Nunca me pregunté hasta hoy si alguna vez te has cuestionado
si de verdad te amé. A estas alturas dudo que a los dos nos importe. Pero
cuando sentía la duda siempre te preguntaba y tu respuesta era la misma: “bien
sabés que sí”. Pero en realidad no tenía la certeza, será porque yo tampoco
supe si en realidad te amé como la gente normal dice que ama. ¿Cómo te amé?
¿Con el alma?
Te acordás la primera vez que te besé, no fue en el carro
como vos creés. Fue saliendo de aquel bar que tiene el nombre de una fruta. Me
pediste un beso y no lo pensé dos veces. En realidad me sentí obligada, te
portaste muy bien conmigo y ese día te mirabas bien, aunque te confieso que el
vodka siempre ayuda a los menos agraciados (no es tu caso, amor). Esa noche,
nos besamos toda la noche ante la mirada de los curiosos y chismosos. A la
mañana siguiente me arrepentí y ni te quería contestar los mensajes. Creo que
ya empezabas a notar mi locura.
Pasó poco tiempo para que me convencieras. Fue un 19 de
abril, te dije que sí teniendo en mi mente la imagen de alguien más. Te dije
sí, porque no sabía a lo que me metía. Te dije sí porque creí serías de esos
amores chiquitos que nunca llegan a cuajar. Pues bien, ahora desconfío de mi
intuición.
Pero no acepté ser tu novia por despecho. En realidad me
gustabas. Te miraba tan parecido a mi forma de ser que me asustaba. Te entiendo
muy bien cuando me decís: “nunca creí llegar a tanto con vos”, contrario de
ofenderme, me alivia… no fui la única pendeja aquí.
No me gusta recordar esos atracos en tu carro cuando me
venías a dejar a mi casa, no me gusta porque por ese momento se me olvida todo
lo demás y quiero repetir ese momento… He besado a otros que están más buenos
que vos. He tocado cuerpos más atléticos que el tuyo, pero ninguno me había
dado tanta calor como el tuyo. Y no es un halago, solo soy yo siendo honesta.
Ha pasado mucho tiempo. El tiempo suficiente para confesarte
que nunca pude perderme en tus ojos. Para decirlo de una manera menos cursi;
nunca me dejaste babeando. Nunca me impresionó tu retórica, incluso yo soy
mejor usando las palabras. Nunca fue tu cerebro. Fue tu cuerpo. Más bien fueron
tus manos en complicidad de tu boca. Llegué a conocer cada rincón de tu cuerpo
y ante su imperfección me parecía tan hermoso. Me aprendí hasta las fisuras de
tu lengua.
Me acuerdo que hablábamos mucho, pero en realidad no
decíamos nada. Quienes mejor se comunicaban eran nuestros cuerpos. Ellos solos
arreglaban cualquier problema. Incluso los graves. Te enojabas cuando te decía
que nuestra relación se basó en lo físico más que en lo químico. Me decías que
para tener sexo se puede buscar a cualquiera, que entendiera la diferencia
entre hacer el amor y coger con alguien. ¿Ya sabés la diferencia? Y supongo que
tenés razón, pero desde que descubrí que el placer es la felicidad de un
momento y que el amor se fija más en otras cosas, para mí el sexo pasó a ser
muy importante, y empecé a disfrazar la pasión con el amor, y al final: nos
jodimos.
Un buen amigo mío que no conoces me dijo una vez que cuando
te acuestas con alguien, le dejas una parte de tu alma a esa persona, me parece
lógico que lo diga él, pues es un cristiano empedernido y creyente de la
castidad. Me pregunto, amor, a cuantas le has dejado los pedacitos de tu alma,
quizás eso explica por qué a veces siento que sos un desalmado irreparable. Y como
siempre me señalás y proyectas tus pecados en mí, en primer lugar yo nunca he
negado que me equivoqué y tampoco me enorgullezco por las veces que te engañé
con otro. Y tampoco te voy a decir si fue con él o con aquél, me divierte la
idea que te lo imagines…
Y ya ni que hablar de los dolores, no vale la pena recordar
lo que duele, sin embargo ahorita te estoy recordando, precisamente porque
siento que te estoy olvidando. Aunque en mi huida a veces parezca que me
refugio en tu persona y vuelvo a ser vulnerable.
Muy lejos de gustarme, me dejó tan pensativa y avergonzada
cuando un mañana que amanecí a tu lado, te empecé a besar el cuello y me
dijiste “lujuriosa”, con una cara más de encanto que reclamo. En ese momento
sentí que algo estaba vacío. Porque no fueron esas noches, esas mañanas que
tanto disfruté, ni ese “te amo” cuando estabas encima de mí. En realidad fueron
las pocas veces que me hiciste reír de verdad que me hicieron quererte, pero en
mis grandes dudas está la manera de como empecé a amarte.
Echarle la culpa a la pasión ya no sirve de nada, estoy segura
que fueron nuestras pendejadas, más las tuyas eso sí. Pero ya pasó, de hecho ya
hace tiempo pasó. Pero si en algún momento, como estuvo a punto de pasar
recientemente, algún día esa llama de esa pasión desenfrenada surge dejando a
un lado el cariño, te suplico que te acordés de las cosas feas que te hice, las
que fueron reales, las que te imaginas y las que te cuenta la gente. Que yo
bien me acuerdo (o al menos lo intento) de todas las cosas que vi sin que me
las contara nadie. Que pensés bien si vale la pena amarnos otra vez de esa
manera, y si vale la pena hacernos mierda otra vez..
No te digo “adiós”, ni “nunca jamás”, “te odio pendejo,” “te
extraño pendejo”, “te necesito”, “te deseo”. Ya no te digo nada desde ayer. Creo
que estoy aburrida mi amor. Creo que necesito sentir amor otra vez, de alguien
más… un amor más real e igual de apasionado.
Ya entendí que no podemos ser amigos y entiendo por qué. Tus
celos y mi locura me lo han dejado claro. Que a veces pienso que amarnos con la
entrepierna fue peor que querernos como dicen los cursis: con el corazón…
porque eso jamás saldrá de mi boca, tendrían que hacerte un trasplante de
cerebro, porque de amarte, claro que te amé… te amé con todo mi sexo.
Wooopp que bello es algo q a lo mejor nos paso mas de alguna ves a cualquiera yo creo q muchas mujeres nos identificamos con mas de un párrafo me facino leer esto impresionante lisbeth y eso q casi no m gusta leer pero cosas asi yo creo que todos desiamos leer es como si hubieras escrito alguna parte demi vida y de la vida de muchas personas tq m saludes
ResponderEliminarMuchísimas gracias!
ResponderEliminarJAJAJA cuantas aun amando pensamos mas de alguna vez lo mismo
ResponderEliminarEn todas tus historias hay al menos un renglón con el cual nos identificamos. Un trocito de nuestras vidas.
ResponderEliminarSAludos, eres una escritora que sabe complacer nuestros gustos, gustos de personas que como yo no tenemos ese hobbie de la lextura, al menos yo ahora con tus historias eh empezado a tomar.
Saludos, sigue así!, deleitandonos con tus parrafos muy significativos e interesantes. Que nos sacan risas mientras leemos en silencio y reflexiones de nuestros actos.
P.D. Me puedes encontrar en Facebook como Kike Castro, por si quieres saber quien soy.