy bien. Desde niña veía a mi tía Zoila alias “mi Anita” leyendo sus libros, aquellas novelas de nombres llamativos y algo sugestivos para mi edad y adoraba ahondarme en el mundo ficticio del amor perfecto y el romance apasionado que pintan esos cuentos, recuerdo que los leía a escondidas en un rincón simulando que hacía la tarea…  sin temor a equivocarme creo que ahí comenzó mi locura total.

También jugué con muñecas, con amigas, al papá y la mamá, las escondidas, rayuela, pero de todo eso, lo que me fascinaba era jugar con mi imaginación, querer darles vida a los personajes de los libros de mi tía, mejorarles un poco la historia o arruinarla por completo.

Sé que todos los niños tienen una imaginación poderosa, mágica, enérgica; pues bien, creo que ya no superé mi infancia y me encanta saber que aún tengo la capacidad de transportarme a otra dimensión en mi mente, crear uno y mil escenarios en uno solo, vivir la vida de alguien que ni siquiera conozco, escribir en mi mente, inventar historias, crear realidades…

No recuerdo el total de libros que leí de chavala, de hecho recuerdo muy poco el nombre de los libros, algunos no les entendí ni papa, otros los tengo grabados en mi mente o quizás solo la esencia de ellos. Lo que si archivo muy bien en la mente son algunos personajes, aquellos que me sorprenden horriblemente cuando los veo en la vieja de la esquina, en el chico de al lado, la mujer en el mall, entonces de covierten en actores que trabajan a diario y arduamente sin recibir un quinto, trabajan para mi, sin goce de sueldo y yo lo exploto a mi antojo.

Por eso me encanta saber que el mundo no es de nadie, tampoco la gente, tampoco los mares ni los cielos ni siquiera el aire es privado o exclusivo de alguien. Las mejores cosas de la vida son maravillosamente gratuitas precisamente porque carecen de dueño que las cuide.

Y como explicar entonces, aquella línea de aquel verso donde comprimiste el amor hacia aquel insensato y malvado ser humano que te hirió profundamente. Y sin embargo le sigues regalando peldaños de tu amor en la poesía que solo el dolor es capaz de escribir. Grave error! si el amor no es propio, el amor germina adentro de uno pero con la ayuda del otro, con su sol, con su luz y su agua… sobre todo su agua… y lo lógico es que el otro es que en una de esas se descuida y olvida aquella planta ridícula y pum! Murió aquel sentimiento sublime… la verdad, el que se muere es uno y los sentimientos siempre serán los mismos, a pesar de…

Alguien me dijo: mi cabeza a veces es una sopa, otras tantas un Chop Suey… y a veces solo una bola de tripas que laboran al son de la rutina. El cerebro del artista, en especial de los escritores es un revoltijo de ideas, de ímpetu, de miedos, de hazañas, de virtudes y pecados. Son sonetos de libertad por tener la obra perfecta y pinceladas de esclavitud por no tener la señal precisa para empezar a escribir.

Esa capacidad de caer en el fango por una tan sola frase o de renacer como el ave Fénix para alcanzar la gloria, solo lo tiene una pluma. Puede salvar la vida de miles o acabar con la de otros millones. De todas las armas, es la más sigilosa, la más noble y la más mortal.

Bendigo al dios de este precioso arte que se apoderó de mí desde joven, bendigo a los poetas que me enamoraron, me hablaron, me tocaron, me hirieron con su poesía majestuosa. Bendigo a ese dios que nos presta por un instante la semilla del amor y del cual se desgajan todos los sentimientos, los nobles y los nefastos. Bendigo a ese único Dios que es mil en uno que me prestó una vida que hoy la acepto únicamente para devolverle en letras sinceras y humildes lo que tanto me concedió, aunque fuere solo por un segundo.