Ahora tengo más responsabilidades que antes pero me levanto
un poco más tarde. Ya no me desvelo en las noches. Ahora nadie me llama en la
madrugada. Por una parte estoy aliviada por otra parte abrumada…
No voy a ninguna Iglesia ni soy religiosa. Creo en Dios e
intento creerle a Dios. Me siento un poco más vieja pero no más madura. Ahora veo
menos televisión y voy más seguido al cine.
No me acuerdo la última vez que me
comí una hamburguesa, pero me he vuelto adicta a las baleadas. Todos los lunes
intento hacer ejercicio pero el martes la pereza y el cansancio le hacen complot
a mis ganas de tener un cuerpo firme, prefiero dormir.
Ahora tengo un deseo casi patológico por graduarme, salir por
fin de la Universidad y no verles la cara a algunas compañeras amargadas (no
son Uds. amigas). O quizás soy yo la amargada. Ahora son mis cambios de humor y
mi preocupación. Mis ganas de parrandear y mis ganas de estar sin gente.
Sigo igual de despistada. Pero ya no se me olvida desayunar
por nada del mundo. Por una u otra razón siento que ahora como bastante y no
engordo. He dejado el hábito de la lectura, muy mal, muy mal… pero siento que
no me ajusta el tiempo. Prefiero escuchar música.
También he dejado de escribir
como antes, después lo poco que escribo, me siento tentada a publicarlo en mi
blog y alguien por ahí me hala las orejas por ser tan explícita, pero a decir
verdad I don’t give a fuck, con todo
respeto lo que digan los moralistas.
Estoy en una revista que jamás imaginé estar. Escribo artículos financieros y para mi sorpresa no es desagradable, Todo es cuestión de acostumbrarse.
A veces me da por llorar, luego algo me distrae y se me
olvida. Al rato me acuerdo y me siento mal pero busco la forma de volver a
distraerme…
Ahora trato de moderar más mi lenguaje. Intento no decir
malas palabras pero a veces es imposible. Ahora más que nunca odio tener que
maquillarme, aunque luzca más fea al natural pero realmente odio tener que
untarle rímel a las pestañas a diario.
Cuando me acuerdo extraño mucho a mi papá, digo “cuando me
acuerdo” porque evito pensar en él, así duele menos su ausencia. Siento que
cada vez me parezco más a él y más cuando me descubro haciendo algún gesto suyo
en el espejo.
Cada vez me doy cuenta lo rara que es la vida, lo cabrona e
hija de puta que es a veces. Hoy amanecí pensando que quizás pasé debajo de una
escalera o me encontré con un gato negro por eso de la mala suerte, más tarde
cuando veo a toda mi familia junta me doy cuenta lo bendecida que soy y siento
que no merezco lo que tengo por ser tan pendeja en ocasiones.
Cuando estoy en mi cama y en mi lista de reproducción
aparece una canción de amor, enseguida la cambio y pongo esas de despecho que
canta Chavela Vargas al rato me siento peor o me quedo dormida.
He aprendido a vivir en el ambiente hostil y absurdo de los
chismes. Soy más comprensiva con las personas que no me quieren. Y soy más
receptiva con las que si me quieren. Ahora me dejo consentir más sin tener que
ser coqueta. Y soy más amable sin tener que ser más hipócrita de la cuenta.
Ahora escucho más los piropos, aunque sean redadas de buitres, aunque algunos sean mentira...
He descubierto que las cervezas dejan una pancita similar a una panza de embarazada de tres meses. Creo que regresaré al vodka.
Hay mucha tensión entre mi mejor amiga y yo. Creo que ya nada será como antes. Es la ley de la vida. Le deseo lo mejor.
Quiero ir al mar otra vez. Quiero intoxicarme por comer mariscos. Quiero emborracharme en la playa. Quiero escribir TE AMO en la arena y escribir su nombre.
Me da por conocer más gente y si ando de buenas disfruto de
una buena plática con algún viejo amor.
Hay personas que se han alejado, otras que se han acercado.
Unas se fueron por su gusto, otras porque las corrí y otras porque las deje ir…
He visto la luna más hermosa que jamás hayan visto mis ojos
y no sé si se vale pero pedí un deseo, el mismo deseo de siempre.
Hoy cayó una tormenta de esas que se disfrutan verlas,
sentirlas y escucharlas. Siento que me dará amigdalitis otra vez.
Me está saliendo la última muela del juicio y a veces se me
dificulta comer algo crujiente. ¿Para qué sirven esas muelas si no es para
jodernos la vida?
Cada vez peleo menos con mi mamá, otra señal que estoy
envejeciendo o quizás ella se está resignando a mi tosco carácter.
A veces me torturan los recuerdos y lo llamo por su nombre.
Otras veces se me olvida lo que me hizo pero la gente mis amigos y mi propia
conciencia me recuerda que lo que pasó fue lo mejor.
El pelo se me cae menos. Pero en días de mucho estrés
parezco perra siberiano dejando mechones por todos lados.
Ahora ya no me preocupo tanto a fin de mes. Ahora paso
relativamente más tranquila. Pero de alguna manera u otra extraño la guerra y
la acción.
Aunque esté incorrecto prefiero pensar más en el futuro para
no aferrarme al pasado. No pienso mucho en el presente pues lo estoy viviendo.
A veces pienso en el poeta, a veces pienso en el profesor. A
veces pienso en el diablo. A veces pienso en el príncipe azul que no he
conocido aún.
Es lo que hay, es lo que pasa. No se puede volver atrás y el
que lo intenta se friega. En la vida la opción de retroceso está nula. La
cuestión es avanzar y darle para adelante. El secreto es vivir “jodidos pero
contentos” el asunto es vivir mientras venga algo mejor.
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