He prometido no volver a hablar sobre él. En primer lugar
por paz emocional y espiritual, segundo porque después él piensa que todo
lo que escribo es para él y tercero porque siento que ya no es tan relevante en
mi vida. Pero yo no escribo por despecho sino por desahogo, y no escribo para
atacar sino para nunca olvidar lo que he vivido.
Cuando conocí a A. no lo encasillé en
ningún rol romántico ni me propuse conquistarlo, it was just a game, era casi
como: si… está medio guapo, es varonil, besa muy rico, tiene personalidad y
hasta allí no más. En realidad fue algo que se dio y ya.
La atracción física que sentíamos era de locos, no podíamos
estar despegados (literalmente), era la pasión en estado puro y sin querer nos
fuimos metiendo a un rollo algo complicado, al principio era bonito, era
excitante después poco a poco fue siendo tan agobiante que solo conseguimos
hacernos daño.
Él es extremadamente machista, yo, un alma libre y mi
desagrado a los títulos y nombres que te hacen “propiedad” de alguien.
Las reglas fueron muy claras al principio: nada de celos.
Respetémonos. Nada de hablar ni salir con otras personas. Somos novios pero
también amigos, nos llevamos tranquilo y hay que hacer que funcione, mi amor,
mi princesa…ujumm bullshit.
Y mientras Juan El Loco y Felipa La Hermosa terminaban de
enamorarse, empezaban también a desbaratarse. Preguntando dónde estás, con
quién estás, quitá esa foto, dejá de ser tan coqueta, dejá de ser tan celoso,
por qué te manda fotos esa zorra, por qué te habla así ese pendejo, por qué no
te das tu lugar, ¿por qué no me das MI lugar…?
Cuando agarré su celular y leí conversaciones con otras
mujeres me dolió mucho y no porque estaba totalmente cegada y creída de que él
era el hombre más fiel del mundo pero si me preguntaba a mí misma: ¿por qué si
es tan celoso conmigo y me exige fidelidad, hace esto? Pues precisamente por
eso amiga, “el que las hace se las imagina” y se las imagina peor.
Mi confianza se desmoronó por completo, así como mi respeto
y el amor bonito que empezaba a sentir por él. Estaba segura que continuar así
sería una tortura placentera pero tortura al final. Pero la pasión seguía allí,
intacta, es más crecía con las peleas, entre más te odio, más te amo, entre más
me hagas yo te hago. Era una lucha de poderes y una obsesión que salía de
control. Lo podría comprar casi casi como una adicción, de esas que no te dejan
nada bueno.
Ya no importaba lo que él dijera o lo que hiciera. Y trataba
de seguir con mi vida. Ignoraba sus mensajes y sus llamadas; cuando alguien me
contaba algún chisme y yo tenía la sospecha de que era verdad me dolía mucho.
- ¿Entonces eso es lo que de verdad querés, que
terminemos? – me preguntó una tarde después de días de insistirle que
las cosas ya no estaban funcionando.
- Si, eso quiero.- le dije con mi corazón
achucharrado.
-Vos sabés que te amo pero no te voy andar rogando aunque
me muera y lo sabés.- me dijo con su ego derrotado y con aires de amenaza.
-No quiero que lo hagás, vos sabés que también te amo
pero ya es demasiado.- le dije en ese momento decidida.- se acabó.
Y en esa ruptura melancólica y cursi a la distancia; y A. haciendo
honor a su frágil madurez, me borró de su BBM y no supe más de él hasta la
madrugada, y para mi sorpresa no era su típica llamada de borracho diciéndome
que ama y esas cosas. No. Era mi mejor amigo.
-Gorda, prométeme que no lo vas a llamar.- me
advirtió.
- Te lo prometo Negro, ¿qué pasó?.- le pregunté.
- A. me dijo que quería salir e
invitó a dos amigas. Le pregunté: ¿estás seguro de lo que haces? Y me dijo: “tu
amiga me dejó, yo estoy soltero.” Entonces yo me quedé en el carro
viendo quienes eran. Una, que es la bonita me la estaba tirando a mí, no es fea
pero se nota que es una zorra. La otra con la que él anda. No es tan bonita, no
te llega ni a los talones Gorda, pero parece que está tonta por él.
Y mi amigo no terminaba de contarme el cuento cuando le
colgué y lllamé a A. con la voz entrecortada para
reclamarle. Me sentía como esas esposas llorándole al marido por las amantes,
pero me sentía con todo el derecho de hacerlo. Y lo único que me contestó fue: ¡terminamos!
¿Ya no te acordás?, Fue un golpe bajo.
Y entre los mismos reclamos y ahora con heridas, pasaban los
días. Dejándome a la incertidumbre. Un día quiero cambiar y quiero ser el mejor
hombre. Otro día soy el mismo patán y hago lo quiero. Era como un castigo de su
parte por haber terminado con él.
Entonces me harté. Un buen día empecé a escribirle a L. le
dije que tenía ganas de salir esa noche y listo, me dijo que no le gustaba ir a
bares y a discos porque se mete en líos pero haría el sacrificio por mí. Aceptó
gustoso no sin antes hacerme la pregunta que no quería que me hiciera: “¿seguís
de novia de A.?” y yo entre queriendo evitar la respuesta… le dije: “estoy
soltera”.
L. no es la gran cosa pero si es más agraciado
que A. sin embargo A. es más atractivo y
mejor me abstengo en eso de las descripciones y comparaciones que ya no vienen
al caso.
Era un viernes. Entré al bar, siempre al lado de mi mejor
amigo. Nos sentamos y nos quedamos viendo. “¿Estás segura?” me preguntó con una
sonrisa cómplice. “Segurísima” le dije.
Y al rato llegó L. nos saludamos, me pidió
una cerveza y empezamos a platicar tranquilos, a pesar del barullo que había.
Mi mejor amigo se levantó a bailar sabe Dios con quién y las cervezas fueron
dos, fueron tres. Y L. se hacía cada vez más atractivo para mis
ojos.
Y nos besamos. Y luego las miradas sobre mí. Los amigos de A. viéndome
como si fuese la peor de las whores pero no me importaba.
Estaba jugando con fuego pero ya qué más daba, entonces fingí que me divertía y
que me parecía interesante esa conversación romántica que de hecho poco
recuerdo.
Al rato A. entró y me vio con L. agarrada
de la mano. Riéndonos y platicando muy cerca. Él estaba con otra de sus
“amigas”, una distinta, una mujer muy vulgar por cierto y no lo digo por
despecho, pero si parecía alguien de muy baja categoría.
Entonces A. se acercó a la mesa. Saludó a L. pues
al parecer eran compañeros en la U (peor no podría ser), le dijo algo muy cerca
que no alcancé a escuchar, volteé a ver a otro lado para evitarlo, pero
él se acercó y me agarró una mejilla con sus grandes manos y me dijo: hola…
Es difícil de describir lo que vi en su cara en ese momento
y lo que sentía yo en el corazón. No le dije nada pero lo vi fijamente a los
ojos y lo que vi fue su dolor, decepción, ira, resentimiento. Fue como verme a
mí misma. Todo eso que yo sentí cuando descubrí que me engañaba.
Su mirada sobre mí siguió allí, fija toda la noche
incluso cuando estaba bailando con su acompañante, luego me mandaba mensajes de
texto advirtiéndome que si no me apartaba de L. “las cosas se
iban a poner feas”, yo no lo creía capaz de armar un escándalo, pero si me puse
nerviosa cuando empezó a escribirle a L. amenazándolo y diciéndole sabe que tonterías, sin duda que el alcohol y la estupidez no son una buena combinación...
Al final L. decidió irse para evitar problemas y yo me quedé aliviada, al rato mi mejor amigo y yo nos fuimos; el loco de A. quedó bailando con su churnia.
Más tarde, a las 3 de la madrugada me despertó su tercera
llamada. Y sí, esta vez sí era A.
estaba borracho, estaba dolido… y con todo su machismo, toda su ternura y
resentimiento me preguntó: “¿por qué lo
hiciste?” A lo que yo respondí con una especie de satisfacción y orgullo
pero a la vez sintiendo su dolor: Ajá, contame… ¿cómo se siente?
Y así fue. Al gran macho le dieron de su propia medicina. El intocable. El que las hace sufrir a todas… jaja. ¿Que si me siento orgullosa? ¡No! ¿Qué si me arrepiento? ¡Jamás! Pero la verdad no se lo volvería hacer a nadie. Desde ese momento el cree que soy igual que él. Y quizás no debí hacerlo. Pero era lo que mi intuición me dictaba en ese momento. Y a parte ese cabrón se lo merecía.
Desde ese día descubrí que los hombres también sufren, también lloran, también se decepcionan. Y es tan divertido hacerles saber que no siempre somos las que aguantamos y sufrimos y en silencio todas las burradas que nos hacen.
La época del sometimiento ya quedó en la prehistoria. Ahora se trata de dar lo que se recibe y no me refiero a que esta bien hacer lo que hice pero no me juzguen y déjenme sentir ese placer culposo al recordar esa cara de mi ex… aún me río cuando me acuerdo.
Por cierto L. espero que nunca leas esto y A…. anyways.