domingo, 26 de octubre de 2014

ACERCA DE LOS MACHOS Y FALOS


Advertencia
Antes de que piensen que estoy aburrida y no tengo nada de qué hablar, o de que empiecen a criticar, quisiera hacer una pequeña aclaración: ESTE POST NO ES APTO PARA MOJIGATAS, ACTIVISTAS DEL OSCURANTISMO, CRISTIANOS ASOLAPADOS, CORAZONES Y GENITALES REPRIMIDOS, PURITANAS DE OFICIO Y CACHURECOS EVANGÉLICOS. Si usted encaja en esas categorías, evítese la cólera y siga leyendo la Biblia, la Cromos, la Cosmo, Coehlo; o emigre para otro blog más interesante y menos libertino.

Una vez hecha la aclaración, quisiera empezar con una pequeña etimología de la verga.
La tomaré  como objeto de estudio para llegar al fondo del origen del machismo. -no fue intencional emplear en el inicio los términos sobre tamaños y fondos, prometo no herir susceptibilidades, tan pronto.-

La verga

Hablábamos de la verga. Sí, la verga. Si se quedó algún religioso curioso, todavía está a tiempo de huir. Sí, dije VERGA, qué escándalo. Una muchacha lista, de familia católica, aparentemente muy bien criada y educada, hablando sobre la verga, -ni más ni menos-, acúsenme con la comisionada y con la diócesis de Tegucigalpa por (escribir) decir esa palabra soez sin el menor remordimiento.

En el diccionario de la Real Academia Española, verga viene del latín virga y se entiende principalmente como 1. Pene, 2. Arco de hacer de la ballesta y 3. Palo largo y delgado. En la cultura de la verga o la también denominada Vergalingüística, este término tiene diferentes significados  y derivaciones. Unos ejemplos son, vergazo, vergón, estar a verga, estar –de- a verga, ser –la mera- verga, ser –la- verga, entre otros.

Sin embargo, si decimos simplemente -verga-, nos referimos al aparato reproductor masculino. Recordemos que el Pijalingüística o la cultura de la pija está muy relacionada con la de la verga, por lo cual se pueden tomar como sinónimos. La pija y la verga son lo mismo pues.

Aclarando eso, podemos continuar con la reflexión.

Culto al falo

El pene fue símbolo de poder en la mayoría de las civilizaciones antiguas, como la hindú y la egipcia. Las representaciones fálicas en el arte y en la mitología de los vanidosos bisexuales griegos sirvieron de inspiración para otras culturas que claramente siguen predominando hasta hoy.

Los miembros de gran tamaño y las erecciones en las estatuas simbolizaban también la fertilidad, la sexualidad y la buena salud. También servía para distinguir a los dioses de los simples mortales. Una tradición heredada que sigue vigente en nuestros tiempos. Hay románticas/os que se esmeran por encontrar a su dios bien dotado.

El misógino padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, decía que era cuestión de naturaleza, el hecho de que el hombre tuviera ese representación de poder entre las piernas para reforzar el patriarcado, “es simple anatomía”, escribió el defensor de la cocaína, quien también dijo que la mujer sentía envidia del pene por carecer de ese “poder”…   … (pffft)

Mi teoría, por si no se siente ofendido don Freud, -que apartando eso, me cae muy bien-, es que sucede al contrario. Los matriarcados se revirtieron porque el hombre se dio cuenta de los poderes superiores que tiene el cuerpo de la mujer: concebir, amamantar, intuir, persuadir, entre otros. Ellos, como son históricamente más cobardes, utilizaron la fuerza para imponer su dominio.

Como consecuencia, la mujer se convirtió en esclava, objeto, adorno, susurro, sumisión y olvido. Se le condenó por la eternidad a ser únicamente útil para el reposo cálido, confortante y húmedo del falo, -para que no perdamos la pista-, me refiero a la verga, ese cuerpo cavernoso que por intimidación se ha sentido desde siempre y por la eternidad, superior a todo lo que le rodea.

Dios es machista

Qué hueva. Hoy no voy a hablar mal de las religiones porque sé que los melindrosos fanáticos no me están leyendo; pero desde pequeña me preguntaba por qué carajos nos pintan a los dioses como un hombre. El catolicismo le da un poco más de participación a la Virgen María, pero –ojo- no es una diosa, es la madre del Señor. Digamos que en el Estado divino representa el poder legislativo, pero el ejecutivo y el judicial lo sigue teniendo su único hijo, la palomita –no me refiero al falo- y el barbón dios todopoderoso. Eso es machismo enlatado en estado puro por los siglos de los siglos.

Por qué el dios y no LA DIOSA. Seguro habría menos guerras a nombre de una deidad con imagen femenina. Tal vez habría más estatuas con pechos y menos obeliscos en las ciudades. Habría más tacones que fusiles, sin lugar a duda.

Machitos, machotes, muchotes.

Nunca me percaté del machismo hasta que me lo adoctrinaron directamente. Antes era lo normal, en la casa ningún hombre agarra una escoba ni entra a la cocina. El hombre es el fuerte, la mujer es la frágil. Pero cuando tuve más consciencia de mí, descubrí que la injusticia a la que nos han sometido sin derecho a réplica, es simplemente indignante.

Cuando recién cumplí 20 años anduve con un imbécil. Si encuentran el tono despectivo no es con ninguna mala intención, es porque no logré encontrar otro calificativo, de verdad es un imbécil y le mejor es que él lo sabe. Y no, no es despecho, de hecho ahora nos llevamos bien.

El caso es que este tipo, con todas sus costumbres del paleolítico, más que fastidiarme, me sacó de la burbuja de la conformidad y el silencio. Aún cuando me creía sin rienda, sin dueño, sin atadura, hubo un día en el que vi mi futuro, como una mala visión, apegada a alguien que está convencido que la mujer vale lo mismo que una vaca con la marca del fierro en la nalga.

Pensaba que el machismo era una concepción pueblerina hasta que descubrí que en la ciudad hay iguales y peores. Están por todos lados, son una plaga a nivel mundial. Los machos están por todos los rincones.

Hace algún tiempo, después de hacer el amor con mi pareja, -un macho de argumentos dizque feministas.- le confesé que a veces fantaseo con la idea de imaginarme un mundo de mujeres con pene, no trato de reafirmar la teoría de Freud ni quiero decir que nos hagamos todas transgénero, me refiero a que, si ellos tuvieran la cueva, nosotras el pájaro y los término coger, follar, penetrar tuvieran un verdadero sentido en el centro de nuestro cerebro, tal vez esta sería una sociedad hembrista y en algún universo paralelo estaría algún indignado escribiendo en contra de nosotras en un blog. Sería la misma cosa. No queremos eso. Pero de vez en cuando me gusta crear suposiciones. 

Eternamente el falo

Todo se trata de la verga para ellos. Y con esto no quiero decir que nosotras las odiamos. De hecho las apreciamos y reconocemos su contribución al momento de dar placer en la intimidad. A veces el feminismo es mal fundamentado y educa para crear una especie de antimagnetismo hacia los hombres. Un resentimiento absurdo. El resultado es triste, mujeres de sabor limón, resignadas a estar solas con un consolador en la gaveta, a tener que lidiar con un macho.  

Con esto no digo que hay que asumir el machismo y seguir con esa resignación cristiana. A veces no es una lucha directamente con los hombres sino con nuestras propias mentes.

Estoy enamorada de un hombre que lucha y defiende a diario los derechos de las mujeres pero le incomoda que yo use shorts en la calle o que publique una foto enseñando las piernas. Y aclaro que no es por culpa de su pene, -que por cierto me cae tan bien- es culpa de miles de años de tradición que no se pueden suprimir así de fácil.

 Amigos de la verga

Pero nunca está de más seguir soñando con el día en el que un pene admita que tiene la misma importancia de una vagina y lo único que varían son sus funciones. La lucha por la igualdad de géneros es necesaria y debe ser incisiva pero eso no significa renunciar al derecho de sentir y gozar.

Mientras tanto yo les invitaría a ser amigos y amigas de la verga sin disuadirlo ni enaltecerlo. Ellos NO tienen el poder aunque lo están usurpando, hay que culpar a la ignorancia en ambas partes.

Cleopatra y mi mejor amigo, que son las reinas del “Blow Job”, me enseñaron que hay que aprender a disfrutar de un pene sin tapujos, anteponer primero nuestro placer frente al otro es lo que todas deberíamos hacer. La sexualidad es una fiesta y hay que disfrutarla. El mismo efecto que causan tus rodillas flexionadas y tu boca a la altura de su ingle, es igual al de su rostro sumergido en medio de tus piernas mientras te retuerces de placer.

Las vergas no tienen la culpa de haber sido empleadas para gobernar el mundo. Ellas tienen sus funciones específicas y hay que reafirmarlas, sin olvidar el camino. El día que todas las mujeres redescubramos nuestro poder y destruyamos esa simbología absurda, la era del patriarcado y el machismo llegará a su fin y este lugar será más confortable para vivir.