Al principio él y yo siempre nos llevamos bien, pero la
tragedia griega empezó cuando me dijo ‘te amo’ por primera vez y yo me quedé
muda. Quizás él lo dijo para atraparme más o quizás porque esa palabra esta un
tanto prostituida en su vocabulario. Yo solo le había dicho esa insolente frase
a una persona en toda mi vida y hasta el día de hoy se lo sigo diciendo aunque
esté enamorada de otro. Pero no le dije ni siquiera ‘yo también’ porque
simplemente no lo sentía.
Al día siguiente fue a mi casa temprano por la mañana. Yo
estaba en mis peores fachas, el pelo agarrado con un moño, con mis lentes
puestos, en unos shorts rotos y una camiseta escotada. Estaba en frente de mi
computadora, justamente escribiendo el cuento que me
dijo la noche anterior, que me ama y yo no dije nada pero recuerdo que le dije,
te lo voy a decir cuando realmente lo sienta. Recuerdo que en mi drama y
frustración estaba escuchando ‘no puedo enamorarme de ti’ del flaco Sabina, tan
trágica siempre…
El caso es que llegó. Solo me levanté para abrir la puerta y
regresé a sentarme en el comedor para seguir escribiendo. El entró, me quedó
viendo extrañado pero yo solo le sonreí y volví a meter mis ojos en la compu,
se sentó conmigo y después me pidió un que le diera un vaso con agua, ‘ya que
ni eso me ofreces’ me dijo con sarcasmo. Me levanté sin voltear a verlo, el me
agarró por la cintura me sentó en sus piernas y empezó a besarme en los labios.
No me resistí pero no correspondí con entusiasmo al beso. Cuando se percató de
mi indiferencia me soltó. Y le traje su vaso con agua.
-¿Qué tanto escribís?
-De lo mucho que te quiero y de las cosas que hacemos juntos.-
le dije.
-Cuidado y te lo lee tu mamá.- me dijo
-Jamás.- le dije sonriendo y sin mirarlo.
Me acariciaba una rodilla y me besaba un hombro con
delicadeza. Yo sabía bien que significaba eso, pero a medida se ponía más
romántico más lo ignoraba yo. Hasta que se dio por vencido.
Criticó mis gustos musicales, que nada que ver con sus
rancheras. De mi afán por escribirlo todo. De lo rara que soy a veces. Yo solo me reía
de él en mi mente.
Al rato me cayó en mensaje de texto a mi celular. Era de un
hombre, pero no era cualquier hombre. Él vio quien era y notó que me puse
nerviosa pero no contesté el mensaje y puse el celular fuera de su vista. Le
cambió totalmente el semblante de su cara. Ya no estaba concentrada para seguir
escribiendo, rogando al cielo que no me dijera nada por el mensaje pues no
estaba de humor para pelear.
-Así que seguís en contacto con ese ‘maje’. –reclamó.
-Siempre lo he tenido, desde que tengo 10 años.-contesté con
mi sarcasmo más mordaz.
-Ya veo, está bueno, me gusta que tengas ese descaro, pues
me demostrás quien sos.- atacó.
-Es muy temprano para pelear, relájate amor.- le dije
mientras entraba a mi Facebook.
-Vas a seguir con eso o me vas a seguir ignorando.-me dijo
ya exaltado.
Lo quedé viendo seria, pero comprendí que estaba actuando
cruel. Y para evitar más problemas le dije que olvidara el mensaje, que aquel
solo me saluda de vez en cuando, que ya no es importante y que mejor me diera
un beso. Incliné mi rostro hacia el suyo e intenté besarlo pero ahora él se
rehusaba. Me reí de él y de sus celos. Intenté seducirlo pero se hacía el
difícil.
Ok! Le dije y seguí con lo mío, viendo los chismes del
Facebook.
Se enfureció. Me pidió que borrara al tipo de la lista de
mis contactos, insinuó que yo tenía algo con él todavía. Yo me rascaba la
cabeza y seguía viendo mi compu.
-No sé cómo podés seguir hablando con él.-me dijo indignado.
-Y yo no sé cómo es que te dije que si ese día.-ataqué muy
bajo.
-Ah! ¿Entonces te arrepentís?.-me dijo sorprendido.
-Sí, me arrepiento de haberte conocido.-le dije algo
fastidiada y sin voltear a verlo.
-Pues a la mierda todo.-me dijo, se levantó y se fue.
Pero el drama le duró poco. Bastaron unas horas para que
volviera a ser el mismo y yo con los días iba cambiando mi actitud. Dejándome
adiestrar, aprendiendo a estar en compañía y dejando a un lado la soledad, la
cual cuidaba como tesoro, me iba acostumbrando a él y poco a poco dejaba de
escribir, para crear recuerdos, para vivir aventuras. Para aprender a amar a
alguien diferente.
Hasta que conocí la otra cara de la moneda.
Era una mañana de junio, creo que era viernes. El vendría
a casa como es de costumbre. Me bañé, me puse crema, me solté el pelo y quise
prepararle un rico desayuno.
Él llegó, lo recibí en la puerta con un gran beso. Estaba
feliz de verlo. En cambio él estaba agitado y algo serio. No le tomé tanta
importancia. Cuando se percató que estaba cocinando para él se sonrió pero no
dijo más. Le serví en la mesa, lo atendí como yo pensé que merecía ser atendido,
como un rey. Le gustó el desayuno, me agradeció, tomó el último sorbo de jugo y
se fue para mi cuarto, encendió el tele y se acostó en mi sofá.
Terminé de limpiar la cocina y me fui a acompañarlo. Me
senté en la cama y vi que estaba afanado escribiendo en su BlackBerry. Y
tampoco le di tanta importancia, al contrario. Me senté en la cama y empecé a
acomodarme el pelo enfrente de él mientras lo miraba con esa mirada que él
conoce bien. Él se paró del sofá y se tiró a la cama. Platicamos un rato, pues ante todo siempre nos tratábamos como amigos, después llegaron los amantes, surgieron los besos, las caricias, los te amos, la pasión...
El televisor seguía encendido, y cuando la testosterona y lo progesterona se calmaron, él volvió a enamorarse del tele. Noté que su celular estaba en mi mesita de noche, estaba
vibrando el dichoso aparato. No le dije nada. Agarré el BlackBerry, lo
miré a él y estaba cautivado viendo una película. Me fui a otro cuarto, me encerré con llave
y me dije a mi misma: es ahora o nunca.
Empecé revisando sus llamadas. Nada anormal. Su mamá, un
tio, una prima, yo y uno que otro número sin registrar. Sus mensajes de texto. Tampoco
nada de gravedad, era uno que otro saludando o preguntando cosas de la
universidad. En el bbm encontré la evidencia que jamás desearía haber
encontrado. Eran conversaciones con mujeres. De esas que ponen su foto de
display enseñando todas las carnes. Diciéndole y mintiéndole ‘hola guapo, como
estás’ y él contestándoles ‘bien, linda, hace días no sé nada de vos’ y la
conversación siguió fluyendo así, entre coqueteos e invitaciones a salir. No lo
podía creer…
Me quedé helada. Sentí como una piedra en el estómago. Regresé
a mi cuarto, él seguía viendo tele y no se dio cuenta que le agarré el celular.
Lo volví a poner en el mismo lugar sin que se diera cuenta. Me senté a verlo y
él seguía con sus benditos ojos en la maldita televisión. Por fin se dio cuenta
que yo existía, o quizás sintió mis ojos que querían ser balas.
-¿Qué te pasa charraluda?.- me dijo extrañado.
-Nada.- contesté sin expresión.
Él no dijo más y aunque notó mi incomodidad no quiso averiguar más. Como
siempre se hizo el pendejo para evitar una pelea. Me sentía idiota. Quería
ahorcarlo. Correrlo de mi casa, de mi cama, DE MI VIDA.... Pero respiré hondo y ya
más tranquila me acerqué, le agarré la cara y le dije: te amo viéndolo fijamente a los ojos. Yo también te amo, me dijo. Pero en mi mente solo habían imágenes sangrientas al estilo Spartacus, lo estaba besando pero en ese momento quería convertirme en Crixus y degollarlo, estaba herida, pero también pensaba para qué hacer
dramas y escenas de celos, si de la misma manera en que me pagas así lo
haré yo, como en la ley del monte. Es así como funciona el amor, me dije a mi misma. Desde ese día se empezó a desbaratar todo. Le perdí la confianza. Nuestro amor consistía en reproches, peleas, celos, todos los achaques de ese cáncer maligno de la desconfianza. Desde ese día entró en mi cabeza ese gusanito venenoso que no salió jamás, desde ese día ya nada fue igual para mí.
Talvez a mi me a pasado lo mismo,y comparto contigo tus mismas ideas,pero no tengo el don.de exprezarlascimo las empresas tu.pero el sentir igual.
ResponderEliminarno es fácil para algunas personas expresarse o ser tan abierto respecto a tus cosas, pero a veces quisiera ser mas reservada y no tener la mania de contarlo todo, gracias por leerme Oscar
EliminarSomos sinplemente humanos, constantemente debiles, constantemente necesitados de atencion, especialmente los chicos, their brains are hardwire differently y a diferencia de nosotras aun ellos estando enamorados no se conforman y dada la oportunidad constantemente coquetean, es la manera en que cultivan su seguridad de "machos alfa." Lamentablemente los malditos telefonos y la epidemia d redes sociales le facilitan el trabajo... Como va el dicho ellos son d martes y nosotras d venus, y tristemente tenemos que aprender a vivir con sus pesimas imperfecciones o de lo contrario te encuentras en el punto donde yo estoy situada: Puedo aguantar esto el resto de mi vida o escojo a mi siempre fiel soledad? Los hombres no comprenden el concepto de compomiso y lealtad. Dan su vida por una si es necesario pero no pueden evitar que se les salgan los ojos cuando pasan cerca de otra chava, y a veces ni siquiera mas bonita :(
ResponderEliminarSi es verdad Lidi, cuando se quiere a alguien se acepta tal cual es, todos los hombres son coquetos es verdad, solo hay que ver hasta q punto llegan y siempre y cuando no te falten el respeto. Me gusta tu manera de pensar, gracias por leer mi blog, un abrazo
Eliminarsinceramente como seres humanos inteligentes deberiamos saber expresar nuestros sentimientos y mas si nos molesta algo en particular, porque si nos quedamos con esa espinita no vamos a aprender a perdonar y por eso es que llegan los reproches y reclamos que nos molestan y molestan aun mas a las personas que queremos. es dificil llegar a expresar las cosas que nos molestan pero si lo hicieramos mas a menudo nuestros seres queridos no se sorprenderian de lo que pensamos
ResponderEliminartenés mucha razón, ante todo saber comunicarnos y expresarnos sin estallar, dichosa y bendecida la gente q no explota al momento de reclamar algo, gracias Joannnn!!!!!
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