lunes, 6 de agosto de 2012

La Venganza Perfecta




He prometido no volver a hablar sobre él. En primer lugar  por paz emocional y espiritual, segundo porque después él piensa que todo lo que escribo es para él y tercero porque siento que ya no es tan relevante en mi vida. Pero yo no escribo por despecho sino por desahogo, y no escribo para atacar sino para nunca olvidar lo que he vivido.

Cuando conocí a A. no lo encasillé en ningún rol romántico ni me propuse conquistarlo, it was just a game, era casi como: si… está medio guapo, es varonil, besa muy rico, tiene personalidad y hasta allí no más. En realidad fue algo que se dio y ya.

La atracción física que sentíamos era de locos, no podíamos estar despegados (literalmente), era la pasión en estado puro y sin querer nos fuimos metiendo a un rollo algo complicado, al principio era bonito, era excitante después poco a poco fue siendo tan agobiante que solo conseguimos hacernos daño.

Él es extremadamente machista, yo, un alma libre y mi desagrado a los títulos y nombres que te hacen “propiedad” de alguien.

Las reglas fueron muy claras al principio: nada de celos. Respetémonos. Nada de hablar ni salir con otras personas. Somos novios pero también amigos, nos llevamos tranquilo y hay que hacer que funcione, mi amor, mi princesa…ujumm bullshit.

Y mientras Juan El Loco y Felipa La Hermosa terminaban de enamorarse, empezaban también a desbaratarse. Preguntando dónde estás, con quién estás, quitá esa foto, dejá de ser tan coqueta, dejá de ser tan celoso, por qué te manda fotos esa zorra, por qué te habla así ese pendejo, por qué no te das tu lugar, ¿por qué no me das MI lugar…?   

Cuando agarré su celular y leí conversaciones con otras mujeres me dolió mucho y no porque estaba totalmente cegada y creída de que él era el hombre más fiel del mundo pero si me preguntaba a mí misma: ¿por qué si es tan celoso conmigo y me exige fidelidad, hace esto? Pues precisamente por eso amiga, “el que las hace se las imagina” y se las imagina peor.

Mi confianza se desmoronó por completo, así como mi respeto y el amor bonito que empezaba a sentir por él. Estaba segura que continuar así sería una tortura placentera pero tortura al final. Pero la pasión seguía allí, intacta, es más crecía con las peleas, entre más te odio, más te amo, entre más me hagas yo te hago. Era una lucha de poderes y una obsesión que salía de control. Lo podría comprar casi casi como una adicción, de esas que no te dejan nada bueno.

Ya no importaba lo que él dijera o lo que hiciera. Y trataba de seguir con mi vida. Ignoraba sus mensajes y sus llamadas; cuando alguien me contaba algún chisme y yo tenía la sospecha de que era verdad me dolía mucho.

¿Entonces eso es lo que de verdad querés, que terminemos? – me preguntó una tarde después de días de insistirle que las cosas ya no estaban funcionando.
Si, eso quiero.- le dije con mi corazón achucharrado.
-Vos sabés que te amo pero no te voy andar rogando aunque me muera y lo sabés.- me dijo con su ego derrotado y con aires de amenaza.
-No quiero que lo hagás, vos sabés que también te amo pero ya es demasiado.- le dije en ese momento decidida.- se acabó.

Y en esa ruptura melancólica y cursi a la distancia; y A. haciendo honor a su frágil madurez, me borró de su BBM y no supe más de él hasta la madrugada, y para mi sorpresa no era su típica llamada de borracho diciéndome que ama y esas cosas. No. Era mi mejor amigo.

-Gorda, prométeme que no lo vas a llamar.- me advirtió.
Te lo prometo Negro, ¿qué pasó?.- le pregunté.
A. me dijo que quería salir e invitó a dos amigas. Le pregunté: ¿estás seguro de lo que haces? Y me dijo: “tu amiga me dejó, yo estoy soltero.” Entonces yo me quedé en el carro viendo quienes eran. Una, que es la bonita me la estaba tirando a mí, no es fea pero se nota que es una zorra. La otra con la que él anda. No es tan bonita, no te llega ni a los talones Gorda, pero parece que está tonta por él.

Y mi amigo no terminaba de contarme el cuento cuando le colgué y  lllamé a A. con la voz entrecortada para reclamarle. Me sentía como esas esposas llorándole al marido por las amantes, pero me sentía con todo el derecho de hacerlo. Y lo único que me contestó fue: ¡terminamos! ¿Ya no te acordás?, Fue un golpe bajo.

Y entre los mismos reclamos y ahora con heridas, pasaban los días. Dejándome a la incertidumbre. Un día quiero cambiar y quiero ser el mejor hombre. Otro día soy el mismo patán y hago lo quiero. Era como un castigo de su parte por haber terminado con él.

Entonces me harté. Un buen día empecé a escribirle a L. le dije que tenía ganas de salir esa noche y listo, me dijo que no le gustaba ir a bares y a discos porque se mete en líos pero haría el sacrificio por mí. Aceptó gustoso no sin antes hacerme la pregunta que no quería que me hiciera: “¿seguís de novia de A.?” y yo entre queriendo evitar la respuesta… le dije: “estoy soltera”.

L. no es la gran cosa pero si es más agraciado que A. sin embargo A. es más atractivo y mejor me abstengo en eso de las descripciones y comparaciones que ya no vienen al caso.

Era un viernes. Entré al bar, siempre al lado de mi mejor amigo. Nos sentamos y nos quedamos viendo. “¿Estás segura?” me preguntó con una sonrisa cómplice. “Segurísima” le dije.

Y al rato llegó L. nos saludamos, me pidió una cerveza y empezamos a platicar tranquilos, a pesar del barullo que había. Mi mejor amigo se levantó a bailar sabe Dios con quién y las cervezas fueron dos, fueron tres. Y L. se hacía cada vez más atractivo para mis ojos.

Y nos besamos. Y luego las miradas sobre mí. Los amigos de A. viéndome como si fuese la peor de las whores pero no me importaba. Estaba jugando con fuego pero ya qué más daba, entonces fingí que me divertía y que me parecía interesante esa conversación romántica que de hecho poco recuerdo.
Al rato A. entró y me vio con L. agarrada de la mano. Riéndonos y platicando muy cerca. Él estaba con otra de sus “amigas”, una distinta, una mujer muy vulgar por cierto y no lo digo por despecho, pero si parecía alguien de muy baja categoría.

Entonces A. se acercó a la mesa. Saludó a L. pues al parecer eran compañeros en la U (peor no podría ser), le dijo algo muy cerca que no alcancé a escuchar,  volteé a ver a otro lado para evitarlo, pero él se acercó y me agarró una mejilla con sus grandes manos y me dijo: hola…

Es difícil de describir lo que vi en su cara en ese momento y lo que sentía yo en el corazón. No le dije nada pero lo vi fijamente a los ojos y lo que vi fue su dolor, decepción, ira, resentimiento. Fue como verme a mí misma. Todo eso que yo sentí cuando descubrí que me engañaba.

Su mirada sobre mí siguió allí, fija toda la noche incluso cuando estaba bailando con su acompañante, luego me mandaba mensajes de texto advirtiéndome que si no me apartaba de L. “las cosas se iban a poner feas”, yo no lo creía capaz de armar un escándalo, pero si me puse nerviosa cuando empezó a escribirle a L. amenazándolo y diciéndole sabe que tonterías, sin duda que el alcohol y la estupidez no son una buena combinación...

Al final L. decidió irse para evitar problemas y yo me quedé aliviada, al rato mi mejor amigo y yo nos fuimos; el loco de A. quedó bailando con su churnia.

Más tarde, a las 3 de la madrugada me despertó su tercera llamada. Y sí, esta vez sí era A. estaba borracho, estaba dolido… y con todo su machismo, toda su ternura y resentimiento me preguntó: “¿por qué lo hiciste?” A lo que yo respondí con una especie de satisfacción y orgullo pero a la vez sintiendo su dolor: Ajá, contame… ¿cómo se siente?


Y así fue. Al gran macho le dieron de su propia medicina. El intocable. El que las hace sufrir a todas… jaja. ¿Que si me siento orgullosa? ¡No! ¿Qué si me arrepiento? ¡Jamás! Pero la verdad no se lo volvería hacer a nadie. Desde ese momento el cree que soy igual que él. Y quizás no debí hacerlo. Pero era lo que mi intuición me dictaba en ese momento. Y a parte ese cabrón se lo merecía.

Desde ese día descubrí que los hombres también sufren, también lloran, también se decepcionan. Y es tan divertido hacerles saber que no siempre somos las que aguantamos y sufrimos y en silencio todas las burradas que nos hacen.

La época del sometimiento ya quedó en la prehistoria. Ahora se trata de dar lo que se recibe y no me refiero a que esta bien hacer lo que hice pero no me juzguen y déjenme sentir ese placer culposo al recordar esa cara de mi ex… aún me río cuando me acuerdo.

Por cierto L. espero que nunca leas esto y A…. anyways.

miércoles, 1 de agosto de 2012

El Príncipe Azul





Si, es cierto. Todas en algún momento hemos soñado con ese hombre perfecto. Ese príncipe soñado que llegará en un Ferrari en vez de un corcel, que nos llene de flamantes besos y regalos, que sea esa pasión desbordada, que huela rico, que tenga ese porte de caballero y sonrisa pícara, que sea culto, que tenga  todo grande, que te complazca en TODO y que la familia lo adore y tus enemigas te lo envidien a morir.

Es cierto. Todas somos algo pendejas. Todas somos ilusas al creer que un hombre ideal y perfecto nos espera en algún lado. Pues no. Te tengo noticias, la perfección es algo que no se nos concedió a los humanos y mucho menos se les dio a los varones. Esos seres especiales que causan el amor y el odio en nosotras con esa misma intensidad.

La buena noticia es que si bien no existen los príncipes azules, si tenemos el poder de saber elegir a alguien que al menos tenga esas características que deseamos y después moldear sus defectos para hacerlos más perfectos a nuestros ojos, como quien dice, hay que saber besar al sapo para convertirlo en príncipe.

Pero no te alegrés. Que no en todos los hombres funcionan los hechizos. Siempre hay algún idiota que nos tratará de arruinar la existencia al hacernos creer que es el tipo ideal, la cosa más bella, el mejor amante, el único amigo, el más chistoso, el todo. Y después de un tiempo, así por arte de magia saca su verdadero yo y entonces conoces a la bestia que resultó ser todo lo contrario de quien te enamoraste. Como cree que te tiene en sus manos (y quizás así sea), te hará ver que él es quien de verdad te mereces y tenés que aceptarlo así. Si, eso me paso a mi, ríanse pero no mucho porque a todas nos pasa.

Entonces después los poetas andan escribiendo frases absurdas como la que dice que el amor va de la mano del sufrimiento, nos tragamos ese cuento y asumimos que así debe ser. Pendejada completa…

Sé que todas las mujeres somos diferentes. Hay unas muy bellas, otras no tan bellas, algunas un tanto feas y otras que no sabemos lo que somos pero nos sentimos bien frente al espejo. El caso es que todas pensamos, sentimos y actuamos un tanto diferentes… todas buscamos quizás hombres diferentes que se apeguen a nuestros intereses, pero cuando se trata del amor, cuando es sobre AMOR creo que todas tenemos un mismo patrón de estupidez a seguir. La buena noticia es que no es para toda la vida. De alguna u otra manera tenemos que aprender. Para mi desgracia a mí me queda mucho camino que recorrer.

No soy ninguna gurú en relaciones ni quiero serlo, sería la menos apropiada para hacerlo,  soy joven, soy inexperta, aún me queda mucho por vivir y conocer, pero si me tomo el derecho de decir y expresarme en base a lo que he vivido en mi piel y en la de otras personas.

Tenemos la misma naturaleza, esa magia de sentirnos mujeres y dejarnos conquistar. He conocido caraduras que dicen que no creen en esas pendejadas del amor, y que todos los hombres son iguales bla, bla, bla… yo fui una de ellas, de hecho todas en algún momento nos volvemos de roca debido a los golpes y a los “fracasos”. Pero en algún rinconcito de nuestra alma disecada queda algo de ilusión y esperanza de encontrar el amor verdadero. 

Y la pregunta del millón ¿cómo encontrar al hombre de mi vida? Pues hasta ahora creo que no podré contestar esa pregunta porque no tengo idea y si lo supiera allí estuviera con él aprovechando el tiempo y disfrutando mis mejores años de juventud. Siento que hablé como una solterona que la está dejando el tren. Pero solo soy alguien que cree que merece algo mejor.

Pero algo de lo que SI estoy completamente segura es saber identificar a quienes NO podrían ser mi príncipe azul. Y eso solo se podrá saber conociendo bien a la persona de quien te quisieras enamorar. Mi experiencia me ha dicho con golpes y trancazos que no se debe entregar el corazón a nadie así por así, solo porque te subleva y te revienta las hormonas. La ignorancia es el opio del amor.

Entonces, muchos hombres se preguntarán: ¿qué es lo que quieren las mujeres? Si la trato bien y soy el príncipe que quiere, me creerá un tarado y se aprovechará de mí, y si la trato mal ahí andará  como bruta enamorada, “¿quién las entiende?” dicen los freaking hombres, y es verdad. El 80% de nuestras lágrimas son debido a que no sabemos lo que queremos.

Todas tenemos pretendientes, quien diga que no es una mentirosa. De alguna u otra manera atraemos a más de uno. Ojo que no siempre vienen con buenas intenciones. He mencionado más de alguna vez a mis queridos buitres. Esos son aquellos seres que le hacen honor a su naturaleza de animales irrazonables que solo quieren aparearse, dicho más vulgar y más claro, son esos que solo quieren coger. Meterla, sacarla, acabar y adiós. Nice to meet you.

De esos he conocido varios. Tampoco digo que me he metido con ellos. Con verlos, tratarlos un poco y pasar a la fase “b” es suficiente. Y digo en plural porque son más de uno pero no son un montón; digo tampoco soy aquella bomba sexy para que todos se derritan por mi. Pero algunos hombres son así. Ven una escoba con falda y se les enciende el motor. Ni modo así son, ¿qué le hacemos?

Después de los buitres están los pretendientes. Esos que llegan de manera diferente. Esos que no los conociste borracha en un bar, ni lo besaste por despecho. Son esos que quieren llegar bien y te dan la mejor impresión de sí mismos. Quizá te conoció por Facebook o te lo presentó tu mejor amiga o es amigo de tus primos. El caso que te invita a salir, te pide tu número, te escribe, te llama, pasa pendiente, te hace creer la más bonita, la más inteligente. Etc. Y esto suena perfecto si ese baby nos gustara también. Eh ahí el meollo del asunto.

¿Qué pasa si él no te gusta? No tiene aquella gran vozarrón, no es alto, no tiene las manos grandes; esas y otras más tonterías que al fin y al cabo son puros pretextos. Tu ego es más grande. Solo querés andar con el mejor, el más guapo, el del mejor carro, el que conoce a todo el mundo. Aunque sea un patán completo, te vale un comino, al final te enamoras, el Brad Pitt te hizo porra y el chico que te consentía tanto se buscó a otra, y ahora piensa que sos una narcisista y encima cree que te mereces lo que el pendejito te hizo.

Siempre dibujando panoramas trágicos. Pero que pasa si de verdad el pretendiente no es lo que queremos. Sin ser superficiales y sin esperar que el turco millonario que anda en un Mercedes Benz del año te vaya a proponer matrimonio. Hay que ser realistas sin dejar de soñar. Hay personas que solo los queremos como amigos y eso está bien. No somos las malas por pensar así. Cuando alguien no te gusta no te gusta y punto.
Si una mujer rechaza a un hombre quizás no sea porque se cree demasiada cosa para él. Y por lo contrario, si una muestra algo de interés en alguien que nos guste no necesariamente será porque somos zorras o fáciles. Simplemente andamos buscando al indicado (bueno eso depende cómo y a quién busquemos), no se puede juzgar a nadie solo porque no siente lo mismo que nosotros. Debemos aprender a querer y a amar utilizando la razón.

¿De quién quiero enamorarme? Sería la pregunta correcta. Será de un buitre. Será de un turco. Será del vecino del barrio. Del chico que me dedica versos. De aquel que me regala rosas. De aquel que está casado. Del que me ignora. Del que tiene dinero. Del que me conoce bien. Del que la tiene grande o simplemente de aquel que me ha demostrado que me quiere.

Si pensaste que la última opción es la más coherente te felicito, ya estás en otro nivel de tu vida, estás más cerca de tu príncipe azul, más cerca de lo que crees. Serás muy feliz. Pero si sos como yo y te seguís enamorando de puros pendejos, bienvenida al club, quizá en una de tantas le pegamos y encontramos al príncipe, aunque no sea tan azul… Pero que sea príncipe ante todo.