Son la 1:05 de la tarde en mi pueblo, mi querido pueblo
donde la gente casi no es chismosa… pues bien, hace un sol
abrasador, ya empieza a sentirse el aroma del verano. Voy del brazo de mi mejor
amigo, como siempre riéndonos de cualquier estupidez, estamos en un centro comercial,
el preferido por la mayoría para ir a tomar algo y refrescarse un poco de ese
incómodo calor.
Nos sentamos en una banca al final de la plaza mientras saboreamos
unas granitas de fruta que recién compró mi amigo.
Como siempre ando mi pelo suelto y despeinado, mi amigo me
queda viendo como si le estorbase mi pobre cabello y me dice: “que charral,
peinate”, poco me importan sus palabras burlistas pero un tanto sofocada por la
temperatura de sus comentarios, me agarro el pelo con una cola.
Platicando sabe Dios que cosa, mi fregada miopía alcanza ver
a una muchacha, de mi edad, nunca fue mi amiga, pero la conozco de años, fuimos
a la misma escuela, nos graduamos en el mismo colegio, tiene el cabello rizado,
piel oscura, de baja estatura, pero tiene una leve elegancia al vestirse y
hablar, no es fea, tampoco es bonita, no la odio, pero haciendo honor a mi
franqueza diré que más de una vez hice el intento de llevarme bien con ella. Misión
Imposible IV.
En fin, la diviso, no le doy importancia y no le digo a mi
amigo porque la plática está más interesante, pero como es de esperar, mi
acompañante pareciera que tiene ojos atrás y cuando menos acuerdo le está
haciendo señas para que se vaya donde estamos nosotros, ella me mira y en su cara
se dibuja una sonrisa torcida, yo finjo ver a otra persona, mi amigo le insiste
y la llama por su nombre, ella un tanto comprometida se dirige hacia nosotros,
yo pellizco a mi amigo, él me dice sonriendo “comportate” yo sonrío también y
lo pellizco otra vez pero más fuerte.
-Hola, ¿cómo estas? – Me dice después que intercambiamos un
beso en la mejilla.
-Bien! Tiempos sin verte. – le contesto con mi sonrisa
forzada.
-Estás más delgada.- Miente.
- Y vos qué guapa estás.- miento también.
Y luego sin más farsas que decir apartamos la mirada y ella
se pone a platicar con mi amigo, que también es amigo de ella, mientras yo
finjo que alguien me manda mensajes a mi celular. Me siento incómoda. La miro
de la cabeza a los pies. La observo como habla. No me gusta como se ríe. No me
gusta saber que no nos caemos bien. Me acuerdo de la escuela, del colegio,
siempre se creyó la sabelotodo. Y lo peor del caso, le gustaba el mismo chavo
que a mí. Dios, no la soporto, pensaba. Mientras me volvía a sumergir en mi
teléfono.
Por fin se va, y nos despedimos de beso pero ninguna hace
sonar los labios, fue tan chistoso como fatigoso. Se dio la vuelta, mi amigo me
queda viendo con la sonrisa más burlona que tiene y yo le advierto: cerra el
pico. Se ríe de mí. Ambos nos reímos.
Soy una hipócrita, le dije. ¿Qué pasaría si las personas
dijeran lo que piensan de los demás, aunque no sea nada agradable? Qué reacción
hubiese tomado ella si en vez de saludarla le pongo cara de perro y le digo: a
mi ni me hables, nunca te he caído bien, me criticas con tus amigas, alguna vez
me habrás dicho “zorra” porque el tonto aquel del colegio se besaba conmigo y
no con vos, no me gusta tu pelo, no me gusta que seas mentirosa, odio decirte
que no te odio y odio más decirte que no puedo hacerlo, simplemente no me caes
bien, tengo calor, mi granita se derrite y no te quiero saludar; me siento una
perra por decirte esto pero es la verdad.
Me imagino su reacción. Pero si ella también quisiera
decirme en la cara lo que piensa de mí, dudo mucho que sean cosas bonitas y
estaría en todo su derecho de hacerlo.
Soy temperamental gracias a mi madre, soy muy expresiva
gracias a mi padre y soy sincera gracias a Dios. Pero eso no significa que
tenga la licencia y la libertad para hacer sentir mal a alguien con mis
palabras, prefiero pecar de hipócrita y no de cínica.
Hay personas en la vida que no tienen que hacer mucho para caer
en la punta del hígado a los demás. Si es verdad, ella no me agrada, también es
cierto que no me ha hecho ningún daño, ni tengo razones para odiarla, y no
ganaría nada en hacerlo. Por eso ahorrarme varios insultos que en realidad
están fuera de lugar no significa tanto ser hipócrita sino también ser prudente,
mostrar clase y educación aunque mucho me cueste…
Pero volviendo a mi amigo, me encantó su respuesta: no es
gran pecado ser hipócrita, pero como todo en la vida, hay ciertos niveles. Hay gente
que realmente se pasa, primero te ven, te saludan, te abrazan, te halagan, se
dan la vuelta, se ríen, comentan, envenenan con chismes e inventos, luego te
vuelven a ver y el ciclo se repite.
Y he caído en la reflexión que para tener equilibrio y paz
en la vida se debe ser prudente, hay que educar la lengua y domar los pensamientos
negativos sobre alguien. Es de humanos sentir apatía por algo o alguien pero es
de sabios aprender a aceptar las cosas como son y no como queremos que sean.
No creo que algún día ella y yo lleguemos a ser amigas, creo
es cuestión de compatibilidad. Pero tampoco será justo decirle al mundo que es una
mala persona e inventar cualquier estupidez sobre ella.
Cuando la vuelva a ver, no le voy a sonreír sin ganas, ni la
voy a balear a morir con mis ojos. Simplemente la voy a saludar, no le voy a
decir mentiras sobre su ropa o si está fea o bonita. Solo la voy a saludar. ¿Qué
si soy hipócrita? No sé. Pero mantendré el nivel de mi hipocresía al mínimo, y
elevaré el de la prudencia.
Saludos, sé que vas a leer esto.
olguita bella te lo dije hoy y te lo repito, y la verdad ya sabes que soy criticona y no es para que te molestes, pero me habria encantado que la frialdad que esta en el interior de cada persona estuviera mas presente, tenes mucha razon al hablar de la hipocrecia. pero no tiene nada de malo no morderse la lengua por y para personas que no son tan agradebles para nosotros......... te felicito y sabes que adoro tus opiniones y tu intelectual manera de ver las cosas, nada que ver con esta que te lee con mucho gusto
ResponderEliminarGRACIAS fISHER ojalá te guste mi siguiente post...
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