Fuimos al bar de un hotel. No recuerdo si fue una cerveza o
un coctel lo que la mesera me trajo. Él no quiso tomar nada. Después del preludio y de tanto merodear, me dijo: “Yo sé
que me vas a mandar a la mierda. Te estás vengando ¿verdad?” Lo negué y fui
honesta. La vida es así. Él es un buen tipo. Lo
quise mucho. Lo soñé por tanto tiempo, pero la vida tenía otros planes para mí.
“Estás cometiendo el peor error de tu vida”, me dijo serio y
viéndome a los ojos. “Si es así pues lo afrontaré”, le dije con orgullo sincero
a sabiendas de que probablemente tenía razón. Ni siquiera nos despedimos de beso.
Solo fue un adiós simple. Esa fue la última vez que lo vi.
Tengo pocos años, pero los suficientes para aceptar que he
cometido los errores más descomunales de toda mi vida. Eso sin contar que si
algún día me llego a casar será otra cagada inmensa, pero nada comparable a las
de antes. ¿Qué por qué estoy tan segura? Pues creo que hay ciertos límites para
la pendejez, o al menos esa pequeña luz muy escondida y muy tímida que algún
día sin precedentes te pica ahí donde
más te duele y eso se llama conciencia. Haberla conocido ha sido el
acontecimiento más funesto y doloroso. Por suerte me ha tocado temprano.
Eso no significa que de ahora en adelante, a mis 23, a mis
26, a mis 40 y tantos no cometeré otros errores. Quizás los cometeré pero estoy
segura que no cometeré los mismos de ayer. De eso me encargaré fielmente. No se
puede ser pendeja/o dos veces. Con una basta y sobra.
La gente siempre tiende a encasillarte. Que si sos muy bueno
sos muy tonto que si sos muy coqueta sos bien puta. Siempre estarán pendientes
de lo que haces y de las decisiones que tomarás en toda la vida. ¿A quién le importa en realidad?
De la familia nadie se puede salvar, pero los demás… fuck them. Es chistoso que
el que te critica no ha terminado de señalarte cuando él o ella está haciendo
exactamente lo mismo o quizás peor.
Es difícil encontrar el verdadero sendero que te dirige a
las sabias decisiones. Lo único que tengo claro es que el miedo es el peor
consejero, que es más conveniente volverse un poco hipócrita con él y volverse
su aliado. Él es quien puede destruirte o volverte fuerte en cualquier situación por muy peluda que sea.
Decidir estar con alguien o alejarse de él. Creer que ese
error se puede suprimir con otro error. Estoy aprendiendo a no culparme por
todas las estupideces que he hecho. No es fácil pedirle perdón a quien duerme
al otro lado de la cama pero es casi imposible pedirte perdón a vos mismo que
es con quién naciste y con quien vas a morir algún día.
Desde que comencé a publicar algo de lo que escribo, muchas
personas me han criticado, unos cuantos me han halagado y unos pocos solo me
leen por morbo, porque se imaginan a una mujer que se cree bonita escribiendo
líneas que rayan en lo pornográfico. En realidad no me interesa mucho la razón
por la que me lean, lo que me agrada y me asusta de alguna manera es que lo
hacen. Trato de poner mente a lo que me dicen, ya sea bueno o sea malo. Mi ego
ahora solo trabaja en saber conocerme. El ejercicio de cada escritor es saber identificar
sus debilidades y disfrazarlas, conocer sus virtudes y explotarlas.
Me han llamado “coqueta” “pretensiosa” entre otras cosas por
mis fotos... En fin, si regresan al párrafo anterior, específicamente en la última línea, entenderán un poco de lo que trato de decir.
No me imaginaría pensar que en unos treinta años podría
recordar este blog y morirme del arrepentimiento por confesar que me encanta la
mota pero no la consumo como quisiera, (está difícil conseguirla), por decir que
conozco muy poco acerca del amor y del sexo y lo poco que sé, lo digo y lo narro en cosas propias y ajenas. Realmente no creo que llegase a avergonzarme
de lo que ahora soy. De hecho espero ser cincuentona y seguir dándole con
moderación a la Cannabis, que con la ayuda de Dios, algún día se va a legalizar
y la podré comprar libremente.
Hay algo que puede frustrar a cualquiera y es el hecho de
querer cambiar la mente de las personas, para ser más específica, cambiar su
pensamiento tan cavernícola y retrógrado, enmarcado por la religión o por las
idioteces de dizque moralidad que uno aprende desde niño.
No es lindo pero es lo que nos toca y no me interesa
inmiscuirme en la imposible tarea de hacer entender a esa prima chismosa, a ese
ex novio machista, a ese pervertido que no conozco y a esa vecina metiche que
me vale un pito si no les gustan las fotos de mi espalda desnuda, de mis fotos
en traje de baño, de vestido muy corto, de mis piernas cruzadas o de mi panza
pelada. Hay mil formas de expresarse en esta vida, y hay quienes buscamos las
formas más simples aunque no siempre signifiquen algo.
Me gusta quien soy. Me gusta como soy. Me gusta verme al
espejo desnuda y me gusta mucho más que me vea desnuda el hombre que yo quiero.
Dichosa que puedo hacerlo y el atrevimiento de considerarme un alma libre en un
país de mentes tan cerradas, es lo que me hace sentir orgullosa de ello. ¿Será
que eso me convierte en puta? No creo. Solo soy una persona con agallas. Aunque
cuando las he necesitado casi nunca las he encontrado, como para saber cómo mandar a la mierda a alguien, por ejemplo...
No creo en los santos ni en los demonios. Nadie es
totalmente bueno o totalmente malo. Aunque he visto la maldad frente a mis
ojos, la he sentido en mi propia piel, no pretendo juzgar a nadie sin antes
juzgarme a mí, que soy el ser que más me ha hecho daño y cada día trato de
remediarlo aunque cueste un culo aceptarlo. Ni el yoga ni el budismo te dará tanta paz en
esta vida como el perdón propio.
A todos los que he dañado o perjudicado de alguna manera y
los que de igual manera me han hecho lo mismo, algún día me tomaré el tiempo de
perdonarlos y de pedirles perdón. Ahora estoy en la difícil tarea de hacerlo
con mi persona. Estoy tratando de ser consciente. Estoy en el aburrido proceso
de ser “madura” y dejar de culpar al mundo por haberla cagado una y otra vez.
De eso se trata la vida. De vivir, de cagarla y después aprender de ello. Y si
no aprendiste, repites los pasos y al final lo terminas escribiendo en un blog,
just like me.
No me interesa que algún mortal me señale por mis errores.
Nadie mejor que yo los ha sufrido. Solo yo puedo saber lo que se siente. Como
dice la muy acertada y cruel frase cristiana: “Cada quién carga con su cruz”.
Cada quien vive su propio infierno en su propia cabeza. Y cada mañana trato de
asimilarlo y espero algún día perdonarme completamente, por los errores del
pasado y por los del futuro.
NOTA: Y voy a votar por ella. El candidato mujer. Aunque me desherede mi
familia. No es por un partido político, es por la idea. Si es un error, la historia y la vida me juzgarán.