Me acuerdo la primera vez que me fui a confesar con un
sacerdote para poder hacer mi Primera Comunión. Tenía ocho años y estaba en
segundo grado. ¿Qué pecados podría haber tenido a esa edad? El caso es que iba
con un miedo nervioso y con mi corazón palpitando a mil; le confesé al Padre que
me portaba mal porque a veces le contestaba mal a mi mamá, sin olvidar que una
vez dije una mala palabra en la escuela. Gracias al Cielo, mi corazón se sintió
aliviado cuando el cura gringo y anciano puso su mano en mi cabeza y me dijo en
un español poco entendible: “tu estár perdonada y absuelta de todo pecado. En
el nombre del Padrue, del Hijou y del Espíritu Santou”.
Me pregunto si ese “perdón” que me dio el sacerdote de mi
pueblo, sigue siendo vigente a mis 21; ya que no he vuelto a confesarme en
ninguna Iglesia, con ningún sacerdote, con ningún pastor ni con nadie, salvo
con mi mejor amigo y mi laptop.
Mi familia materna es meramente católica. Y yo como es de
esperarse fui criada bajo las tradiciones del Catolicismo. Fui a una escuela
que se llama Centro Escolar Concepción de María. Me gradué de un colegio que se
llama Oscar Cardenal Rodríguez (para variar). Intentaron imponerme la tradición
de asistir a misas los domingos. Comer la hostia. Aprenderme de memoria El
Credo, el Rosario y otras oraciones de santos que no recuerdo ni el nombre.
Me enseñaron a persignarme cuando uno pasa en frente de la
Iglesia, cuando se escucha un trueno, cuando alguien muere, cuando se termina
de rezar, cuando alguien invoca al diablo, cuando se mete a bañar, en fin… para
todo.
Crecí creyendo que ser católica era casi como un orgullo,
porque creía que era la mejor religión, las iglesias son mucho más bonitas, los
sacerdotes no son tan escandalosos como los pastores y lo mejor de todo: uno
puede dar lo que uno quiera en la ofrenda.
Pero cuando descubrí el maravilloso mundo de los libros, me
fui enterando de muchas cosas pero aún mi mente seguía atada a un hilo de
tradición. No fue hasta que entré a la universidad que por primera vez escuché
a alguien hablar mal del catolicismo, del Vaticano, del cardenal, de los
obispos, de toda la estructura de La Iglesia Católica. De su oscura historia y
de su dudoso futuro.
Todavía recuerdo la excitación de aquel hombre al hablar de
la corrupción y la crueldad de la “Santa Inquisición”, de los casos de
pedofilia entre otras abominaciones con las que se ha relacionado a la “Santa
Iglesia Católica”. Al escucharlo me sentí sorprendida por un lado y por otro
lado aliviada pues ya no me sentía tan culpable por creer toda mi vida en secreto
que las misas son una cosa aburridísima, que me daba miedo cuando el cura
hablaba en un idioma extraño, que nunca sentí un efecto sobrenatural al “comer”
el cuerpo de Cristo en una laminita compuesta de harina y agua y que la frase “podéis
ir en paz” era para mí el momento más feliz de toda la misa.
Pero por fortuna, no soy ni he sido de las personas que se traga
y se echa al bolsillo las opiniones y razonamientos de los demás. Siempre tomo
en cuenta lo que he aprendido y lo que siento. Creo mucho en la intuición y en
el instinto. Es por eso que respeto y me gusta escuchar los juicios y las
convicciones de los demás aunque no siempre esté de acuerdo.
Me tomo el atrevimiento de hablar especialmente de la
Iglesia Católica porque nací y me he criado bajo dicha religión, y salvo por
unas cuantas ocasiones he visitado iglesias protestantes, que en lo personal no
me agradan. Son demasiado bulliciosas, el pastor no habla, grita. La gente
parece entrar en un estado de trance y se tira al suelo, no sé si será real que
en verdad son tocados por el Espíritu Santo… el punto es que no me gusta. Aunque
debo aclarar que, como todo en la vida siempre hay excepciones, dentro de la
misma tradición siempre está la cosa diferente, la cosa rebelde y no siempre se
sigue el mismo protocolo. Con esto me refiero a todas las religiones.
Sin embargo no me he empeñado en ver el lado espiritual de
las personas como un signo de debilidad, o la religión como nociva; todo mi
problema radica en la manera en que algunas personas, a lo largo del tiempo, se
han aprovechado de la religión, del propio Dios y de la inseguridad emocional
de la gente (sobre todo los pobres) para obtener, poder, riqueza e impunidad.
No se debe hablar de religión como si fuere fanatismo,
futbol o ideología política. Pero muchas personas se esfuerzan en parecer
imbéciles y ridiculizar sus propias creencias religiosas, sobre todo si
pretenden convencer a los demás que su credo es el mejor y el único verdadero y
que los demás se equivocan.
Para mí Dios no tiene religión y a la vez tiene un poco de
cada una. Creo que ese era su propósito. La diversidad, la variedad de
pensamientos y culturas. Se me hace algo fascinante. Pero se me hace algo
absurdo pensar que a él le gusta que alguien mate a otro en su nombre. Me pregunto
qué pensará Dios cuando ve los casos de abuso a niños, el enriquecimiento grosero
de algunos líderes religiosos mientras su pueblo muere de hambre.
No pretendo decir que pertenecer a una religión es estúpido.
Es bueno para quien lo hace de corazón, siente la presencia de Dios y ayuda a
los demás. El mundo ha parido a extraordinarias personas que han hecho mucho
por la humanidad sin dejarse llevar por fanatismo o por resentimientos sin
sentido.
Quizás muchas personas no estén de acuerdo con mi pensamiento
o crean que lo que escribo es porque soy antireligiosa o atea como me ha dicho
mi madre cuando le digo que no creo en los curas, ni en los pastores, ni en el
diezmo. “Sos atea como tu papá”, me dice la vieja. Pero no sabe lo mucho que se
equivoca. Mi papa no era ateo y tampoco religioso, hablaba de todo, pero en
raras ocasiones hablaba de Dios.
Y es que es cuestión de lógica y razón el creer que existe algo
o alguien superior a nosotros. Pero mi punto no es filosofar sobre la
existencia de Dios, es un tema que no discuto pero tampoco me ofenden las
personas que lo ponen en duda.
Hay un único Dios, miles de religiones, millones de personas
que lo buscan con rituales, con ofrendas. Con regalos caros a los líderes
religiosos. ¿Sabrán estas personas que no es necesario ir a brincar o a
escuchar todos los domingos el mismo sermón y ver el mismo protocolo en una
Iglesia para sentir a Dios? Creo que la religión y el mismo Dios están dentro
de nosotros. Están en lo que hacemos a los demás y a nosotros mismos.
La religión que elegí fue la de la Libertad. Libertad de
amar, de pensar, de creer… Creo en Dios y creo en mí. Respeto a los católicos,
a los protestantes, a los musulmanes y a los judíos pero no comparto muchos de
sus argumentos. Creo que no hay poder más exquisito e inmenso que la libertad
de decidir lo que somos y decir lo que pensamos y sentimos. Por eso doy gracias
al tiempo y a la vida que no me puso en la época Medieval, cuando La Santísima Inquisición
se dio gusto quemando la mollera de los libres pensadores.
Quizás siga yendo a Misa cuando la ocasión lo amerite…
quizás tenga que hacer La Confirma para poder casarme en una Iglesia Católica y
así le daría gusto a mi abuela, a mi mamá y a mis tias. Quizás tenga que
bautizar a mis hijos para que no les digan que tienen el pecado original. Lo haría
y más por tradición que por convicción. Pero nunca, jamás, nadie me quitará el
derecho de creer y pensar como me plazca.
Interesante, solo que me parece que ha sido usted una católica por tradicionalismo, y no porque le dio lugar a Jesús de tocar realmente su corazón. Porque según sus inquietudes, hay un gran desconocimiento de la fe católica, y como nunca la ha llegado a conocer nunca le tomó cariño. Por ejemplo: la Iglesia es Santa, no porque sean todos santos los que allí estamos, todo lo contrario, es santa porque Cristo la Santifica. Y sobre las otras religiones, si le digo que Dios está porque la mayoría predican el bien, solo que El esta en unas más que otras, y en otras nada.
ResponderEliminarYo estoy de acuerdo con el, lo digo porque la mayoria de catolicos y cristianos en general no llegan no siquiera a sospechar la doctrina o dogmas de su religion, ni de la riquesa que posee la iglesia, desde sus primeros teoloos y apologistas hasta los exegetas de hoy, lo digo porque despues de caer en eel esceptismo y agnostismo tuve una busqueda de Dios y varias religiones.. Y no encontre otra como la religion cristiana ,en particular catolica, tiene cimientos de mas de dos milenios ... Indague en su filosofia y en particular ,senti la presencia vigente de jesus de nazareth, ... Creo qu para ser mas objetiva indague mas en la religion...
ResponderEliminarLo que yo creo es que uno debe buscar a Dios convencido de que existe,profundizar en las escrituras para conocerlo,porque no podemos dejarnos llevar por nuestros sentimientos y pensamientos,pues estos cambian de acuerdo a nuestro estado de animo.Son fluctuantes como las olas del mar por lo tanto son falibles.Dios los bendiga.
ResponderEliminarExcelente blog Lizbeth. Realmente la felicito por sus escritos. La invito a visitar mi humilde blog: http://arqluisestrada.blogspot.com/
ResponderEliminarMe fascina su punto de vista.
lastimosamente hace días no te leía, no se si por que mi amiga esta lejos o por todo lo que anda revoloteando en mi cabeza y te aseguro que me arrepiento, porque sos una motivación para que siga leyendo y escribiendo, dejando a un lado la cursileria, te comento que no sos la única que esta pasando por esa etapa de integración y al decir "Integración" no me refiero a una clase, sino al sentimiento de ser parte de un grupo, de pertenencia.
ResponderEliminarTe confieso aun quiero saber que quien soy,para que, porque cual es el camino a seguir, y una infinidad de preguntas pero no dejare de confiar y creer en Dios.